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sábado, 27 de septiembre de 2025

LOS MISTERIOS DEL DESTINO

 ADELANTE


Un día como hoy, el 27 de septiembre de 1975, viajábamos cuatro amigos en un automóvil, manejado por el periodista Gregorio Navarrete Cruz, rumbo a la Ciudad de México.
Charlábamos alegremente sobre mil y un temas, contábamos anécdotas y bromeábamos.
Yo iba en uno de los asientos posteriores, atrás del copiloto, Rodolfo Poblete Dolores. Junto a mí, Wilfrido García Ortiz, oriundo de Soledad de Doblado, hermano de Orlando García Ortiz.
Por unos instantes dejamos de hablar. De reojo vi que Willy dormitaba, decidí no interrumpir su descanso, y mejor contemplar el árido y desolado paraje de ambos lados de la cinta asfáltica. De repente, en una curva cercana a Tepeaca, Puebla, surgió un Torton color naranja que invadió nuestro carril de circulación. Y grité:
--¡Cuidado, Goyo!
El impacto nos lanzó fuera del camino y el coche dio varias volteretas antes de quedarse detenido a unos 40 metros de distancia, con las llantas hacia arriba, en medio de una nube de polvo y cristales rotos.
Mientras el auto caía dando tumbos, pensé horrorizado y recordando las películas gringas de acción:
--¡Dios mío, vamos a estallar en llamas y moriremos calcinados!
Intenté salir y no pude. La puerta se había trabado. Pedí ayuda a Goyo, que había salido tambaleante. Abrió y de inmediato preguntó por Willy. Se le aproximó, un hilillo de sangre le brotaba de una oreja y le escurría por el cuello. Le tomó el pulso y dijo:
¡Está muerto! ¿Dónde está Poblete?
Se hallaba sin sentido como a 20 metros, con la cara al sol y los brazos en cruz.
Dedujimos que se había abierto la portezuela y salido disparado.
No sé de dónde aparecieron tantos curiosos en cuestión de minutos. No había casas en los alrededores del páramo.
Poblete se salvó en aquella ocasión y falleció hace unos años.
Goyo perdió la vida 5 años después en un accidente de tránsito cuando venía de Veracruz a Xalapa.
Yo resulté con una herida en la cabeza y otra en el brazo derecho. La cicatriz no se me ha borrado.
Medio siglo después reflexiono:
--Si yo hubiera muerto en aquel choque, no tendría la familia que tengo, ni los amigos que he conocido. No habría sido director del Diario de Xalapa y de otros periódicos ni el reportero que soy.
Y si Willy hubiera sobrevivido, ¿qué sería de su vida en este momento?
Son los misterios de la existencia que nunca vamos a desentrañar.
Hoy recuerdo con cariño a Willy, Goyo y Rodolfo, tres de los primeros grandes amigos y colegas que conocí cuando llegué a Xalapa.
QEPD.