Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Este lunes en conferencia de prensa en Cancún y a un
reclamo, más que a una pregunta de una reportera, el presidente Andrés Manuel
López Obrador contestó: “Yo no digo mentiras y siempre hablo con la verdad; siempre
he considerado la honestidad como lo fundamental, es lo que estimo más
importante en mi vida, y no engaño”.
Ya desde que dijo “Yo no digo mentiras” desde ahí
estaba mintiendo el presidente. Pero a diferencia de la casi totalidad de los
políticos mexicanos, el tabasqueño aún tiene calidad moral para hablar de esa
manera sin morderse la lengua.
No así sus vasallos de la 4T.
También este lunes salieron a relucir las actas de los
familiares de Cuitláhuac García, principiando por la de su abuela paterna Manuela
Durán, sólo para confirmar lo que ya se sabía; que el gobernador y el
Subsecretario de Finanzas de la Sefiplan Eleazar Guerrero Pérez son primos
hermanos, lo que es un caso de nepotismo y de claro conflicto de intereses.
Bueno, pues aún con esas pruebas y en una actitud que
habla muy mal de su supuesta honestidad, Cuitláhuac insiste en negar lo obvio.
“Sí, sí, que se investigue y se sancione. Yo no tengo
ningún problema” dijo cuando le preguntaron sobre las ya famosas actas. ¿Qué
quiere que se investigue cuando está más que probado su parentesco con Eleazar?
¿Qué quiere que se sancione cuando el nepotismo no es un delito?
“¿Y sí es su primo Eleazar, gobernador?” preguntó el
reportero. “Vuelvo a insistir, que se investigue y se sancione”. “La
Contraloría ya hizo la investigación. ¿Volvería a hacer otra?”. “No pues que la
hagan, que la hagan, yo no tengo problema. Nada más sí les digo algo: yo no
miento y no soy corrupto”.
Esto último que se lo crea doña Manuela.
El problema con Cuitláhuac es que se devaluó casi
desde que llegó a la gubernatura a pesar del voto de confianza que de otorgó la
veracruzanada, y de las siete veces que ha venido López Obrador a levantarle el
brazo.
Tan devaluado está que con esos comentarios logró exactamente
el efecto contrario al que deseaba. Entre otras cosas porque por supuesto que
está mintiendo. Y por supuesto que es corrupto al ser partícipe directo en tres
casos de nepotismo, y hacerse de la vista gorda con los conflictos de interés
que infectan su gobierno y al Poder Legislativo estatal.
Reitero, AMLO sí puede decir que no es un mentiroso y
salir airoso del trance porque hay millones de mexicanos que le creen. Pero por
Dios, que esa jalada no la diga el señor gobernador de Veracruz y pretenda el
mismo efecto.
No sé, pero tengo la impresión de que Cuitláhuac aún
no alcanza a comprender que no está en la gubernatura por su capacidad política,
inteligencia y liderazgo porque nada de eso tiene; sino por una buena dosis de
fortuna. Y sin embargo no hace nada por mejorar.
Con el debido respeto a su investidura, ha resultado una
desilusión por donde se le mire. Un fiasco patrañero que al sostener con tanto
empecinamiento una mentira, está mostrando a Veracruz y al país entero el poco
valor que le da a su hombría.
Lástima; tan sencillo que hubiera sido reconocer lo
innegable, pedirle su renuncia al primo, ponerlo a trabajar en el mismo cargo y
con el mismo poder, pero tras bambalinas y asunto finiquitado.
Pero mintiendo, Cuitláhuac quiso pecar de honesto y
está por voleársele el chirrión por el palito.