Desde el café
Bernardo Gutiérrez Parra
Durante su intervención en el Senado de la República
donde arrancó suspiros de las senadoras, y ve tu a saber lector si no los
arrancaría también de uno que otro senador, el primer ministro de Canadá,
Justin Trudeau, dijo que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) debe modernizarse con medidas laborales progresistas como mejores
salarios.
Y es verdad; no es lo mismo lo que gana un trabajador
agrícola aquí en México a lo que gana ese mismo trabajador en Estados Unidos y
Canadá.
La idea es excelente, pero crearía una descompensación
brutal en nuestro país. Pongo un ejemplo: unos huevos con jamón y un refresco
cuestan en cualquier fonda alrededor de 35 pesos, mientras que esos mismos
huevos con su chesco cuestan nueve dólares en Estados Unidos. Es decir, 166
pesos con 50 centavos al tipo de cambio actual.
Si el gobierno empareja por decreto los sueldos con
los de los países del norte, se crearía una inflación de muy Padre y Señor mío,
casi tan bárbara como la que padece Venezuela. Lo que sugieren los economistas
es que el aumento sea gradual y en ese sentido, de Fox para acá todos los
gobiernos de han hecho bueyes. Pero el de Peña o el que venga debe empezar
cuando antes.
En donde sí les ganamos es en los salarios que
perciben nuestros políticos.
Hay líderes que tienen aviones, ranchos y
departamentos de lujo en Miami. Hay otros que tienen hasta dos Rolex para cada
día de la semana, y que literalmente botan millones de pesos de una sentada en
los casinos de Las Vegas.
Hay diputados semianalfabetos cuyas abultadas cuentas
bancarias son infinitamente superiores al salario que han percibido en toda su
vida política.
Y para no hacer el cuento largo, cualquier alcalde del
pueblo más rascuacho de la República gana mucho más que el Primer Ministro canadiense.
¿Por qué? Porque estos señores tienen la facilidad de meterle la mano al cajón
del erario, hacer transas, inflar precios, cobrar favores, recibir el diezmo y
su mes no lo dejan por una cantidad menor a la que gana el joven y carismático Justin
Trudeau.
Y los gobernadores se cuecen aparte.
¿Sabías lector que Javier Duarte ganaba anualmente
casi lo mismo que gana la Primera Ministra de Alemania, Ángela Merkel?
Y ni cómo comparar a la lideresa de una de las
naciones más poderosas del orbe, que además gobierna a 83 millones de alemanes,
con el gordo provinciano que gobernó (es un decir) a 8 millones de
veracruzanos.
Digo, ¿a título de qué devengó un sueldo como el de la
Primera Ministra? ¿Acaso los problemas que tuvo que resolver en Veracruz (que
no resolvió ninguno) fueron tan grandes como las broncas a las que se tiene que
enfrentar la señora Merkel?
¿A título de qué ganan lo que ganan los diputados y
senadores?
Ojo, que Duarte sea el emblema entre los ex
gobernadores ladrones no exime a los demás de haber robado a lo bárbaro.
No creo equivocarme al decir que de doce años para acá,
prácticamente ningún gobernador dejó su sexenio sin llevarse una “ganancia” de
al menos 300 millones de pesos. Y eso los más jodidos.
Sí, estoy a favor de que se aumenta gradualmente el
sueldo a los trabajadores mexicanos. Desde el humilde jornalero hasta el
profesionista más destacado deben obtener más ingresos por la labor que
realizan.
Pero también estoy a favor de que se les rebaje
SUSTANCIALMENTE, el sueldo a los políticos y, sobre todo, que les amarren las
manos.
A ver si así siguen con ganas de sacrificarse por la
Patria.
Sé que es una utopía, pero estoy seguro que más pronto
de lo que imaginamos será una palpable realidad.