IMPRONTA
Carlos Miguel Acosta Bravo*
22-10-2025
El presidente Donald Trump está ejerciendo una influencia significativa en la composición política de América Latina, afectando la dirección de países como El Salvador, Perú y Venezuela hacia un alejamiento de gobiernos de izquierda y un retorno a modelos democráticos más orientados a la derecha y la seguridad.
Trump ha reactivado el interés y el involucramiento de Estados Unidos en la región con estrategias claras para contener la influencia de gobiernos izquierdistas y detener la expansión del narcotráfico y migración irregular vinculados a algunos regímenes. Su gobierno ha estrechado relaciones con líderes afines como Nayib Bukele en El Salvador y ha adoptado una política firme contra Nicolás Maduro en Venezuela, clasificándolo como un líder vinculado a actividades criminales, lo que refleja un cambio de enfoque desde la política exterior a un tema de seguridad nacional estadounidense.
En Perú, el impacto indirecto se da a través del apoyo a políticas más conservadoras y ordenadas frente a crisis políticas y sociales previas dominadas por gobiernos de izquierda. En general, Trump ha promovido una agenda que privilegia políticas de seguridad, valores conservadores y alianzas económicas con Estados Unidos, incentivando a estos países a flexibilizar o abandonar modelos de izquierda basados en economías estatistas y políticas populistas.
Esta influencia también se traduce en una mayor cooperación en seguridad, deportaciones coordinadas y presiones para reformar los regímenes políticos hacia esquemas más compatibles con los intereses estadounidenses. Así, la presencia de Trump contribuye a que países antes gobernados por la izquierda busquen retomar caminos democráticos con énfasis en estabilidad, seguridad y apertura económica, aunque en contextos complejos y con tensiones internas.
El liderazgo de Trump está siendo un factor catalizador que favorece la derecha y la democracia liberal en Latinoamérica, debilitando gobiernos autoritarios y populistas de izquierda a través de presiones políticas, económicas y de seguridad, creando un entorno más favorable para gobiernos conservadores y democráticos en países claves de la región como El Salvador, Perú y Venezuela.
Tras el acercamiento entre Perú y Estados Unidos, se han evidenciado varios cambios en las políticas económicas peruanas orientados a fortalecer la relación bilateral y adaptarse a las presiones y oportunidades del mercado estadounidense. En 2025, EE.UU. impuso un arancel del 10% a productos peruanos, lo que impactó la competitividad de las exportaciones peruanas. Perú respondió con negociaciones para suspender temporalmente dichos aranceles, buscando mitigar el impacto económico y mantener la relación comercial estable.
Perú ha reforzado su compromiso con tratados de libre comercio, buscando diversificar exportaciones y atraer inversión extranjera directa, en especial en sectores estratégicos como minería, agroindustria y manufactura, para aprovechar el mercado estadounidense.
Perú y EE.UU. han fortalecido la colaboración en programas de desarrollo económico, institucionalidad, comercio y lucha contra el contrabando. En la Cumbre SelectUSA 2025, empresas peruanas anunciaron inversiones relevantes en EE.UU., reflejando una mayor integración económica.
Ante medidas más proteccionistas en EE.UU. bajo la administración Trump, Perú ha tenido que navegar en un entorno incierto de politiqueo comercial, adaptando políticas internas para mantener estabilidad macroeconómica y competitividad.
En resumen, el acercamiento con EE.UU. ha llevado a Perú a modificar su política económica hacia un enfoque más pragmático y abierto, ajustando aranceles, fortaleciendo tratados comerciales, promoviendo inversión y buscando alinearse con las políticas económicas estadounidenses para preservar y potenciar su desarrollo económico en un contexto global complejo
El acercamiento económico de Perú con Estados Unidos ha tenido un impacto positivo en la inversión extranjera directa (IED), favoreciendo principalmente a sectores estratégicos:
En 2025, la inversión extranjera directa hacia Perú mostró un crecimiento moderado, impulsado por la confianza generada en la estabilidad política y la apertura al comercio con EE.UU. y otros socios comerciales. Se destaca un aumento significativo en proyectos de inversión en minería, agroindustria, energía y manufactura.
En materia de minería este sector sigue siendo el principal receptor de IED en ese país, debido a la riqueza en minerales y el interés de empresas estadounidenses por asegurar materias primas críticas. Se han acelerado inversiones para exploración y explotación de cobre, oro y litio.
La demanda de productos agrícolas peruanos para el mercado americano ha incentivado proyectos de modernización y expansión, especialmente en exportaciones de frutas, verduras y productos procesados.
Se fomentan inversiones en energías renovables y procesos de eficiencia energética, alineados con compromisos sustentables y la demanda de EE.UU. por energía limpia y estable.
Crece la inversión en manufactura avanzada, tecnologías de la información y servicios logísticos, aprovechando ubicaciones estratégicas y tratados comerciales.
Más allá del capital financiero, existe transferencia tecnológica y fortalecimiento institucional mediante programas conjuntos y alianzas público-privadas.
En conclusión, la confianza derivada del acercamiento con EE.UU. está canalizando mayor inversión extranjera directa hacia sectores como minería, agroindustria, energía y manufactura, lo que contribuye a la diversificación y modernización de la economía peruana, reforzando su posicionamiento en el mercado global
