Perfilando
Por Iván Calderón
Veracruz no solo fue el escenario de un informe
presidencial, para nada. Este domingo, en el estadio Beto Ávila, se escenificó
algo más profundo, la revalidación política de Rocío Nahle García como una de
las figuras más sólidas de la 4T.
Le explico.
Frente a más de 30 mil personas, la presidenta
Claudia Sheinbaum abrió su mensaje con un reconocimiento que no sonó a
cortesía, sino a definición: “Gracias a una mujer incansable, trabajadora, con
mucho amor a Veracruz, a su Gobernadora, compañera de lucha, de muchas, una
extraordinaria mujer que está al frente de este grandioso estado”.
Ese espaldarazo, en política, vale oro. En un
ambiente de desgaste por parte de opositores y de “fuego amigo”, la Presidenta
Sheinbaum, sin necesidad de confrontación, cerró filas en torno a su
gobernadora amiga y aliada.
Y no solamente se trataron de palabras, el
respaldo se acompañó de cifras y resultados. Una inversión histórica de $59 mil
millones de pesos en programas sociales, educación, salud, vivienda e
infraestructura que colocan a Veracruz en el centro de la estrategia federal.
Vaya, los números hablan por sí mismos: más de
921 mil adultos mayores beneficiados, 25 mil pescadores con apoyos, hospitales
en operación y en construcción, miles de becas y viviendas en marcha.
Pero la lectura política es aún más clara:
Veracruz se reafirma como bastión del auténtico obradorismo, y Rocío Nahle como
operadora clave de esta nueva etapa de la transformación. Sheinbaum aparte de
venir a rendir un informe, vino a mandar un mensaje clarísimo: la gobernadora
no está sola, su gestión tiene sello presidencial y su liderazgo, aval
nacional.
¿Y la oposición? Simplemente, no existe. Entre
pleitos internos, figuras desgastadas y partidos reducidos a meras franquicias
electorales, nadie logra contrarrestar la imagen de fuerza que se proyectó
desde el Beto Ávila. Y mientras MORENA exhibe unidad y músculo político, los
adversarios aparecen desarmados, sin narrativa, sin cuadros competitivos y,
peor aún, sin proyecto.
En este contexto, la visita de Sheinbaum marca
un parteaguas. Veracruz pasó de ser vitrina, a los resultados. Y Rocío
Nahle, más allá de las críticas de sus malquerientes, sale fortalecida, con un
reconocimiento que la proyecta (una vez más) como figura de peso en la política
nacional.
Lo ocurrido en el Beto Ávila no fue un simple
acto de rendición de cuentas. Fue la evidencia donde la presidenta y la
gobernadora mostraron unidad, músculo y dirección.
En política, siempre la forma es fondo, y el
mensaje fue contundente: en Veracruz manda Rocío Nahle, con todo el respaldo
presidencial, con una oposición que solo habla en redes, pero en territorio hoy
por hoy, no existe.
@IvanKalderon