Las noticias de Veracruz en Internet


sábado, 15 de noviembre de 2025

MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO AL PUEBLO DE DIOS EN MÉXICO

 


Prot. No. 446/25

CXIX Asamblea Plenaria | 10 - 14 de noviembre de 2025

«Iglesia en México: Memoria y Profecía -- Peregrinos de Esperanza

hacia el Centenario de nuestros Mártires»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Con profunda gratitud a Dios nos dirigimos a ustedes, Pueblo de Dios que peregrina en

esta tierra mexicana. En estos días hemos estado reunidos en nuestra CXIX Asamblea Plenaria,

y bajo la moción del Espíritu Santo, queremos compartirles nuestra palabra y nuestro sentir

como pastores que caminamos con ustedes, que escuchamos sus dolores, que compartimos sus

esperanzas y que, unidos en Cristo, buscamos ser instrumentos de consuelo y de profecía.

Han transcurrido seis meses desde que nos reunimos en abril, en aquellos días marcados

por la despedida del Papa Francisco y la celebración de sus exequias. Hoy nos reunimos en este

tiempo nuevo del ministerio del Papa León XIV, a quien el Espíritu Santo ha confiado el cuidado

del rebaño de Cristo.

Al dirigirnos a ustedes, lo hacemos con el corazón de pastores que reconocen en cada

uno de ustedes el rostro de Cristo. Sabemos que llevan en sus corazones el peso de la vida

cotidiana, con sus alegrías y desafíos, con sus luces y sombras. Queremos que sepan que

caminamos con ustedes, que somos pueblo con el pueblo, que, como pastores, somos también

ovejas del rebaño del único Pastor, Jesucristo. Reconocemos con humildad que en algunas

ocasiones no los hemos acompañado como es nuestro deber, por lo que pedimos perdón a Dios

y a ustedes.

I. BAJO EL MINISTERIO DEL PAPA LEÓN XIV: DON DE UNIDAD PARA LA IGLESIA

La elección del Papa León XIV ha sido recibida por la Iglesia universal con alegría y

esperanza renovada. Su ministerio petrino, apenas iniciado, ya nos ha ofrecido signos claros de

los caminos que el Espíritu Santo quiere que recorramos.

2

En su mensaje inaugural nos recordó con palabras que resuenan en lo profundo:

«La Iglesia es comunión o no es nada. La unidad de los pastores no es un lujo espiritual ni una estrategia de

gobierno, es la forma misma del Evangelio. Cuando los obispos caminan unidos, el pueblo de Dios puede creer

que el Padre envió al Hijo para la salvación del mundo».

Estas palabras nos interpelan porque sabemos que la unidad entre nosotros no es un

dato garantizado, sino una gracia que debemos recibir y cultivar cada día con humildad y caridad

fraterna. Y queremos que ustedes sepan, hermanos y hermanas, que esta unidad entre nosotros

es para servir mejor a la unidad de todo el Pueblo de Dios.

El Santo Padre León XIV ha insistido, desde el inicio de su pontificado, en dos ejes

fundamentales que iluminan nuestro caminar: la unidad de la Iglesia y la paz en el mundo, no

son dos temas desconectados, sino dos dimensiones de un mismo misterio:

«No puede haber paz auténtica en el mundo si no hay comunión en la Iglesia. Y no puede haber verdadera

comunión eclesial si la Iglesia permanece indiferente ante los clamores de un mundo herido por la violencia y la

injusticia».

Para nosotros, Iglesia que peregrina en México, estas palabras tienen un peso particular.

Vivimos en un país que anhela la paz y que necesita testigos creíbles de reconciliación. Y

queremos que sepan, hermanos, que ese testimonio lo queremos dar juntos: pastores y pueblo,

caminando unidos en Cristo. Ustedes no nos piden que seamos perfectos, pero sí que seamos

auténticos; no nos piden que tengamos una sola sensibilidad pastoral, pero sí que en medio de

la riqueza de nuestros distintos puntos de vista conservemos nuestra comunión fundamental en

Cristo.

Bajo la inspiración del magisterio del Papa León XIV, buscamos discernir juntos el

camino que el Señor espera de nosotros en este momento de la historia de México y de la Iglesia.

Y ese camino, hermanos, está marcado por un horizonte de gracia que se despliega ante nosotros:

la ruta de los jubileos que nos llevarán del 2025 al 2031 y 2033. Este es el camino de la Esperanza

de México, un camino que queremos recorrer con ustedes, como Pueblo de Dios.

