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domingo, 28 de septiembre de 2025

El agradecimiento

 Ruan Ángel Badillo Lagos


En una época secular y pluralista, el ser humano permanece culturalmente situado entre la naturaleza y la cultura. Se busca excluir a Dios de todos los ámbitos y convertir al hombre en un ser individualista, egocéntrico y egoísta, sin gratitud hacia la vida ni hacia quienes lo han acompañado y ayudado.

Hoy muchas personas orientan su vida sin necesidad de Dios; numerosos ciudadanos no lo consideran indispensable para comprender la existencia. Surge un rostro nuevo, la falta de agradecimiento. Incluso el propio individuo se pregunta “¿agradecer a quién?, si es mi vida y puedo hacer lo que me plazca”. Entienden la vida como un derecho. No hace falta ir lejos para comprobarlo, esta carencia de gratitud está presente en ciudades, hogares, espacios de convivencia e incluso en comunidades de fe. Ya no se considera necesario agradecer ni hay destinatario de ese acto, todo parece asumirse como un derecho intrínsecamente ganado.

El agradecimiento es el acto de apreciar y valorar cosas, personas y beneficios recibidos, tangibles o intangibles. Es un estado mental y, sobre todo, espiritual que permite reconocer la bondad de Dios en la vida, además de inspirar el deseo de corresponder. Practicarlo fortalece la salud mental, propicia la felicidad, genera efectos biológicos positivos y refuerza el espíritu en relación con los demás.

Dedicar unos minutos cada día a orar y preguntarse por qué estar agradecidos puede convertirse en un hábito y luego en virtud. Este ejercicio forma un corazón dispuesto a la gratitud después del encuentro personal y con Dios, incluso por aquello que se considera no recibido. Resulta esencial atender los pequeños momentos y lo cotidiano de la vida, descubrir lo positivo, aumentar la fe y expresar gratitud tanto a quienes ayudan o favorecen como a quienes se oponen, pues, por gracia de Dios, también impulsan el crecimiento y la madurez.

El ser humano es, ante todo, un ser vivo de carne y hueso, social e individual, con la capacidad de decidir en libertad de ser agradecido o no. Por ello, conviene pulir el corazón, ayudar a otros a reconocer y valorar la salvación ofrecida por Dios, y agradecer a quienes han acompañado en el camino de la vida. En todas las culturas el amor se expresa mediante el agradecimiento. Hablar de gratitud en el corazón es signo de despertar a una vida agradecida. Es necesario evitar las voces que insisten en reclamar derechos sin reconocer la necesidad de agradecer.

Hoy resulta indispensable crecer en la gratitud para formarse y responder a una época secularizada y plural. Se requiere sumergirse en la interioridad y manifestar gratitud en todo momento.