En Xalapa vivimos en el caos urbano y creo que mucha gente no sabe vivir de otra forma.
Señalo eso porque, por dar un ejemplo, por las calles de la capital veracruzana circulan, en motos y automóviles, miles de jóvenes que no respetan los reglamentos de tránsito porque, más allá de que no los conocen, no hay quien desde hace años los meta en orden.
Crecieron y luego empezaron a manejar sin conocer a los agentes de Tránsito porque en Xalapa casi no hay elementos de esa corporación y al haber muy pocos su labor se concentra en uno que otro lugar, en zonas de obras importantes y en hacer presencia luego de accidentes. No hay patrullajes, no hay supervisión, por lo tanto mucha gente maneja como quiere bajo un único reglamento, su conveniencia.
El ayuntamiento tiene contratados alrededor de 60 agentes de vialidad, de los cuales unos 10 son peritos, por lo tanto los 50 restantes deben distribuirse en dos turnos más el nocturno y no debe olvidarse que hay descansos y ausencias por enfermedades.
Debe tomarse en cuenta que por las calles de Xalapa circulan más de 200 mil vehículos, entre autos particulares y los del servicio público, más unas 29 mil motocicletas.
¿Qué pueden hacer contra esa carga vehicular menos de 20 agentes de Tránsito por turno? Por eso no se le ve.
Mientras tanto los choferes de los camiones urbanos se estacionan en doble fila, circulan a gran velocidad o peligrosamente echan los carros para rebasar.
Además hay taxistas que se adueñan de zonas y se creen propietarios de las calles, en tanto motociclistas también manejan como quieren, poniéndose en peligro y haciendo peligrar a otros.
Hay estimaciones -y no son las más elevadas- en el sentido de que se pierden más de 600 millones de pesos anualmente por el terrible tráfico vehicular xalapeño.
Y no hay autoridad que ponga orden.
La ciudad también padece de fuertes contaminaciones auditiva y visual.
La visual es terrible. Las empresas de servicios de internet y televisión son las dueñas del espacio aéreo urbano. Por todos lados tienen una telaraña de cables e interrumpen el tráfico cada vez que desean para hacer sus arreglos o hacer nuevas conexiones.
Comercios y prestadores de servicios se han apropiado de postes, árboles, bardas, parques, camellones, puentes, banquetas y demás estructura urbana para hacerse publicidad y no hay autoridad que los frene.
Propietarios de casas se han adueñado de estrechas banquetas colocando árboles y plantas para impedir o dificultar el paso de peatones y así tener más privacidad frente a sus domicilios. Otros colocan letreros restrictivos (como esos que indican que ahí vive alguien con discapacidad) para evitar que los automovilistas se estacionen, siendo que no hay nadie discapacitado.
Los apartados de espacios para estacionarse en las calles, con cubetas, piedras y demás objetos, siguen por toda la ciudad.
La construcción de fraccionamientos en lugares con problemas ha bajado, pero porque casi ya no hay tierra disponible en Xalapa y esa problemática se ha trasladado al municipio vecino de Emiliano Zapata.
Xalapa es la ciudad del caos desde hace varios años y las nuevas generaciones no conocen otra forma de vida.
Daniela Griego, quien empezará su gestión como alcaldesa a partir del primero de enero de 2026, puede fijarse como meta darle orden a Xalapa. No sería una tarea sencilla, al contrario, sería una labor desgastante, pero le daría otro rostro a la capital de un gran estado como es Veracruz.