Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Hoy comienza en este México nuestro eso que llaman “nueva
normalidad”, que nos da permiso de salir de nuestro confinamiento a pesar de
que el coronavirus reportó este domingo un marcador de 90 mil 664 contagios y 9
mil 930 muertos. Es decir, vamos para afuera cuando la pandemia aún no alcanza
su punto máximo y los contagios, con su estela de muertes, se están dando por
racimos.
Los vaticinios de Hugo López-Gatell en el sentido de
que el Covid-19 alcanzaría su punto máximo entre el 8 y 10 de mayo fueron un
fiasco y un engaño. De acuerdo con estudios realizados por científicos de la
facultad de Física de la UNAM encabezados por el físico-matemático Octavio Miramontes,
el número más alto de casos positivos se dará entre el 31 de mayo y el 13 de
julio, con un pico máximo que se presentará por ahí del 27 de este mes de junio
del que apenas llevamos el primer día.
En otras palabras, a la curva de contagios le falta un
mundo para aplanarse.
¿Hay un plan, un método, una estrategia, un
procedimiento para no salir así nomás a la aventura? No, simplemente las
recomendaciones de hacerlo “con mucho cuidado, con mucha precaución”, dadas por
el epidemiólogo Andrés Manuel López Obrador cuya esposa nos pide que sigamos en
casa, pero fue incapaz de impedir que su marido ande de gira por el sureste del
país.
La nueva normalidad no arranca por decisión de la
Secretaría de Salud, sino por presión de López Obrador al que ya le urgía darse
baños de pueblo aunque sea con cincuenta personas por evento. Y al que le urge
descalificar, hasta donde le alcance la mentira, los pronósticos de las
calificadoras que basadas en datos duros, auguran un año muy negro en materia
económica para México.
El sábado desde su rancho en Palenque el presidente dijo
que a pesar de los pesares la economía va bien y el peso se apreció en los
últimos días.
Falso. El Banco de México dijo que la contracción
económica este año será de -8.8 por ciento. Por su parte Citibanamex advirtió
que los indicadores en el país apuntan a una “devastación” de la actividad económica.
Agregó que hay señales de una recesión más profunda que la de 1930 y mantuvo su
pronóstico de -9 por ciento en el comportamiento del PIB para este año.
En cuanto a la apreciación del peso que en efecto ocurrió
la semana anterior, no se debió a las políticas económicas implementadas por
López Obrador (de ser así nuestra moneda andaría en los 120 por dólar), sino a una
recuperación en los mercados cambiarios. Insisto, reitero y subrayo, nada tiene
que ver AMLO en este renglón.
La recuperación sólo está en la cabeza de un
presidente que ya se cree sus propias mentiras. Con más de un millón 700 mil
empleos fijos perdidos en el primer trimestre y 28 mil trabajadores que
diariamente se quedan sin empleo, no puede hablar de una recuperación
económica. Como tampoco puede hacerlo cuando miles de pequeñas y medianas
empresas (esas que generan el 92 por ciento de los empleos en este país) que
tuvieron que cerrar por el coronavirus, quizá hayan cerrado para siempre por
falta de apoyos reales.
A Andrés Manuel lo están enredando sus falacias que junto
con sus descalificaciones a los medios de comunicación, los empresarios, los
médicos, los constructores, las mujeres maltratadas, los padres de los niños
con cáncer, etc., le han abierto varios frentes que irremediablemente lo están
debilitando.
El país se está descapitalizando no porque los dueños
del dinero se lo lleven así nomás como así, sino porque AMLO les ha metido zancadillas
y no ha hecho nada por disminuir la violencia.
Cada día que pasa su 4T se asemeja a ese circo que
comienza a decaer porque la mujer barbuda se volvió lampiña y los espectadores
descubrieron que el hombre fuerte carga pesas de cartón.
López Obrador podrá ser muy honrado, pero por mucho
que lo pretenda no puede ocultar la corrupción de varios de sus colaboradores
tanto a nivel federal como estatal.
Además, se ha vuelto un mentiroso contumaz. Mentir está
en su naturaleza pero como que le vale sorbete. Mintió al decir una y otra vez
que la curva de contagio se había aplanado, que veía la luz al final del túnel
y que el coronavirus ya había sido domado.
Y ahora miente cínicamente con la economía cuando sabe
que México va rumbo al despeñadero.
Su gira de esta semana será lo mismo de siempre; un
monólogo donde descalificará a quien se le ponga enfrente y dirá una sarta de
mentiras que le aplaudirán sus más fieles seguidores, pero no el resto de la
población que tiene rato que le cree menos.
¿Qué mentiras vendrá a decir a Veracruz? Quién sabe.
Lo que puedes apuntar casi como un hecho lector, es que le levantará la mano a
Cuitláhuac García y dirá por enésima ocasión que es un gobernador honesto. Lo
que a estas alturas del partido será otra grotesca mentira.