Palabra de Mujer
Billie J Parker*
EL 7 de junio lo políticamente correcto fue abordar la asimétrica
relación entre el poder presidencial y las y los periodistas, porque en efecto,
como lo dice el propio Andrés Manuel López Obrador, “no somos iguales”. Tal vez
su reyerta con las grandes empresas mediáticas lo hace perder de vista que no
es lo mismo acusar desde la silla del poder a los dueños que a la planta
laboral, o como le llaman coloquialmente, “la tropa”.
Los periodistas que a diario se la rifan en las calles no tiene a
su servicio ni guaruras, ni “youtubers, amlovers, influencers o
intelectuales orgánicos”, que cambian hasta el himno nacional ilegal y
zalameramente a favor de personajes de la nueva élite política, como lo exhibió
un exi bero 132 de apellido Attolini. Y están a merced de sujetos que
constantemente atacan desde el poder burocrático con diversos mecanismos para
sepultar a las pymes mediáticas.
La nueva modalidad es ahogar a los periodistas, restándole toda
posibilidad de convertirse en empresas sostenibles ante el poder económico que
paga audiencias ficticias para ingresar a los “padrones de medios”, desplazando
de facto a las y los periodistas que no tienen recursos para hacerse de
sus “granjas” de ninis, o comprar tiempos en las nuevas plataformas digitales,
o emplear a seguidores dedicados a verter odio en las redes, y hasta
tachan de la lista a quienes osen consignar hechos que no les convienen.
Diariamente el país registra como estos grupos en el poder,
financiados con el erario público, escalan su violencia, para intimidar,
inhibir, descalificar, creando un clima de miedo y autocensura, que
conviene a la corrupción.
Al respecto de la desigual lucha quiero matizar un poco el tema
con una primera aproximación porque los colegas seguramente abordarán esta
construcción del imaginario colectivo sin parangón en contra de las y los
comunicadores.
Como es del dominio público, el presidente y su red anti
prensa desde hace más de 18 años ha esgrimido el discurso contra los medios de
comunicación, quiero pensar que sin tomar conciencia de lo que ha implicado en
materia de inseguridad y la vulnerabilidad e indefensión en que han colocado a los
trabajadores de la comunicación.
El embate ha sido un discurso sistemático, que permite que no sólo
sea él quien agreda a las y los comunicadores, sino que desde su empoderado
lugar, manda el mensaje que aprueba que otros ejerzan violencia contra las y los
periodistas de a pie, como le han expuesto al presidente diversos organismos
internacionales pro defensas de los derechos humanos y de reporteros.
En este escenario las mujeres son las que llevan la peor parte de
las descalificaciones, de la discriminación de ellas en la entrega de la
publicidad oficial, de los acosos, de la violencia digital e intimidaciones
como las que hizo el que dice you tuber –con charola- que vertió su odio contra
compañeras, en el marco de esa disímil “comunicación circular” en Palacio
Nacional -que hay que insistir- no permite un real flujo libre de ideas,
opiniones y saberes, sino una oculta acometida desde el poder, donde las
mujeres periodistas y empresarias son las más violentadas.
La prensa vive hoy el más ofensivo escenario construido desde la
cúpula del poder y mientras luchamos contra la concentración mediática debemos
pugnar por algunos cambios para modificar el entorno social que nos ocupa
diariamente, como es el de un periodismo no sexista; tema que planteo al
gremio para coadyuvar a eliminar la violencia que hoy nos asalta.
Carolina Robledo, coordinadora del grupo de investigaciones en
Antropología Social y Forense, sostiene que en México se viven múltiples
violencias, no solamente las relacionadas con el crimen organizado, sino se
trata de una crisis de derechos humanos y una crisis del estado de derecho.
Acota este escenario aludiendo a las violencias institucionales,
económicas, patrimoniales, que se dan contra las mujeres. Y estos crímenes
también se ejercen en el ámbito de la información: “hay un sistema intencionado
que busca ocultar la verdad, ocultar los crímenes, borrar las evidencias”.
La académica abre el debate preguntando en este contexto de
múltiples violencias ¿cuál es el papel de la prensa? ¿Pueden los medios de
comunicación contribuir a propiciar un ambiente de paz, pueden contribuir en el
combate al crimen y la violencia?
En lo personal me parece Imperativo cambiar las formas de hacer
periodismo en esta caída de paradigmas en la comunicación que, con los cambios
tecnológicos, han abierto una enorme ventana de oportunidades para la
profesión, pero también de obligaciones para hacer un periodismo con sentido
social y erradicar la violación de derechos en y desde nuestras trincheras
¿Por qué resulta políticamente incorrecto defender al periodismo
no sexista, una prensa sin violencias hacia las mujeres? Es fácil reconocer la
respuesta: La crítica se da a partir de la resistencia de un sistema
patriarcal a todo lo que promueva la igualdad y la justicia entre mujeres
y hombres.
Para aquellos que ya hicieron su maroma al leer el párrafo
anterior les digo que el lenguaje inclusivo no se trata de gramática, sino de
política.
Sin duda en esta época van a refutarme que primero habría que
defender al periodismo en sí mismo ante el embate institucional contra la
prensa. De acuerdo. Pero, ante la cada vez más violenta sociedad que padecemos,
permítanme introducir la variable de la violencia feminicida, que se retrata,
la mayoría de veces, desde la mirada patriarcal en las plumas que plasman la
historia cotidiana.
Frente a la más atroz de las oleadas de las violencias que se vive
en México, que alcanza ya a la niñez mexicana, por qué no analizar todos los
factores para refundar la misión periodística y dejar atrás la noción
obsoleta de objetividad periodística, superar la polarización estéril entre una
visión positivista de la objetividad y un relativismo absoluto, ofreciendo un
nuevo método, una nueva mirada, para alcanzar la verdad, en la era de la
posverdad.
Cuando una sociedad permite el feminicidio, difundido en cualquier
medio, como en la teoría de las ventanas rotas, le abres la puerta al
salvajismo generalizado. En una sociedad sitiada por la anarquía y la
violencia, no se debe permitir que la prensa recircule el terrible
discurso que argumenta que las mujeres son desechables. Dignas de ser
sacrificadas y su muerte olvidada. #Noalanormalizacióndelaviolencia.
BillieParkerNoticias.com