Los tres estudiaron en la Universidad Veracruzana, los tres presidieron el PRI estatal, los tres fueron legisladores federales y los tres pudieron cumplir su sueño de ser gobernadores.
Cuando se pensaba que despegaría con fuerza a nivel nacional, pues su amigo Ernesto Zedillo llegó a la presidencia y lo nombra procurador Agrario y coordinador de la Comisión para el Bienestar Social de Chiapas (tras el movimiento zapatista), se pelea con el presidente y parte la orden de encarcelarlo por lo hecho como gobernador, lo que sucede a finales de 1996. Sale de la cárcel y da vida a Convergencia, en 1999, que ahora es Movimiento Ciudadano, partido que después de ser aliado de López Obrador y del PAN, ahora está por lograr su mejor votación.
Quiso volver a ser gobernador y perdió las elecciones en 2004 y 2010, a cambio ha sido dos veces senador.
Miguel Ángel Yunes a fin de año cumplirá 69. Su primer cargo público fue agente del Ministerio Público, nombrado por el gobernador Rafael Hernández Ochoa, en cuya administración fue también presidente del Tribunal Fiscal y subdirector del Patrimonio. Ha sido tres veces diputado federal, la primera vez en 1991 y antes fue legislador local (1980-1983).
Fungió como secretario de Gobierno de 1992 a 1997 con el gobernador Patricio Chirinos, en cuyo tiempo también encabezó el PRI estatal en dos ocasiones.
En el 2000, al llegar la alternancia a México con el panista Vicente Fox en la presidencia, es nombrado director de Prevención y Readaptación Social federal y con Felipe Calderón es director del ISSSTE, para en 2010 renunciar y pelear la gubernatura de Veracruz, que pierde. En 2016 vuelve a buscar ser gobernador y gana la elección.
Hoy, tras sus fuertes choques con el entonces candidato a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador y la guerra sin cuartel para conservar la alcaldía de Veracruz, está en el ojo del huracán y con la posibilidad de ser perseguido y encarcelado.
Acaban de filtrar que, a través de un mensajero, pidió clemencia y piedad al Presidente, lo que para quienes lo conocen es algo no creíble. Pudo haber pedido paz, con otras palabras, pero eso de clemencia y piedad no figurarían en su vocabulario.
Fidel Herrera tiene 72 años y se inició formalmente en la política en tiempos del presidente Echeverría. Fue integrante de una comitiva encabezada por el entonces gobernador Rafael Murillo Vidal que fue a felicitar al candidato Echeverría y tuvo la suerte de dirigir el mensaje. Llamó la atención y se incorporó a la campaña, pero tuvo un aparatoso accidente carretero y no pudo continuar.
Ya Echeverría presidente, éste lo mandó a Inglaterra a estudiar y al regresar lo nombró dirigente del Movimiento Nacional Juvenil Revolucionario, iniciándose así su carrera política que incluyó ser cuatro veces diputado federal y oficial mayor de la Cámara de Diputados, coordinador de asesores en la Secretaría de Gobernación, presidente del PRI estatal en la campaña de Miguel Alemán Velasco, senador y gobernador a partir de 2004.
En 2015 lo nombraron cónsul en Barcelona (se dice que a petición de Javier Duarte), cargo que dejó al poco tiempo al tener que regresar para aclarar las fuertes acusaciones en su contra.
En marzo de 2018 sufrió un primer derrame cerebral del que iba recuperándose, pero volvió a sufrir al menos otro y ahora trascendió que vuelve a estar hospitalizado. Ha estado mal de salud, tan mal que se afirma que de plano su familia le quitó el teléfono celular (desde antes de la última hospitalización), lo que para los que conocen de cerca a Fidel saben lo que eso significa para un hombre con la hiperactividad del cuenqueño.
¿Qué sigue para estos tres veracruzanos, ahora en tan distintas circunstancias?, el tiempo lo dirá.