RECONOCER
LA DIGNIDAD EN CADA PERSONA
RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS
La urgencia de reconocer la dignidad
de cada persona y r la calidad de vida individual y familiar supone, en primer
lugar, definir cómo se entiende el concepto de “dignidad” y saber exactamente
qué papel puedo jugar en la sociedad para que esta se logre. Definamos la dignidad
desde la perspectiva de cada ser humano, bajo el supuesto de que todos la poseemos.
La dignidad hace referencia al
valor inherente de cada ser humano, sin importar su raza, género, religión,
edad, nacionalidad o cualquier otra característica. Por el simple hecho de ser hombres
de buena voluntad, hay que trabajar por una sociedad en la que la dignidad de
cada ser humano sea respetada. Esta no se refiere solo al alma, sino a la
persona también como unidad inseparable. En el seno de la antropología, esto
tiene implicaciones a nivel personal y social.
Este principio, plenamente
reconocido, fundamenta la primacía de la persona en sus derechos, pero también
en sus responsabilidades. El reconocimiento de la dignidad está por encima de
todo interés económico, ya que las finanzas no existen por sí mismas. No son solo
un instrumento, pues su finalidad es la persona humana y su realización plena
en la dignidad. El papa Francisco invitaba a la Iglesia a confesar a un padre
que ama definitivamente a cada ser humano, con ello, descubría que se refiere a
la dignidad de la persona. Hay que respetar en toda situación la dignidad ajena,
porque ella supone mi dignidad y la de los demás.
Es importante lograr una
conciencia progresiva sobre la centralidad de la dignidad humana. Si así lo
hiciéramos, la sociedad cambiaría y daríamos un salto de trascendencia. Pensemos
lo siguiente: cada ser humano se reviste de una dignidad particular, según su
rango y dentro de un orden determinado. Los seres poseen su “propia dignidad”,
pero aun así estamos lejos de un pensamiento capaz de fundamentar el respeto
por toda persona humana. Como decían nuestros padres, abuelos y bisabuelos: “a
las personas se les respeta, independientemente de sus condiciones humildes, sus
necesidades o sus trabajos”. Por ello, afirmo que la importancia del valor y la
dignidad de toda persona es independiente de su condición social o de
circunstancias extremas. Las mujeres, los niños, los enfermos, los extranjeros…
hay que identificarse con todos ellos. Respetar los derechos de todos los seres
humanos es fundamental. Todo reconocimiento de la dignidad no puede depender de
mis intereses o estados de ánimo al tratar con los demás.
En efecto, sería prudente ser
garantes de la dignidad humana para determinar y garantizar el cumplimiento del
respeto a toda persona, con el cual cada quien sepa que es honorable por sí mismo,
que es valorado y, al mismo tiempo, respetado en todos sus derechos y cumplidor
de sus deberes como ser humano. Para mí, el trato que debe darse a todo ser humano
debe ser digno, tanto como individuo como parte de la sociedad. Sin embargo, no
puedo concebir las posturas naturalistas o animalistas que, en aras de buscar
un respeto, postulan una equiparación entre los seres humanos y los seres
vivos. Hay que hacer valer nuestra dignidad con una vida decorosa, de acuerdo
con nuestros principios.