En días recientes, el Secretario de Gobierno, Ricardo Ahued Bardahuil, pronunció palabras que, dadas las circunstancias actuales de Veracruz, resuenan con particular fuerza: “Veracruz vale más que cualquier rencilla; Veracruz es más grande que cualquier ambición personal, política o económica.” Lo dijo con oportunidad, antes de que en la sede del Congreso Local comenzaran a asomarse tensiones y signos de violencia.
Su mensaje, cargado de un llamado a la madurez, la civilidad, el diálogo y el entendimiento, pareció, en ese momento, una voz aislada. Sin embargo, su gesto político —su mano extendida hacia todas las fuerzas y actores, incluso hacia quienes la propia administración estatal ha mantenido a la distancia— merece ser retomado con seriedad.
Hoy, yo acepto tomarle la palabra como compromiso y le estrecho la mano. Y lo hago en mi calidad de académico, a título estrictamente personal, como veracruzano por convicción y como universitario preocupado por la crisis que atraviesa nuestra Máxima Casa de Estudios: la Universidad Veracruzana (UV).
La UV acumula meses de tensión derivadas de la prórroga ilegal otorgada por la Junta de Gobierno al rector Martín Aguilar, extendiendo de manera irregular su mandato por cuatro años más. Esta acción, carente de sustento normativo y contraria al espíritu de los principios universitarios, ha generado incertidumbre y ha puesto en riesgo la estabilidad de una institución donde estudian y trabajan más de 90 mil personas.
A este clima se suman situaciones graves:
• Estudiantes que se han manifestado pacíficamente han sido intimidados, acosados o amenazados.
• Trabajadores que alzaron la voz han sido amenazados de ser despedidos.
• La estructura administrativa ha respondido con hostilidad, en vez de diálogo.
Nada de esto puede aceptarse como parte normal de la vida universitaria. La UV debe ser un espacio de pensamiento libre, no de miedo; de convivencia crítica, no de represalias.
La mano de Ahued y la necesidad de un cauce institucional
Por eso tomo, con responsabilidad y esperanza, el gesto político del Secretario Ahued. Su llamado al diálogo cobra doble relevancia en un contexto donde su propia voz ha sido, incluso, disonante frente al comportamiento de varios titulares de dependencias. Su propuesta no es menor: pedir que nadie encuentre puertas cerradas, de ningún partido o ideología, y recordar que el servicio público debe ejercerse sin ambiciones desmedidas.
Su postura abre una rendija institucional que Veracruz necesita aprovechar y por eso, respetuosamente, pero con firmeza, le solicito: Secretario Ricardo Ahued: exhorte a las instancias legislativas a realizar una interpretación auténtica de la normatividad universitaria. Éste es el mecanismo legal idóneo para resolver la confusión y la crisis interna de la Universidad Veracruzana. Una interpretación auténtica del marco jurídico universitario permitiría:
• Determinar con claridad los alcances y límites de la Junta de Gobierno.
• Confirmar que la prórroga otorgada carece de fundamento legal.
• Restituir la legalidad y legitimidad del proceso sucesorio.
• Proteger a la comunidad universitaria de prácticas discrecionales y represivas.
Además, abriría paso a la renovación de los integrantes de la Junta de Gobierno, estructura hoy desacreditada por su actuación, para que pueda emitirse una convocatoria legal y transparente para elegir a un nuevo rector o rectora:
Veracruz necesita legalidad y futuro, no rencillas.
Debo enfatizar que el propio Secretario dijo que “Veracruz vale más que cualquier rencilla” y que la función pública debe ejercerse desde la honestidad, no desde el poder por el poder. Sus palabras coinciden con lo que cientos de universitarios reclaman desde hace semanas: legalidad, respeto, diálogo, no violencia. La crisis de la UV no solo afecta a una institución; afecta al futuro de decenas de miles de jóvenes veracruzanos. Si no se atiende ahora, la fractura se profundizará y las consecuencias serán más graves.
Hoy, señor Secretario, usted ya dio un primer paso. Extendió la mano a las y los diputados, incluida la oposición. Ofreció diálogo, respeto y puertas abiertas. Yo, desde mi responsabilidad ciudadana y universitaria, le respondo con un apretón firme y con un llamado claro: aprovechemos este momento para encauzar institucionalmente la crisis universitaria. Busquemos juntos la interpretación auténtica que restituya la legalidad. Demos certeza a la comunidad académica y estudiantil. Devolvamos a la UV la estabilidad que merece.
La Universidad Veracruzana es más grande que cualquier ambición, y Veracruz, como usted dijo, es más grande que cualquier rencilla. Hagamos que esas palabras no se pierdan en el desierto: ¡Hagámoslas realidad!
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