· Cuando el cambio se transforma en desilusión
· La forma de atender la crisis económica y de salud
· Las obras por capricho de la actual administración
Por Miguel Angel Cristiani Gonzalez
Como no hay fecha que no se
llegue, ni plazo que no se cumpla, este martes 31 de noviembre, se cumplen los
dos primeros años de la administración del presidente Andrés Manuel López
Obrador y de la llamada política de la Cuarta Transformación.
Habría que comenzar, por decir que
las cosas se ven muy diferentes, con otros datos, a cómo se aprecian desde las
conferencias de prensa mañanera -transmitidas por televisión y YouTube en vivo
a todo el país- a como las aprecian la mayoría de los mexicanos, incluidos los
que votaron por el cambio y los que no lo hicieron así.
Lo cierto es que los índices de
aceptación con que comenzó la actual administración federal, en los hechos y el
día a día, se han ido disminuyendo, para transformarse en desilusión.
Posiblemente lo que más ha
decepcionado, es la forma en que se ha venido atendiendo la crisis económica,
el cómo se han manejado los recursos millonarios del gobierno, para destinarlos
a los mega proyectos favoritos del presidente López Obrador.
Empezando por la construcción del
aeropuerto en el estado de México, dejando en el abandono las obras que ya se
tenían avanzadas en la capital.
Pero también el llamado Tren Maya,
que todavía no se tiene claro, cuanto es lo que se está invirtiendo en su
construcción y si al final de cuentas justificará su operación para atraer al
turismo internacional.
El otro proyecto emblemático es el
de la construcción de la refinería en Dos Bocas Tabasco, que esta es la hora en
que siguen colocando los pilotes de la obra, en un terreno que cada vez que
llueve se les inunda.
Del llamado Ferrocarril del Istmo de
Tehuantepec, que ya se dijo que no va a ser un canal para cruzar mercancías y
cargas como el de Panamá, sino que se van a establecer parques industriales a
todo lo largo, para manufacturar productos.
Como esos son los proyectos
favoritos del presidente López Obrador, porque según habrán de ser un detonador
del desarrollo nacional, cuando se terminen, pues todos los recursos que se han
recortado al gasto público federal y hasta estatal, van a ser invertidos en las
mega obras del actual gobierno.
Otro de los factores que ha
incidido en la desilusión y el desencanto popular, es la forma en que se ha
venido atendiendo o desatendiendo el problema de salud de la pandemia del
COVID-19.
Aunque en un principio se nos
trató de hacer creer que la pandemia “nos vino como anillo al dedo” y que
incluso no era necesario usar el tapabocas, ahora con el transcurrir de los
meses y el creciente número de muertos, no se puede justificar el que no se
hayan tomado otras medidas para atenderla.
Porque por esa política de tratar
de convencernos de que todo está bien y que nada nos afecta, es que miles y
miles de personas han muerto.
Todos los días, se informa en
conferencia de prensa, a nivel nacional y estatal, de los casos de
fallecimientos, sospechosos, confirmados y quien sabe cuantas cosas más, pero lo
cierto es que se informan con datos y cifras, pero no se logra comunicar la
gravedad del problema y la necesidad de tomar las medidas precautorias.
Por eso es que cada vez más
numerosas familias, andan paseando por las plazas y centros comerciales, comiendo
en restaurantes y hasta celebrando fiestas, porque no creen y en consecuencia
no temen morir por la pandemia.
Para no ir muy lejos, hasta hace
unos meses, la noticia de que en nuestro próspero estado de Veracruz ya
rebasamos los cinco mil muertos, hubiera sido nota nacional e internacional,
pero ahora pareciera que es normal, que nos enteremos del fallecimiento de
algún amigo, conocido o hasta familiar.
La otra pandemia que nos afecta a
todos es la económica, independientemente de los negocios y empresas que han
tenido que cerrar, los miles de desempleados que han quedado en el abandono por
parte del gobierno para poder seguir llevando el sustento de sus familias.
En otros países en donde la
pandemia no les vino como anillo al dedo, se han venido destinando cantidades
millonarias, para ser entregadas a quienes se han quedado desempleados.
Pero no como un préstamo bancario
-disfrazado de apoyo- porque al final de cuentas se tiene que pagar, sino como
una forma de resolver el problema social.
Claro que en esos países, los
recursos del gobierno no están empeñados en proyectos faraónicos, sino que en
verdad, se destinan a resolver los problemas que enfrenta la población.
Que se supone, es lo que tiene que
hacer un gobierno democrático, atender a las necesidades reales del pueblo.
Pero como bien dice Pancho López
el filósofo de mi pueblo, el pueblo es sabio y el año entrante habrá
elecciones, donde seguramente se manifestarán las opiniones diferentes y se
habrá de valorar en la consulta que más cuenta, la del voto.
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