Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Ese lunes por la mañana sucedió en el puerto de
Veracruz un hecho bochornoso e indigno de personas que se dicen representantes
de la ley.
Resulta que como todos los días, la doctora Araceli
Serralta Gómez, salió de su hogar ubicado en el exclusivo fraccionamiento Costa
de Oro para dirigirse a su trabajo; pero metros más adelante se le emparejó una
camioneta blanca con vidrios polarizados.
El sujeto que iba en el asiento del copiloto bajó el
cristal y apuntó a la profesionista con un arma. Como pudo, Araceli llegó hasta
el café La Parroquia ubicado en el bulevar Ruiz Cortines a pedir auxilio, pero hasta
ahí se metieron los tipos (que después se sabría que son policías
ministeriales) a sacarla a empujones y empellones.
Casi a rastras la llevaron hasta la camioneta y la
subieron.
Pero para su mala fortuna en esos momentos había en el
café varios camarógrafos que comenzaron a grabar la escena. Por su parte, los
comensales subieron el video a las redes desde sus celulares.
Sorprendidos por el apoyo a la mujer los ministeriales
la dejaron en libertad con un “bueno ya señora, usted disculpe”.
Estos sujetos cometieron varias faltas graves, por
principio de cuentas no llevaban una orden de aprehensión. Por otra parte, de
acuerdo con la ley, cuando se va a detener a una mujer la detención la debe
hacer una mujer policía, y por último, nunca le pidieron su identificación a la
doctora y ellos a su vez no se identificaron hasta que los curiosos los
obligaron a hacerlo.
Enterado del suceso y cuando ya el escándalo había
traspasado las fronteras estatales, el gobernador (que como paradoja andaba
recorriendo un Centro Integral de Justicia), dijo: “Quiero iniciar mi intervención ofreciendo una disculpa
pública a la señora que esta mañana, de manera indebida, fue detenida por dos
personas, empleados de la Fiscalía General del Estado… una disculpa pública,
eso no debe suceder en el Veracruz moderno y respetuoso de la ley”.
Pero el que estaba
descompuesto era el pobre Fiscal Jorge Winckler que declaró de entrada que los
agentes habían sido cesados y estaban sujetos a investigación. Pero agregó: “Yo
en lo personal le pido una disculpa a la doctora, trataré de buscarla… le
rogaré que ponga una denuncia, aunque si no la pone ya se inició una carpeta de
investigación por los hechos”.
El problema es que no
es la primera vez que ocurren estos yerros en la Fiscalía bajo su mando, ya son
muchos y muy delicados.
Salvo tu mejor opinión,
lector, pienso que el joven Fiscal debe extender sus disculpas al resto de los
veracruzanos y decirles: “Lo siento, hice mi mejor esfuerzo; lo intenté, pero
los problemas en la Fiscalía son más grandes que mi capacidad para resolverlos,
por eso me voy a casa”.
Eso sería muy sano para
la impartición de justicia en la entidad, para el gobierno que encabeza su jefe
Miguel Ángel Yunes Linares y, sobre todo, para la sociedad de Veracruz a la que
San Policarpo de Esmirna le viene pelando los dientes en eso de sufrir
martirio.
PD.
Por cierto, ¿a qué
mujer iban a detener los ministeriales?