Esta Asamblea tiene objetivos concretos que guían nuestras deliberaciones: profundizar

en la implementación de la sinodalidad en nuestras Iglesias locales, reflexionar sobre la realidad

migratoria que atraviesa nuestro país para seguir acompañando pastoralmente a quienes sufren

el desplazamiento forzado, actualizar nuestras normas complementarias para una mayor eficacia

pastoral, y retomar los compromisos sobre familia y paz que asumimos en nuestra anterior

Asamblea. Estos objetivos no son temas aislados, sino dimensiones de un único llamado: ser

Iglesia sinodal, profética y cercana al pueblo que sufre.

3

II. RUTA JUBILAR 2025 - 2031 – 2033: CONSTRUYENDO LA ESPERANZA DE MÉXICO

La Providencia divina nos ha regalado un itinerario de gracia extraordinario en el que

distintas celebraciones convergen en un único camino: el encuentro con Jesucristo Resucitado,

a quien la Virgen de Guadalupe nos conduce con ternura de Madre. Este es el camino para

construir la Esperanza de México, esperanza que nace de la fe, se nutre en la caridad y se proyecta

hacia un futuro de justicia, paz y reconciliación.

1. El Año 2025: Jubileo de la Esperanza

Estamos concluyendo este Año Santo convocado por el Papa Francisco que nos ha

recordado que la esperanza cristiana no es optimismo ingenuo ni evasión de la realidad, sino

virtud teologal que nos sostiene en medio de la tribulación. Como nos dice San Pablo: «La

esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones» (Rom 5,5).

¿Qué nos ha dejado este Año Jubilar? La certeza de que somos peregrinos, no habitantes

instalados; caminantes hacia la patria definitiva en el Reino de Dios, no constructores de paraísos

terrenales que inevitablemente se desmoronan. Necesitados siempre de la gracia y la misericordia

de Dios, queremos invitarlos, hermanos y hermanas, a que esta experiencia de gracia jubilar no

termine, sino que se transforme en la Esperanza de México que construiremos juntos.

Este 2025 también conmemoramos el centenario de la proclamación de la solemnidad

de Cristo Rey para la Iglesia y el mundo, proclamada en la encíclica Quas Primas del Papa Pío XI.

Durante este año, hemos preparado 38 catequesis bajo el título «Venga Tu Reino», que hemos

puesto al servicio de nuestras diócesis, parroquias y comunidades.

Estas catequesis han querido ser una preparación teológica y espiritual para comprender

qué significa proclamar a Cristo Rey en un contexto de crisis civilizatoria. Y hoy les preguntamos,

hermanos: ¿Quién reina verdaderamente en nuestras sociedades? ¿Cristo, o los ídolos del poder,

el dinero, la violencia y la mentira? ¿Quién reina en nuestro corazón? ¿Las ideologías políticas y

culturales o el Evangelio? Esta pregunta no es retórica: es una invitación a una conversión

personal y social, una invitación para que Cristo reine en nuestras vidas, en nuestras familias, en

nuestra sociedad.

2. El Año 2026: Memoria de la resistencia cristera que nos interpela

Permítannos hacer memoria de un hecho que no podemos ignorar:

Apenas unos meses después de la proclamación de la Solemnidad de Cristo Rey, en julio

de 1926, entraba en vigor la llamada “Ley Calles” en nuestro país que desató la persecución

religiosa más cruenta de nuestra historia. Es por ello que en enero de 1927, el pueblo católico,

reprimido, inició el levantamiento armado conocido como la Resistencia Cristera.

4

¿Una casualidad? No, hermanos: Un acontecimiento providencial.

Cuando el Estado totalitario intentó imponer su dominio absoluto sobre las conciencias,

nuestros mártires comprendieron con claridad meridiana la centralidad de Jesucristo: morir

gritando ¡Viva Cristo Rey! era afirmar que ningún poder humano puede reclamar la soberanía

absoluta sobre la persona y la conciencia. Era decir con la vida lo que proclamaban con los labios:

Cristo es Rey, no el Estado opresor; Cristo es Rey, no el dictador en turno que se envuelve en

su soberbia.

Queremos honrar hoy la memoria de los más de 200 mil mártires que entregaron sus

vidas defendiendo su fe: Niños, jóvenes, ancianos; campesinos, obreros, profesionistas;

sacerdotes, religiosos laicos; El México heroico de los cristeros que dieron su vida por una causa

sagrada, por la libertad de creer y de vivir según su fe, todos ellos escribieron una página luminosa

en la historia de la Iglesia universal y de nuestra patria.

