Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
En lo que se refiere a desaparecer a presuntos
delincuentes, Arturo Durazo Moreno, el temible jefe de la policía del Distrito
Federal en tiempos de López Portillo, tenía un método eficaz y efectivo;
mandaba treparlos a un avión y ordenaba que los aventaran a las aguas del Océano
Pacífico donde los tiburones se daban un festín.
Al menos así lo llegó a decir su jefe de escoltas,
José González González, autor del libro “Lo negro del Negro Durazo”.
Esto nunca se pudo comprobar, o mejor dicho, nunca se
investigó. Pero algo de verdad habría en lo dicho por González, donde hasta la
fecha nada se sabe de aquellas desapariciones.
De los 16 policías y tres mandos de la Secretaría de
Seguridad Pública (incluido el ex titular Arturo Bermúdez Zurita, preso desde
hace un año), detenidos por la Fiscalía estatal y acusados de desaparición
forzada durante el sexenio de Javier Duarte, cuatro aceptaron ser testigos
protegidos y habrían declarado que varios de los desaparecidos están enterrados
en la Academia de Policía.
Esta versión no es nueva, circuló en las postrimerías
del duartismo. Pero miembros de colectivos que han hecho excavaciones en el
sitio no han encontrado nada hasta la fecha.
En lo personal, no creo tan tarugo a Bermúdez Zurita
como para ordenar una idiotez de esa naturaleza, sabedor de que no faltaría
quien diera el pitazo en el futuro.
Pero otro testigo declaró que algunos detenidos
sirvieron de alimento a leones, tigres y cocodrilos que Bermúdez tenía en su
zoológico particular.
Si esto es verdad habrá que investigarlo muy bien.
De todos es sabido que un testigo protegido declara lo
que sus captores quieren que declare. Y el gobierno de Yunes Linares, o para
hablar con más propiedad, el gobernador Miguel Ángel Yunes, tiene motivos de
sobra para desear que Bermúdez Zurita y sus ex colaboradores no salgan nunca de
la cárcel. Por lo que los testigos protegidos están literalmente a lo que ordene
el señor gobernador.
En pleno proceso electoral, puede que esto sea parte
de un grotesco montaje para exhibir a Bermúdez, hundirlo y que los bonos del
gobernador y su candidato a sucederlo en el cargo suban en las encuestas.
Pero puede que sea verdad.
Con testigos o sin ellos existen elementos suficientes
para asegurar que hay al menos 15 personas desaparecidas por policías de la SSP,
cantidad que puede multiplicarse por cientos si las autoridades investigan a
fondo.
Y es que no hay que olvidar que los colectivos han
denunciado que hubo más de 2 mil desapariciones durante el sexenio de Duarte.
En el caso concreto de Arturo Bermúdez, fue señalado
de manera directa en reiteradas ocasiones e incluso ante Duarte de Ochoa, de
ser autor intelectual de varias desapariciones forzadas, pero el entonces
gobernador jamás hizo caso a esas denuncias.
Hoy ambos están presos, pero ambos deben responder por
esas desapariciones: uno como encargado de la seguridad y el otro como
responsable de gobernar Veracruz.
A pesar de que Arturo Durazo fue señalado de
enriquecimiento ilícito, tortura, asesinato, cohecho, corrupción, desaparición
de personas y hasta lenocinio, gracias a una extraordinaria defensa sólo purgó
una condena de ocho años por acopio de armas.
Si en efecto, tanto Bermúdez como Duarte y sus
achichincles son responsables de las desapariciones, sería injusto que una
buena defensa los pusiera en libertad al cabo de pocos años.
Injusto para los familiares de las víctimas, e injusto
para las mismas víctimas que desde donde estén tocan y tocan la puerta en
demanda de justicia.