VERACRUZ, Ver., 2 de noviembre de 2025.
— El deterioro urbano en el primer cuadro del Centro Histórico del puerto de
Veracruz se ha convertido en un problema visible y preocupante. Decenas de
casas y edificios antiguos, algunos en ruinas, permanecen abandonados desde
hace años, sin que hasta el momento exista un censo público o una estrategia
integral por parte del ayuntamiento para atender su conservación o
rehabilitación.
Los inmuebles en cuestión —ubicados principalmente en
calles aledañas al zócalo y al malecón— representan no solo un daño a la imagen
urbana del principal destino turístico de la entidad, sino también un riesgo
para los peatones que transitan por banquetas junto a construcciones con muros
fracturados, techos colapsados o estructuras a punto de derrumbarse.
Según testimonios de vecinos y comerciantes del centro, la
mayoría de estos edificios se encuentran abandonados debido a dos causas
principales: la falta de recursos económicos de sus propietarios para realizar
labores de mantenimiento, y el burocratismo excesivo que enfrentan al intentar
restaurarlos por encontrarse dentro del perímetro considerado “zona de
patrimonio histórico”. Aunque no todos los inmuebles poseen valor
arquitectónico o relevancia histórica comprobada, su ubicación dentro del
Centro Histórico obliga a los dueños a solicitar permisos y cumplir con
procedimientos administrativos que suelen ser largos y costosos.
A la fecha, no existe información pública que confirme si
el Ayuntamiento de Veracruz cuenta con un registro actualizado del número de
edificaciones en abandono o en riesgo estructural. Tampoco se ha precisado si
la Dirección de Protección Civil municipal o el Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) han realizado inspecciones recientes en la zona.
La falta de coordinación entre autoridades municipales, estatales y federales
agrava la situación.
Especialistas en conservación urbana consultados por este
medio coinciden en que la problemática requiere una acción conjunta. “El
abandono del patrimonio edificado no solo afecta la seguridad de los ciudadanos,
sino también la memoria visual y el atractivo económico del puerto”, señaló un
arquitecto veracruzano con experiencia en proyectos de restauración. Agregó que
“muchos propietarios simplemente no pueden costear las reparaciones y prefieren
dejar que el tiempo destruya los inmuebles”.
El impacto de este abandono se refleja en la percepción
social. Visitantes nacionales y extranjeros, al recorrer el centro, se
encuentran con fachadas descascaradas, muros con grafitis y estructuras
deterioradas que contrastan con los edificios rehabilitados del malecón y la
zona turística. Comerciantes y habitantes del área coinciden en que el descuido
urbano desalienta el turismo y contribuye a la inseguridad, pues algunos de
estos espacios son utilizados como refugio temporal por personas en situación
de calle o como puntos de riesgo sanitario.
La Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, en
su capítulo sobre responsabilidad social de los medios, establece la obligación
de promover contenidos que fortalezcan la cultura cívica y el respeto al
entorno urbano. En ese sentido, la denuncia pública sobre el estado del Centro
Histórico busca generar conciencia ciudadana y exigir la intervención
coordinada de las autoridades competentes.
El hecho de informar sobre el deterioro de espacios
públicos no debe tener un fin alarmista, sino constructivo. En ese contexto, la
sociedad veracruzana plantea alternativas viables: desde campañas de limpieza y
pintura, hasta la implementación de incentivos fiscales para propietarios que
restauren sus inmuebles o los destinen a proyectos culturales y comerciales
sustentables.
Por su parte, expertos en gestión patrimonial subrayan que
el rescate de estos espacios no necesariamente implica grandes inversiones.
“Con una estrategia de mantenimiento básico y un programa de pintura de
fachadas se podría mejorar significativamente la imagen del centro”, opinó otro
especialista. Sin embargo, advirtió que “sin una política pública clara, los
esfuerzos aislados resultan insuficientes y el deterioro continuará avanzando”.
El Centro Histórico de Veracruz, declarado zona de valor
histórico por el INAH, comprende alrededor de 200 manzanas con edificaciones
que datan de finales del siglo XIX y principios del XX. Aunque su potencial
turístico es enorme, su descuido amenaza con convertir el corazón del puerto en
una zona de ruinas urbanas.
Hasta ahora, el Ayuntamiento no ha emitido un comunicado
oficial respecto a la posibilidad de iniciar un programa de rescate o limpieza
de fachadas. Mientras tanto, caminar por sus calles principales —como
Independencia, Zaragoza o Landero y Coss— revela un paisaje donde conviven la
historia, el abandono y la desidia administrativa.
En un puerto que ha sido símbolo de apertura, comercio y
vida cultural, el estado actual de sus edificios históricos constituye un
recordatorio del paso del tiempo, pero también de la urgencia de políticas
públicas efectivas que preserven la identidad y el patrimonio visual de
Veracruz.
