Francisco Berlín Valenzuela*1 Juan Pablo Calderón Patiño**
Los
electores mexicanos participantes en el proceso electoral que se está llevando
a cabo para elegir al presidente de la república, el 1 de Julio, se enfrentan a
un conflicto existencial para resolver el problema de indecisión y duda que les
provoca esta elección y que muy bien podría sintetizarse en la frase del
soliloquio de William Shakespeare, contenido en el acto tercero, de la escena
primera, expresada en la célebre cita universal: “TO BE O NOT TO BE” (SER O NO SER).
Esto es así, porque en los actuales
momentos políticos de la nación, la cuestión de ser o no ser, resume, las inquietudes
políticas que les generan los candidatos de los distintos partidos,
representantes de muy diversas y antagónicas posturas, que en muchas ocasiones no
coinciden con el querer ser político de los electores.
Las campañas que están realizando los
contendientes, han provocado una situación de incertidumbre, preocupación y angustia
al estar la sociedad sometida a un intenso bombardeo por los medios de
comunicación, que pretenden hacerles llegar los mensajes propagandísticos de
los diversos partidos y sus representantes. La indecisión al no tener
clarificado lo que más conviene a la República, parece ser una enfermedad de
nuestra democracia, en la cual la carencia de candidatos de excepción, conduce
a “votar por el menos malo”, sin soslayar que todos ellos tienen amistades
negativas, colaboradores de dudosa reputación, acciones censurables, herencias
partidistas que avergüenzan y un ejército de zánganos vividores de la política.
Visto objetivamente el asunto, la
disyuntiva se plantea entre dos vocablos que tienen distintos significados para
la ciudadanía y que concretan sus aspiraciones de seguir en el mismo camino o
por el contrario escoger otro rumbo. El primero se logra a través de la continuidad y el segundo mediante la alternancia. La continuidad del candidato
oficial es más una conservación automática de privilegios, que hoy en el
presidente saliente, registra un alto índice de desaprobación ciudadana.
Por el contrario, la alternancia en
política presupone el acceso al poder de fuerzas sociales diferentes a las que
vienen gobernando, las cuales pretenden introducir cambios en las
administraciones públicas que no son del agrado de los electores. La
experiencia habla que las dos alternancias que abarcan del año 2000 al 2012, fueron
sólo de partido político y que dejó intactas las formas y cimientos del régimen,
que hoy parece estar en agonía. En ese sentido, algunos de los candidatos
provocarían una verdadera alternancia.
En el escenario actual en que se
desenvuelven las campañas políticas, se advierten en los tres principales
contendientes, enfoques diferentes sobre el presente y el porvenir de la nación. Las propuestas que los candidatos independientes
vienen haciendo, han sido de escasa penetración en la ciudadanía, lo que tal
vez motivó a Margarita Zavala a salirse de la contienda, dejando solo a Jaime
Rodríguez.
Se han
considerado estas candidaturas independientes como desiguales e inequitativas
con respecto a los candidatos partidistas y la asignación limitada de recursos,
lo que está perfilando el fracaso de este experimento, lo cual conducirá
finalmente a derruir la confianza en el frágil sistema electoral mexicano.
Cada
uno de los candidatos de los partidos políticos en pugna, representan posturas
que tienen que ver con el dilema que el pueblo tendrá que resolver el día de la
elección, que no es otro, que el de ser o no ser, es decir, ser partidario del
continuismo o por el contrario del cambio y la alternancia política.
El
pueblo al tener conocimiento de las propuestas de los contendientes en pugna,
se manifiesta escéptico, porque ha aprendido a no creer en las promesas de los
políticos y menos aún de los candidatos, ya que sabe muy bien que en esta
materia “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”, pues
éstas carecen de significado si no van secundadas por las obras que las
respalden y las hagan creíbles. Los electores tienen presente que las promesas
que se les han hecho de aprobar reformas energéticas, se han visto frustradas
por el aumento de precios de los combustibles que a continuación siguieron; que
los precios de los alimentos en lugar de bajar, como se les había ofrecido, se
han elevado a tal grado que cada día les es más difícil el poder subsistir en condiciones
decorosas y que los salarios que perciben se achican cada vez más por la
constante inflación de precios que padecemos.
Del
análisis de algunas de sus principales propuestas, se infiere que existen
algunas coincidencias y variadas divergencias, muchas de las cuales pueden ser
consideradas como expresión de continuidad y otras por el contrario, como
manifestaciones de cambio y alternancia en el ejercicio del poder político en
nuestro país.
Seguramente, los electores se preguntarán qué
partidos representan la continuidad en las políticas públicas y tal vez la
mayoría coincida en que José Antonio Meade, se ajusta más a las tendencias de
continuidad política al ser postulado por el partido en el poder, el Partido
Verde y el Partido Nueva Alianza, así como por los miembros del gobierno al que
ha pertenecido últimamente.
Por el contrario, el imaginario colectivo
parece coincidir en que los candidatos que desean un cambio en las políticas
públicas, y la alternancia en el poder son, fundamentalmente Andrés Manuel
López Obrador, postulado por el partido MORENA, el Partido del Trabajo y el
Partido Encuentro Social y Ricardo Anaya Cortés representante de la Coalición
por México al Frente, integrada por el PAN, lo que queda del PRD y el
Movimiento Ciudadano, aunque los matices y orientación de los cambios que ambos proponen
van por rutas diferentes.
Corresponderá a los electores resolver el
dilema que esta elección les plantea, siendo por una parte, la de votar por los
representantes que parecen favorecer la continuidad, los cuales se enfrentan a
una elección muy difícil para ellos por el gran hartazgo que se ha producido en
la población y el desprestigio de los partidos que los apoyan por políticas
gubernamentales erróneas, apartadas de los intereses de las mayorías y
prácticas corruptas consentidas.
Por otra parte, los miembros del cuerpo
electoral tendrán la oportunidad de votar por los candidatos partidarios de la
alternancia y el cambio, con el propósito de darle a la nación un nuevo rumbo,
que erradique las patologías políticas que atribuyen a los últimos regímenes de
gobierno y devuelvan a los ciudadanos la fe en la política y los políticos, que
están en su más bajo nivel.
Como en toda democracia al pueblo y sólo al
pueblo, le corresponderá elegir a los nuevos gobernantes, los cuales deberán trabajar
intensamente para acortar la dramática brecha existente entre la sociedad civil
y el gobierno.
¡Gracias
por compartir!
*Doctor en Derecho, autor de libros de Derecho Electoral y
de Derecho Parlamentario, Profesor-Investigador Emérito de El Colegio de
Veracruz.
**Doctor en Ciencia Política por El Colegio de Veracruz, Internacionalista
por la Universidad Iberoamericana y articulista en publicaciones
nacionales.