El centenario del 2026 no puede ser una mera conmemoración nostálgica. Debe ser un

examen de conciencia y un compromiso renovado. Nuestros mártires nos preguntan hoy:

¿Estamos dispuestos a defender nuestra fe con la misma radicalidad? ¿Hemos perdido el sentido

de lo sagrado? ¿Nos hemos acomodado a una cultura que quiere relegar la fe al ámbito privado?

3. El Año 2031: Jubileo Guadalupano -- Esperanza de reconciliación y libertad

El 2031 V Centenario del Acontecimiento Guadalupano en el Tepeyac, no es solo una

fecha para México, sino para todo el continente americano y para la Iglesia universal. Como

preparación a este gran acontecimiento, hemos iniciado la Novena Intercontinental

Guadalupana, invitando a las conferencias episcopales de todo el mundo a sumarse a este camino

de preparación espiritual.

Guadalupe es memoria de reconciliación. En el siglo XVI, cuando dos mundos tan

diferentes se encontraron en estas tierras, María se manifestó en el Tepeyac como puente entre

culturas y razas, como Madre que acoge a todos sus hijos sin distinción. Guadalupe nos enseña

que la unidad no se construye anulando las diferencias, sino reconociendo en cada rostro la

imagen de Dios. Guadalupe ha impulsado en otro momento de la historia los sentimientos de

libertad de nuestro pueblo. Hoy debe ser también un signo de fortaleza para liberarnos de la

violencia, la pobreza y la injusticia.

Para culminar este itinerario, en el 2033 celebraremos el bimilenario de la Redención

Universal, los dos mil años de la resurrección de Cristo que queremos celebrar con todo el

Pueblo de Dios en un ambiente de fraternidad y paz.

5

III. REALIDADES QUE NO PODEMOS CALLAR EN EL CONTEXTO MEXICANO ACTUAL

Como pastores tenemos el deber de hablar con claridad sobre la realidad de nuestro país.

No lo hacemos desde una posición política ni partidista, sino desde la responsabilidad que se

nos ha confiado como servidores del Evangelio. No podemos ser indiferentes ante el sufrimiento

de nuestro pueblo. No podemos permanecer neutrales cuando está en juego la dignidad de las

personas. Nuestra misión de anunciar el Evangelio nos exige anunciar la verdad con amor.

En estos tiempos, observamos con preocupación cómo algunos discursos públicos

construyen una narrativa que no corresponde a la experiencia cotidiana de millones de

mexicanos.

Nos dicen que la violencia ha disminuido, pero muchas familias que han perdido seres

queridos o poblaciones enteras que viven con miedo constante experimentan otra realidad.

Nos dicen que se combate la corrupción, pero ante casos graves y escandalosos, no se

percibe la voluntad de esclarecerlos, por lo que prevalece la impunidad.

Nos dicen que la economía va bien, pero muchas familias que no pueden llenar su canasta

básica y muchos jóvenes que no encuentran oportunidades de trabajo nos hacen ver que esto no

es verdad.

Nos dicen que se respetan las libertades, pero quienes expresan opiniones críticas son

descalificados y señalados desde las más altas tribunas del poder.

Nos dicen que somos el país más democrático del mundo, pero la realidad es que hemos

visto cómo han comprometido los organismos y las instituciones que garantizaban la auténtica

participación ciudadana para concentrar el poder arbitrariamente.

Vivimos tiempos difíciles, la violencia se ha vuelto cotidiana. Ese cáncer del crimen

organizado que padecemos desde hace años ha extendido sus tentáculos a muchos rincones del

país. Ninguno de los dirigentes que gobierna este país ha logrado erradicar este mal.

En muchas regiones nuestro Nación sigue bajo el dominio de los violentos. No debemos

tener miedo de hablar de lo que todos sabemos, pero algunos prefieren callar:

Continúan los asesinatos y las desapariciones. Sigue derramándose sangre inocente en

nuestras calles, pueblos y ciudades. Familias enteras son desplazadas por el terror de la

delincuencia organizada. Vivimos la inseguridad cotidiana al transitar por los caminos y

autopistas. Las extorsiones se han vuelto sistemáticas para pequeños y medianos empresarios,

para agricultores y transportistas, incluso para las familias humildes, obligados todos a pagar

6

“cuotas” a los criminales bajo amenazas de muerte. El Estado, que en muchos lugares ha cedido

el control territorial a grupos delictivos, no logra recuperarlos.

