Por:
Billie J Parker Méndez
Generaciones
Podridas
“El mundo se divide en dos lados: Uno abundante y otro
escaso” y entre ellos un proceso para seleccionar a “los mejores”. A los 20
años cada persona tiene una oportunidad. Los elegidos por el sistema nunca
volverán al mundo ordinario y “constituyen el tres por ciento”.
Este pequeño grupo irá al mundo perfecto, donde la
injusticia no existe. Los candidatos son inducidos a creer que su existencia en
un mundo miserable y violento deriva de la envidia y el resentimiento social, ideales
de grupos de oposición que enarbolan “una falsa igualdad y difusión de ideas
populistas”, para destruir la “tierra idílica”.
Así inicia 3%,
una serie brasileña de TV de paga, que muestra
una sociedad idealizada inexistente, distópica. Una “utopía negativa”, donde la realidad transcurre en
términos antiéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad “hipotética
indeseable.
Ante
la crisis de la Modernidad, que crea diversas patologías de civilización, es necesario analizar el nuevo paradigma: “El
mundo de los que mandan y los que obedecen”, el regreso del darwinismo social, la
“supremacía del más fuerte”. Uno es el mundo del progreso para unos cuantos y
otro el de la devastación para la mayoría.
A falta de nuevos modelos los grupos del poder crean este sistema
de dominación de la población. Ahondan la desigualdad mientras matan lo humano.
La serie de suspenso y ciencia ficción, tiene como punto de
partida la desigualdad social, la repartición de la riqueza en unos cuantos que
acceden a través del proceso de selección sobre quien es más deshonesto y el
uso de la violencia como herramienta para escalar en la lucha de clases.
Propios y extraños registran, en el programa de TV una
“alerta”, que exhibe el estado de las cosas en una civilización que se enfila
rápidamente a su extinción. Solo el tres
por ciento (y en base a su comportamiento egoísta en un proceso de selección) accede
a esa comarca ideal. Ese pequeño porcentaje que muchos mexicanos pensantes, ubican
a las nuevas generaciones de políticos que se formaron bajo la tutela de la
vieja guardia de esa élite. Generación podrida por codicia.
El mensaje de la serie convoca al urgente cambio personal y
global. Escaparse del egoísmo que aportó
el capitalismo salvaje, acabar con esas generaciones perdidas y podridas que
dieron como resultado incubaciones como Javier Duarte y Karime Macías, quienes exhiben
que no se conduelen de la crisis humanitaria que generaron en Veracruz.
Observar a Karime Macías en su impune y desfachatada
estancia en Londres ofende, pero hay que asumirlo, no son productos familiares
sino sociales, resultados de las generaciones empobrecidas por la falta de
ética y moral. Psicópatas funcionales escogidos en un proceso de selección de
los partidos políticos, que así los encumbra.
Encaro en este texto a la generación perdida de jóvenes
gobernantes mexicanos que se dedicaron saquear al país como resultado de una
anomia social gestada en la década de los 80s, que se extendió por las crisis recurrentes que
agravaron la desigualdad, (nuevo paradigma utilizado por el poder) dejando sin oportunidades
a las nuevas generaciones,
sentenciándolos a vivir violencia y muerte.
Peña Nieto en el 2012, durante su campaña electoral, presumía
a los gobernadores de Veracruz, de Quintana Roo y al de Chihuahua, Javier
Duarte Beto Borge y César Duarte, como ejemplos "del nuevo" PRI, y se convirtieron en la generación más
corrupta de la historia,” la de la desgracia nacional”. Huelga insistir, no son
privativas del PRI, lo mismo acontece en todos los partidos políticos. Revise
los slogans y acusaciones de campaña que los evidencian.
Los mandatarios de los últimos sexenios desde Miguel de la
Madrid hasta Peña Nieto son presidentes corresponsables,
al igual que las generaciones de gobernantes y políticos que los precedieron, que
los formaron y dejaron como sucesores, causando la mayor crisis de
gobernabilidad en México, con un alto costo de dolor e inseguridad.
Una
élite política que dice perseguir falsamente a sus judas, y que no están al
margen de conductas impúdicas. Emplean argucias legaloides para violentar el
debido proceso en su contra para simular justicia, dejándoles la ventana
abierta para pactar.
Veracruz sabe de esto más que otras entidades. En la puerta
al mundo se gestó el clímax de esta generación podrida, ética y moralmente. Los
ahora prófugos de la justicia y encarcelados están acusados de corrupción y
desvío de dinero público pero, no pagan por sus actos. Nada han devuelto, ni
las vidas, ni la tranquilidad, ni nada de lo que se llevaron, siguen en la
cúpula de los enriquecidos del 3 por ciento.
Ofende observar las risas cínicas de los gobernantes tras
las rejas, el histrionismo de los que los persiguen y extorsionan, buscando
pactos que les reditúen a su peculio, la
corrupción rampante sabiendo que la muerte y la miseria han generado un
estancamiento y hasta retrocesos sociales, sin provocar una reacción
responsable de la clase política, la cual hasta ahora ha actuado con el
oportunismo, avaricia e indiferencia que los caracteriza, sobre la sangre,
sudor y lágrimas de millones de desamparados.
Más allá del linchamiento de las violencias institucionales
y en redes sociales contra la pareja Duarte, la serie de televisión pagada, que
aludí al inicio de esta reflexión, alerta sobre la creación de estas generaciones
podridas. Impidamos su ejemplo, nos toca rescatar nuestra sensibilidad social,
pensar en el prójimo, reivindicarnos como seres humanos y no dejar que esta
corrupta minoría “selecta” siga gobernando.