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martes, 23 de septiembre de 2025

El café veracruzano rumbo a Marte… y el bochorno político en la Tierra

Por Miguel Ángel Cristiani

Tiene toda la razón mi colega Fany Yépez cuando apunta que ya es tiempo de empezar a cortar las manzanas podridas dentro de la administración pública estatal. Lo que vimos recientemente en el Congreso de Veracruz, es un síntoma preocupante de una enfermedad que corroe la vida pública: la frivolidad, la ignorancia y la falta de respeto a la ciudadanía.

En tribuna, la diputada local de Morena, Victoria Gutiérrez Pérez, sorprendió no por la solidez de sus argumentos ni por la pertinencia de sus propuestas, sino por afirmar –con toda la seriedad del caso– que “en Veracruz se construyó una nave espacial que viajará a Marte”. Y para redondear el despropósito, agregó que el propósito de semejante hazaña sería llevar café veracruzano al espacio, para “aromatizar” el cosmos.

A primera vista, podríamos tomar la intervención como una anécdota chusca, digna de una comedia política. Pero el asunto es más grave. Cuando un legislador toma la máxima tribuna del Estado para difundir ocurrencias sin sustento, se degrada la función parlamentaria y se ofende la inteligencia de los ciudadanos.

Un Congreso no es un café-concierto ni una tertulia improvisada. Es el espacio donde se discuten leyes, se fiscaliza al gobierno y se representa a la sociedad. Y en ese contexto, declarar que “científicos veracruzanos ya construyeron una nave espacial con rumbo a Marte” no es un simple desliz retórico: es una muestra del desprecio por la verdad, la falta de rigor y la ausencia de preparación que debería exigirse a cualquier representante popular.

No es la primera vez que en México escuchamos declaraciones que rozan el absurdo. Recordemos a legisladores que aseguraban que el Covid podía combatirse con “detentes religiosos”, o a funcionarios que recomendaban tés milagrosos contra enfermedades graves. Pero lo de Veracruz es un salto al vacío: ya no hablamos de ignorancia científica, sino de una especie de ficción política que raya en el delirio.

La anécdota, aunque risible, debe interpretarse como un reflejo del deterioro de los estándares mínimos en la política. El Congreso estatal no puede convertirse en escenario de ocurrencias. No es un foro para alimentar egos ni para buscar aplausos fáciles. Quienes llegan ahí deben estar obligados, por ética y por responsabilidad, a preparar sus intervenciones con datos verificables, fuentes confiables y propuestas concretas.

Mientras la diputada fantasea con naves espaciales y café interplanetario, Veracruz enfrenta problemas terrenales urgentes: inseguridad, crisis en los sistemas de salud y educación, migración, pobreza y abandono en el campo. La caficultura misma –de la que se supone hablaba la legisladora– padece plagas, bajos precios, intermediarios abusivos y la falta de apoyos técnicos y financieros reales.

¿Cómo hablar de llevar café a Marte cuando miles de productores en Coatepec, Huatusco, Córdoba o Zongolica luchan cada día por sacar adelante sus cosechas con precios de miseria? ¿Cómo distraerse en relatos de ciencia ficción cuando la política pública para el campo sigue siendo insuficiente y, en muchos casos, meramente propagandística?

Si no fuera un asunto tan serio, podríamos reírnos del episodio. ¿Qué sigue? ¿Un plan para que los astronautas desayunen tamales de Elote en la Estación Espacial Internacional? ¿O la creación de un “Café del Bienestar” intergaláctico para congraciarse con la narrativa presidencial? El sarcasmo ayuda a soportar el bochorno, pero no debe ocultar el trasfondo: estamos ante una clase política que parece haber olvidado que gobernar exige preparación, respeto y responsabilidad.

Por eso es acertado decir que llegó el momento de cortar las manzanas podridas. No se trata de linchar mediáticamente a una diputada, sino de exigir rendición de cuentas y mínimos de calidad política. La sociedad veracruzana merece representantes serios, comprometidos con la verdad y con la solución de problemas reales. No bufones que transformen la tribuna en escenario de improvisaciones grotescas.

El Congreso debe ser ejemplo de rigor democrático, no de improvisación. Y es deber de los partidos políticos revisar a quién postulan, porque la política no puede seguir siendo botín ni pasarela de improvisados, comadres y amiguis.

La imagen de una nave espacial hecha con “manos veracruzanas” rumbo a Marte quedará como anécdota. Pero el verdadero viaje pendiente es aquí, en la Tierra: el trayecto de Veracruz hacia una política más seria, más honesta y más responsable.

Mientras los discursos se llenan de ocurrencias, los ciudadanos siguen esperando respuestas. No necesitamos cohetes a Marte ni cafés interplanetarios: necesitamos soluciones terrenales, concretas y urgentes. Y sobre todo, necesitamos representantes que entiendan que la política es un servicio público, no un espectáculo de feria.

Al final, la pregunta es inevitable: ¿seguiremos tolerando que la frivolidad reemplace a la responsabilidad? Ojalá que la próxima vez que una diputada suba a tribuna, no sea para narrar cuentos de ciencia ficción de Julio Berne, sino para legislar con los pies en la tierra y con la mirada puesta en la dignidad de los veracruzanos.