Sacerdotes, religiosas, agentes de pastoral, incluso algunos políticos que buscan cambiar

esta situación han sido amenazados y asesinados ante la impotencia ciudadana. Hemos tenido

que llorar la muerte de varios hermanos presbíteros que dieron su vida sirviendo a sus

comunidades. Sentimos el dolor por todos aquellos que buscando el bien han sido sacrificados.

Nuestros jóvenes están siendo secuestrados y llevados a los campos de corrupción o

exterminio convirtiéndose en uno de los más grandes dramas de nuestra sociedad. Todo esto

nos habla de la degradación social a la que hemos llegado y que exige una conversión profunda

de quienes han optado por el mal. Hacemos un enérgico llamado a una conversión personal y

social para alcanzar una verdadera transformación.

La migración forzada continúa. Miles de mexicanos se ven obligados a abandonar sus

tierras, no solo por buscar mejores oportunidades, sino también por huir de la violencia. Y los

que migran se encuentran con nuevas formas de violencia en el camino. Por nuestro territorio

cruzan miles de hermanos centroamericanos y de otros continentes, víctimas de extorsión,

secuestro, trata y muerte.

Y en cada una de estas realidades, la Iglesia está presente con casas del migrante,

albergues, defensa de derechos y acompañamiento pastoral. El rostro del migrante es el rostro

de Cristo crucificado hoy.

No debemos quedarnos en estadísticas frías que nos dan cuenta de todas estas realidades

de inseguridad, de pobreza e injusticia. Son rostros concretos. Son familias destrozadas. Son

madres que lloran a sus hijos. Son comunidades indefensas y empobrecidas. Nosotros como

pastores, no podemos permanecer indiferentes.

Hermanos migrantes, ustedes que sufren la violencia, las amenazas, el miedo, el

desplazamiento forzado, sepan que sus obispos están con ustedes. Escuchamos su clamor,

compartimos su angustia, acompañamos su dolor. Y queremos que el testimonio de nuestros

mártires sea fuente de esperanza: ellos vencieron porque Cristo venció, y nosotros también

venceremos si permanecemos unidos a Él.

Queremos que sepan que nuestra cercanía está siempre con las víctimas, con los pobres,

con los que sufren. Que nuestra amistad es sobre todo con el pueblo sencillo que lucha cada día

por sobrevivir con dignidad. Como nos dice el Papa León XIV en su Exhortación Apostólica

Dilexi Te: «El cuidado de los pobres forma parte de la gran Tradición de la Iglesia, como un faro de luz que,

desde el Evangelio, ha iluminado los corazones y los pasos de los cristianos de todos los tiempos» (DT 103).

7

No lo hacemos con odio ni con resentimiento. Lo hacemos con la firmeza que brota del

amor. Porque amamos a este pueblo del que somos parte. Porque amamos a esta que es nuestra

nación. Y precisamente por ese amor no podemos callar ante lo que está mal. Nos dice el Papa

León XIV en su exhortación apostólica: «Siempre debe recordarse que la propuesta del Evangelio no es

sólo la de una relación individual e íntima con el Señor. La propuesta es más amplia: es el Reino de Dios (cf. Lc

4,43)... Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales.

Buscamos su Reino» (DT 97).

IV. LA FAMILIA: CORAZÓN HERIDO DE LA SOCIEDAD

Toda esta realidad preocupante comienza en la familia: una sociedad que no protege a la

familia se desprotege a sí misma. Lo que estamos viviendo es una sistemática desestructuración

familiar que genera, inevitablemente, una desestructuración social.

Los datos son alarmantes y no podemos ignorarlos: familias desintegradas, violencia

intrafamiliar y en ambientes escolares, adicciones que destruyen la vida de los jóvenes. Detrás de

las estadísticas hay rostros de personas concretas sin futuro.

Necesitamos elevar la voz profética cuando las políticas públicas atentan contra la

familia.

Las políticas públicas educativas actuales se están implementando sin un diálogo genuino

con los padres de familia y los demás agentes de la educación. Se promueve, de manera sutil y,

en ocasiones, de manera explícita, una visión antropológica ajena a la dignidad integral de la

persona humana. Se introduce en las escuelas una ideología que relativiza la complementariedad

hombre-mujer, que diluye la identidad sexual, que presenta como “progreso” lo que en realidad

es deconstrucción de la naturaleza humana. Se añade también una ideología política de

confrontación social que no conduce a nada bueno.

Y cuando los padres de familia y otros integrantes de la sociedad expresan su

preocupación, son descalificados como “conservadores”, “retrógrados” o “enemigos de los

derechos”. Se les niega el derecho fundamental a participar activamente en la educación de sus

hijos. Se les dice que el Estado sabe mejor que ellos lo que sus hijos necesitan aprender.

