IMPRONTA
Carlos Miguel Acosta Bravo*
La marcha de la Generación Z en 2025 tuvo una participación variada y se
realizó en varias ciudades del país, incluyendo Ciudad de México, Oaxaca, Puebla,
Morelos y otras. En la capital, fue una marcha convocada inicialmente por
jóvenes pero a la que se sumaron personas de diversas edades y sectores, con
comunidades indígenas, familiares de personas desaparecidas y médicos. En
total, miles de personas participaron, aunque en algunos estados como Morelos
la cifra fue más reducida (alrededor de mil personas).
La marcha que inició pacífica en la Ciudad de México terminó con
enfrentamientos violentos en el Zócalo cuando un grupo identificado como
"el bloque negro" dañó las vallas del Palacio Nacional, lo que
provocó una respuesta de la policía con gases lacrimógenos, extintores y
detenciones. Al menos 20 civiles y más de 100 policías resultaron heridos, y
hubo alrededor de 40 detenciones. Los enfrentamientos y el uso de la fuerza pública
fueron muy cuestionados, especialmente por la presencia de mujeres, hombres
jóvenes y niños en la manifestación. Se criticó fuertemente que un gobierno de
izquierda, cuyo poder y legitimidad derivan justamente de los movimientos
sociales, haya optado por la represión a través de la policía en lugar de
diálogo y contención pacífica.
Las lecturas que se hicieron del hecho señalaron que la incorporación de
grupos violentos empañó la protesta legítima, pero también se reprochó la
actitud policial desmedida, percibida como un uso excesivo de la fuerza para
contener un movimiento social que expresa descontento profundo y el cual
supuesto fue desintegrado por la entonces jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum.
Esto generó cuestionamientos sobre la coherencia del gobierno con sus orígenes
y promesas de respeto a la sociedad civil. Críticos y sectores sociales
demandan mecanismos que no repriman el disenso sino que lo incorporen como
parte de la democracia plural. Respecto a qué acciones debieran tomarse para
incorporar el descontento social y las expresiones de disenso, las propuestas
incluyen: Establecer mesas de diálogo abiertas con los convocantes y distintos
sectores movilizados para atender peticiones y construir acuerdos.
Promover espacios de participación ciudadana con transparencia y
seguimiento para evitar desinformación y rupturas. Fortalecer políticas
públicas basadas en derechos humanos y evitar la criminalización de la protesta
social.
Es necesario también capacitar a cuerpos de seguridad en manejo pacífico
de manifestaciones, especialmente cuando hay presencia de mujeres, niños y
jóvenes. Impulsar estrategias de educación cívica y social que reconozcan la
protesta como un componente legítimo de la democracia. Implementar mecanismos
institucionales para canalizar demandas sociales antes de que escalen en
movilizaciones que puedan derivar en violencia.
En suma, la marcha Z en 2025 mostró un amplio descontento social pero
también evidenció tensiones en la relación sociedad-gobierno en el manejo de la
protesta. La represión tuvo un alto costo simbólico y político para un gobierno
de izquierda, y la respuesta ideal implica abrir canales reales de diálogo y
participación para que el disenso se gestione democráticamente y sin
violencia.
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*Maestro en
comunicación por la Universidad Iberoamericana, de la cual formó parte del
cuerpo académico de la Licenciatura en comunicación, así como de la Universidad
Anáhuac, campús norte de CDMX.
