PLANA MAYOR
Gaudencio García Rivera
Con todos los agravios que cometió el expriista y ahijado de Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte, en su accidentado y sombrío sexenio, está a un paso de obtener su libertad por decisión de una jueza federal.
Las tres terceras partes de la sentencia de nueve años ya se cumplió en el Reclusorio Norte de la capital del país y en abril de 2026 cubrirá la totalidad de la pena. Pero sus abogados presionan para obtener su libertad anticipada por buena conducta.
Lo grave de este escabroso dossier es que ni la Fiscalía General de la República ni su par en Veracruz, se fueron a fondo con la acusación central del desvío de más de 40 mil millones de pesos, más los 21 mil millones que heredó de su tutor Fidel Herrera.
Aunque la Auditoria Superior de la Federación consigna dos cifras del daño al gobierno del Estado por 55 mil millones de pesos y el otro por 61 mil millones de pesos. El quebranto, hasta la fecha después de nueve años cometido, no ha sido resarcido.
No hay un expediente federal ni estatal que consigne el hoyo financiero que causó el histriónico y malvado de Duarte y sus testaferros al patrimonio económico del gobierno de Veracruz.
excepto los millonarios bienes inmobiliarios acumulados que se le aseguraron en distintos puntos del Estado y del país.
¿Por qué la fiscalía estatal en ninguno de los tres expedientes que se le abrieron a Duarte parcializó la acusación por el quebranto patrimonial de los 61 mil millones de pesos en lo que corresponde a los recursos estatales?
Con las declaraciones de los exsecretarios de Finanzas y Planeación -Sefiplan-, donde hubo récord de titulares de la dependencia estatal y del extesorero que se mantuvo más tiempo -tres años-, Antonio Tarek Abdalá Saad, compadre de Duarte, ¿por qué no se pulió la acusación contra el exgobernador?
La caída de Javier Duarte en la víspera del cierre del sexenio del priista Enrique Peña Nieto, por sus excesos de poder y actos de corrupción y complicidades con el crimen organizado, fue un escándalo después de que Peña Nieto se vanagloriaba de la nueva generación de gobernadores jóvenes, acabó con su paciencia y terminó pidiéndole su renuncia.
El mensajero de este capítulo quedó consignado en los entresijos del poder público. El hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, exsecretario de Gobernación, y actual senador del PRI, fue portador del mensaje presidencial a Duarte.
Javier, el joven político impetuoso impulsado y forjado por su padrino Fidel Herrera, por encima de Ranulfo –‘Tonicho’- Márquez Hernández, cuñado del rijoso Miguel Ángel Yunes Linares, y de Héctor Yunes Landa -exaspirantes a la gubernatura de Veraruz-, pataleo, hizo sus berrinches e hizo público sus aportaciones generosas a las campañas del PRI y sus regalos al presidente EPN.
De nada valieron sus reproches. La decisión presidencial ya estaba tomada. Su salida del gobierno de Veracruz sería negociada. Dejaría el gobierno de Veracruz, pero conservaría los millonarios recursos económicos que desvío a su cuenta personal y la de sus compinches.
Pero de la comodidad y de la su exesposa Karime Macías, del trato VIPS en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, encontró la tranquilidad que le dio el talibán de Macuspana del ahora partido oficial de Morena. Un trato sinigual, cordial y nuevos beneficios como presidiario VIPS, cuentas bancarias descongeladas y manga ancha para utilizar las redes sociales, que ningún reo tiene.
¿Qué negocio con Morena y con la FGR? Pronto sabremos, el próximo 19 de noviembre, el corolario de su liberación anticipada o su salida para abril de 2026. Cuatro denuncias, tres del fuero común y una del fuero federal, que pesaban contra Duarte, curiosamente prescribieron o no tuvieron sustento.
Por lo pronto, las víctimas de los desaparecidos, deudores, empresarios, la servidumbre de la Casa Veracruz y una larga cola de agraviados en Veracruz, lo esperan para reclamarle los muertos que dejó en la entidad y las deudas millonarias que causó para engrosar sus cuentas bancarias personales y las de su clan.
Las resoluciones de los jueces han quedado en el limbo en beneficio de todos los actores del Duartegate. El final del mofletudo exgobernador está por escribirse en los últimos días del aciago invierno de 2025. Y más lo agravios que se acumulen.
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