Hermanos, esto no es solo una cuestión educativa. Es una cuestión antropológica, ética

y, en última instancia, moral. Porque está en juego la visión misma del ser humano. ¿Qué es el

hombre? ¿Qué es la mujer? ¿Qué es la familia? ¿Qué es la sociedad? ¿Quién tiene autoridad para

definir estas realidades? ¿El Estado? ¿La ideología dominante? ¿O la verdad inscrita en la

naturaleza humana y revelada por Dios?

8

Una de nuestras prioridades pastorales debe ser el acompañamiento integral de las

familias. No podemos limitarnos a preparar a las parejas para el matrimonio y luego abandonarlas

a su suerte. Necesitamos una pastoral familiar robusta, que acompañe a las familias en todas las

etapas de su vida, que las fortalezca ante las crisis, que las ilumine con la luz del Evangelio

V. PEREGRINOS DE ESPERANZA HACIA EL 2026

Hermanos y hermanas, pudiera parecer que este diagnóstico de la realidad nos lleva al

pesimismo. Pero no es así. Porque la esperanza cristiana no consiste en cerrar los ojos ante el

mal, sino en mantenerlos abiertos reconociendo que Cristo ha vencido al mal con el bien. Solo

reconociendo nuestros errores podemos corregirlos.

Concluye el Año Jubilar de la Esperanza, pero continúa nuestra peregrinación hacia

nuevas metas para transformar nuestra sociedad, como lo hicieron en su momento nuestros

mártires. Fueron fieles en medio de la persecución. No esperaron que el Estado totalitario se

volviera benévolo. Resistieron con la fuerza de su fe. No esperaron que fuera fácil seguir a Cristo.

Lo siguieron, aunque les costara la vida.

Y nosotros, hermanos, emprendamos nuestros caminos de paz y solidaridad para

cambiar nuestra realidad hacia la justicia y la fraternidad.

VI. BAJO LA MIRADA DE GUADALUPE

Hermanos y hermanas, mientras discernimos estos caminos con ustedes, lo hacemos

bajo la mirada maternal de Santa María de Guadalupe.

Guadalupe unió culturas y pueblos en torno a Cristo. Guadalupe impulsó los

sentimientos de libertad. Guadalupe sostuvo a nuestros mártires en su testimonio. Guadalupe

acompaña hoy a nuestro pueblo que sufre. Santa María de Guadalupe nos sostiene a nosotros,

pastores, en la tarea de ser voz profética y servidores de la reconciliación. Y Guadalupe los

sostiene a ustedes en medio de sus luchas cotidianas.

Que Ella, la Morenita del Tepeyac, Madre del verdadero Dios por quien se vive, nos

enseñe a ser portadores de esperanza en medio de las exigencias del tiempo presente y nos enseñe

a responder con la fuerza de la fe.

Que el Espíritu Santo, que nos ha reunido en esta Asamblea, ilumine nuestras

deliberaciones. Que nos conceda la sabiduría para discernir los caminos que Dios espera de

nosotros. Que fortalezca nuestra unidad como Colegio Episcopal y nuestra comunión con todo

el Pueblo de Dios.

9

Que esta CXIX Asamblea Plenaria sea un momento de gracia para fortalecer nuestra

comunión como Iglesia, renovar nuestro compromiso profético y prepararnos para vivir el

centenario de 2026 como verdaderos discípulos de Cristo Rey.

VII. CONCLUSIÓN

Hermanas y hermanos mexicanos, ante muchas de las dolorosas realidades que hemos

mencionado, los obispos mexicanos no tenemos la solución; pero estamos dispuestos a buscarla

en diálogo con todos los que VERDADERAMENTE AMEN A MÉXICO, más allá del partido

político en el que militen, de la ideología que los inspire o del credo religioso que profesen.

Entre tanto, sigamos construyendo juntos, con Cristo Rey como única y verdadera

esperanza de México, confiados en que Santa María de Guadalupe nos conduce hacia un futuro

de justicia, paz y reconciliación.

¡Viva Cristo Rey!

¡Santa María de Guadalupe!

LOS OBISPOS DE MÉXICO

Cuautitlán Izcalli, Estado de México, 13 de noviembre de 2025

+ Héctor M. Pérez Villarreal

Obispo Auxiliar de México

Secretario General

+ Ramón Castro Castro

Obispo de Cuernavaca

Presidente