Sin tacto
Por Sergio González Levet
Sigo contando el viacrucis que pasó una amable lectora, que me platica la fea manera en que fue tratada en el área de consultorios dentales de la Clínica 10 del IMSS ubicada en Xalapa.
Durante la primera consulta a la que asistió, solamente le hicieron su hoja clínica y una dentista le hizo una revisión rápida y superficial, que le alcanzó para decirle que tenía una muela fracturada, otra a punto de caérsele y que padecía de una periodontitis muy avanzada, por lo que tendría que asistir a varias citas para completarle el tratamiento.
Así que le dio las gracias y le indicó que pidiera la siguiente cita con la recepcionista. Ya dije ayer que la malhumorada empleada le puso la siguiente visita para un mes y medio después y le adujo que no tenía algún lugar disponible antes. La paciente le comentó que a ese paso iba a terminar su compostura en más de un año, porque necesitaría de menos unas 10 visitas, según le había comentado la odontóloga. También le hizo ver que tenía una infección en las encías que debía ser tratada con prontitud, pero recibió solamente como respuesta que era imposible que asistiera antes.
Desde su casa por la tarde de ese día, la derechohabiente entró a la aplicación del IMSS Digital y se encontró con que había disponibilidad de citas prácticamente toda la semana, así que generó una para dos días después.
Acudió en la hora y la fecha en que le había indicado la aplicación y se encontró con el enojo de la recepcionista.
—Usted no puede hacer citas por Internet —le dijo como saludo de bienvenida—, solamente las puede hacer conmigo personalmente.
—Disculpe, pero pregunté en la atención telefónica del IMSS y me dijeron que precisamente debía concertar mi cita a través de la aplicación y nunca de manera presencial —explicó la visitante.
La empleada de la Clínica 10 le dio el pase para la consulta con muy malos modos y le insistió en que no debía solicitar nada por Internet. Entró por fin a ser atendida y una dentista la sentó en un sillón y le dijo que le iba a hacer una profilaxis. Empezó la doctora a hacer su trabajo en los dientes de abajo, y a los diez minutos cuando mucho le dijo que con eso había concluido su sesión, y que pidiera la siguiente cita para hacerle la limpieza de los dientes superiores.
Ya se imaginará usted que volvió la burra al trigo y la enojona de la entrada le marcó la siguiente visita para un mes y medio después. Ella trató de explicarle que así nunca iban a terminar de arreglarle la boca, pero ella no tuvo miramiento alguno. Solamente le explicó que en caso de que quisiera una cita tendría que presentarse antes de las 7 y media de la mañana, para ver si alcanzaba alguno de los tres lugares que destinaban para enfermos con alguna urgencia.
Nuestra señora determinó ponerse a ahorrar para ir con un dentista privado y así salvar de alguna manera su boca y su vida.
Eso sí, presentó una queja y espera que algún funcionario responsable le dé alguna contestación.
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