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lunes, 13 de octubre de 2025

Poza Rica: la paradoja del conocimiento inútil

Por Ramón Alberto Reyes Viveros

Dedicada a la memoria de los jóvenes universitarios que perdieron la vida en Poza Rica. 🕊️

Resulta paradójico que, siendo la Presidenta de México una científica y la Gobernadora de Veracruz una ingeniera, prolifere el desorden en el sistema nacional y estatal de protección civil y en la atención a todo tipo de emergencias, en especial a la que hacemos referencia, lamentablemente, hoy.

La eficacia, eficiencia, transparencia y sistematización son lo menos que se podría esperar, por la forma en que la zona norte las apoyó para llegar a la responsabilidad pública que hoy tienen. ¿Por qué su maquinaria electoral sí se mantiene organizada, empatando todas las etapas del proceso hasta los tribunales? Eso les permite manipular las elecciones; luego entonces, ¿por qué las fallas en otros sistemas que son o debieran ser más importantes para la vida y el bienestar del pueblo al que pidieron gobernar?

¿Por qué insultar la inteligencia de los mexicanos y vulnerar su derecho a la seguridad otorgándole una posición tan importante, como es la Coordinación Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación federal, a una licenciada en Historia y Arte por el Instituto Cultural Helénico, de quien ni siquiera hay constancia pública del número de cédula profesional en los buscadores abiertos de la SEP, como lo es Laura Velázquez Alzúa? ¿No había alguien más capacitado o con mayor experiencia, presidenta?

Los fenómenos perturbadores —y en especial la ocurrencia de los fenómenos hidrometeorológicos— no son responsabilidad de las autoridades; lo que sí lo es, es la falta de previsión ante los mismos.

Existía un sistema de protección civil con años de experiencia, así como muchos otros sistemas en México, que ellas destruyeron o sometieron a sus órdenes (como es el caso del sistema electoral). Ese sistema —el de protección civil— hoy cuesta vidas, el patrimonio construido por decenas —quizás cientos— de años de las familias, y la esperanza de generaciones que veían en sus hijos la única forma de salir adelante.

La irresponsabilidad pública es la peor forma de corrupción. Tirar el arpa, como se dice coloquialmente, no solo significa no aparecer en el momento de la emergencia, sino no hacerlo antes, si ya se sabía que había un riesgo. Nadie está obligado a lo imposible, pero me hubiese gustado ver, al lado de la ingeniera en el helicóptero, a una persona con experiencia en desastres naturales.

La recomendación más básica habría sido la misma que los pilotos con experiencia siempre nos daban a quienes iniciábamos en las tareas de protección civil: volemos por las cuencas de los ríos de respuesta rápida, de la costa a la montaña, sin ponernos en riesgo, pero atentos a detectar represas o palizadas.

Eso no ocurrió. Solo nos mostraron las fotos de la ingeniera —publicadas en su cuenta de X (antes Twitter) doce horas antes del desbordamiento del Río Cazones en Poza Rica—, con más incertidumbre que certeza por lo que observaba. Es importante reconocer el valor del conocimiento acumulado en otros, porque a lo que el gobernante sí está obligado es a tomar decisiones —y hacerlo solo es condenar a su pueblo a vivir o sobrevivir únicamente con lo que él o ella sabe.

Mi abuela materna, Margarita Olivares Zavaleta, solía decir: “No todos servimos para todo, pero todos servimos para algo.”

En ciencia y en ingeniería, los errores cuestan prestigio académico; en la administración pública, los errores cuestan vidas.

En cualquier profesión, el juramento al titularse compromete a ejercer con responsabilidad, ética y respeto a la vida. En el servicio público, ese compromiso no solo es moral, sino legal: toda omisión ante un riesgo conocido constituye una falta grave que vulnera derechos humanos fundamentales.
Cuando una autoridad calla, niega o llega tarde, no solo falla el sistema: se traiciona el juramento más básico del servicio y la profesión. Y, como reza la fórmula universitaria: si así lo hace, que la sociedad se lo premie; si no, se lo demande.



Posdatas

PD1. La ingeniería es la disciplina que aplica conocimientos científicos y matemáticos para diseñar, construir y mantener sistemas, estructuras, máquinas y procesos que resuelven problemas prácticos de la sociedad.

PD2. La ciencia es una disciplina sistemática que construye y organiza conocimiento en forma de hipótesis y predicciones comprobables sobre el universo.

PD3. Lo menos que se le pide a un profesional es que aplique los conocimientos obtenidos en su carrera universitaria, técnica o empírica. Qué paradoja del destino que ambas servidoras públicas provengan de áreas técnicas que obligan —por principio profesional— a consultar a los expertos antes, durante e incluso después de tomar decisiones… y sea lo menos que hacen.