Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Este martes ya no hubo escarceos mediáticos; fue
derecha la flecha. Desde la Fiscalía General de la República en Ciudad de
México, el titular del Órgano de Fiscalización Superior, Lorenzo Antonio
Portilla Vásquez, mostró los oficios con sello de recibido de tres acusaciones
penales contra la administración de Miguel Ángel Yunes Linares.
La primera es por un desvío de más de mil millones de
pesos por la compra de unas cámaras que siguen sin funcionar. La segunda por
más de 27 mil millones no documentados, y la tercera por falsear la existencia
de 8 mil millones que supuestamente fueron a parar a unos fideicomisos.
De acuerdo con el Orfis se habría violado la Ley
General de Contabilidad Gubernamental, al registrar más de 35 mil millones de
pesos en activos del Gobierno de Veracruz, cuando ese dinero nunca existió.
Con esta denuncia comienza formalmente el pleitazo entre
el gobierno de Cuitláhuac García contra Miguel Ángel Yunes y en el que el
primero va ganando porque soltó el primer carambazo. Y qué carambazo.
Si las cuentas del Orfis son correctas, Yunes Linares
habría birlado en dos años más dinero que Javier Duarte en seis.
El choleño pretendió minimizar el golpe y contestó con
un mensaje más para darse ánimos que para intimidar Portilla Vásquez:
“Desde el pasado 1 de diciembre estoy fuera de
Veracruz dedicado a trabajar, estudiar y hacer deporte. Me he mantenido al
margen y así continuaré; no serviré de ‘Caja China’ para desviar la atención de
los temas que lastiman a los veracruzanos, tampoco de escalón para que se
reelija un auditor corrupto, protector de Duarte y de sus cómplices.
“Por ello no responderé señalamientos falsos y torpes;
sería hacerles el juego. Continuaré en lo mío y seguiré en la lucha para lograr
un cambio profundo en Veracruz y México. Un saludo muy cariñoso a mis amigas y
amigos veracruzanos”.
Falsos o no, tendrá que responder a esos señalamientos
si se lo ordena la FGR que quizá no tarde en mandarlo llamar... o en mostrarle
una orden de aprehensión.
Aunque no lo quiera aceptar, está en una situación de
vulnerabilidad porque la acusación hace naufragar su anhelo de ser sucesor de
Marko Cortés en la dirigencia nacional del PAN, sabe que tendrá que aceptar la
salida de Jorge Winckler de la Fiscalía estatal y en una de esas (si bien le
va), irse hasta del país por unos años a cambio de no ser vecino de Duarte en
la cárcel.
Pelear está en la naturaleza de Miguel Ángel que nunca
rehúye los encontronazos, pero lo que recibió fue algo más que un calambrazo
que lo sacó de balance. Esta vez se lo descontaron gacho y el golpe lo dejó
grogui, aunque diga que no y sonría para la grada.
A ver qué pasa, porque esto apenas está
comenzando.