Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Este miércoles a las 7:45 de la mañana, el periodista veracruzano Marcos Miranda Cogco
conocido como Marmiko se despidió de su esposa, subió a su auto y salió junto con su hija
rumbo a la escuela de la pequeña. Minutos después sujetos armados a bordo de dos
Suburban blancas lo secuestraron.
La noticia agarró al gobernador Cuitláhuac García en Papantla, donde como ácida paradoja
presidía una reunión de seguridad. Y sucedió lo que sucede en estos casos; sacó el mismo
disco rayado de sus antecesores y lo puso a tocar en la vieja y anticuada tornamesa: “En
Veracruz se acabó la tolerancia a cualquier grupo delictivo y también a los grupos de
secuestradores. Se acabó, vamos a dar con todos ellos a pesar del Fiscal General del
Estado”.
Así que se acabó la tolerancia; ¿la permitía entonces? ¿Los secuestradores no son grupos
delictivos? Y la clásica “vamos a dar con todos ellos” variante del sobadísimo “no
descansaremos hasta encontrarlos”. Lo que en verdad preocupa es que el Fiscal Jorge
Winckler se esté convirtiendo, ya no en su obsesión, sino en el centro mismo de su
universo. Pero qué le vamos a hacer.
Mientras el gobernador hablaba en Papantla, en el puerto jarocho la señora Gasca lo
responsabilizó a él, pero principalmente al Secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros
del secuestro de su marido. “Hace como un mes llegó una persona de parte de Patrocinio a
decir que se tenía que alinear que porque si no, no iba a haber chayo o que si no ya sabía lo
que le podía pasar”.
Eric por supuesto lo negó “de manera categórica” y nadie esperaba otra respuesta.
Hay quienes dicen que el atentado fue porque Marmiko ha atacado tanto a Duarte como a
Yunes Linares y Cuitláhuac García y pudiera ser. Pero si esto es verdad Veracruz está en
riesgo de quedarse sin periodistas, porque salvo unos cuantos chayoteros, todos le han
arreado a los tres.
Una cosa es cierta; con el secuestro de Marcos Miranda el gobierno de Cuitláhuac está en el
ojo del huracán. Si el periodista recobra su libertad sin ningún rasguño (que Dios quiera y
así sea), puede que los menguados bonos del gobernador suban una décima de punto. En
caso contrario… uta.
Esta es la enésima oportunidad para que Cuitláhuac dé resultados en el combate a la
delincuencia. Y además, para que descuelgue del perchero la investidura de gobernador y
se la ponga de una jodida vez.
También es tiempo de que se mueva: “Le digo al gobernador que haga su trabajo, que deje
de hacerse guey y se ponga a trabajar. Que se ponga los pantalones, que encuentre a mi
marido porque estamos de mal en peor”, le dijo este miércoles la señora Gasca.
Y es la exigencia que desde hace meses le hacen todos los veracruzanos.
bernardogup@hotmail.com