Por Ramón Alberto
Reyes Viveros
Dedicada a la memoria de los jóvenes universitarios que perdieron la vida en Poza Rica. 🕊️
Resulta paradójico
que, siendo la Presidenta de México una científica y la Gobernadora
de Veracruz una ingeniera, prolifere el desorden en el sistema
nacional y estatal de protección civil y en la atención a todo tipo
de emergencias, en especial a la que hacemos referencia,
lamentablemente, hoy.
La eficacia, eficiencia,
transparencia y sistematización son lo menos que se podría esperar,
por la forma en que la zona norte las apoyó para llegar a la
responsabilidad pública que hoy tienen. ¿Por qué su maquinaria
electoral sí se mantiene organizada, empatando todas las etapas del
proceso hasta los tribunales? Eso les permite manipular las
elecciones; luego entonces, ¿por qué las fallas en otros sistemas
que son o debieran ser más importantes para la vida y el bienestar
del pueblo al que pidieron gobernar?
¿Por qué insultar
la inteligencia de los mexicanos y vulnerar su derecho a la seguridad
otorgándole una posición tan importante, como es la Coordinación
Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación
federal, a una licenciada en Historia y Arte por el Instituto
Cultural Helénico, de quien ni siquiera hay constancia pública del
número de cédula profesional en los buscadores abiertos de la SEP,
como lo es Laura Velázquez Alzúa? ¿No había alguien más
capacitado o con mayor experiencia, presidenta?
Los
fenómenos perturbadores —y en especial la ocurrencia de los
fenómenos hidrometeorológicos— no son responsabilidad de las
autoridades; lo que sí lo es, es la falta de previsión ante los
mismos.
Existía un sistema de protección civil con años
de experiencia, así como muchos otros sistemas en México, que ellas
destruyeron o sometieron a sus órdenes (como es el caso del sistema
electoral). Ese sistema —el de protección civil— hoy cuesta
vidas, el patrimonio construido por decenas —quizás cientos— de
años de las familias, y la esperanza de generaciones que veían en
sus hijos la única forma de salir adelante.
La
irresponsabilidad pública es la peor forma de corrupción. Tirar el
arpa, como se dice coloquialmente, no solo significa no aparecer en
el momento de la emergencia, sino no hacerlo antes, si ya se sabía
que había un riesgo. Nadie está obligado a lo imposible, pero me
hubiese gustado ver, al lado de la ingeniera en el helicóptero, a
una persona con experiencia en desastres naturales.
La
recomendación más básica habría sido la misma que los pilotos con
experiencia siempre nos daban a quienes iniciábamos en las tareas de
protección civil: volemos por las cuencas de los ríos de respuesta
rápida, de la costa a la montaña, sin ponernos en riesgo, pero
atentos a detectar represas o palizadas.
Eso no ocurrió.
Solo nos mostraron las fotos de la ingeniera —publicadas en su
cuenta de X (antes Twitter) doce horas antes del desbordamiento del
Río Cazones en Poza Rica—, con más incertidumbre que certeza por
lo que observaba. Es importante reconocer el valor del conocimiento
acumulado en otros, porque a lo que el gobernante sí está obligado
es a tomar decisiones —y hacerlo solo es condenar a su pueblo a
vivir o sobrevivir únicamente con lo que él o ella sabe.
Mi
abuela materna, Margarita Olivares Zavaleta, solía decir: “No
todos servimos para todo, pero todos servimos para algo.”
En
ciencia y en ingeniería, los errores cuestan prestigio académico;
en la administración pública, los errores cuestan vidas.
En
cualquier profesión, el juramento al titularse compromete a ejercer
con responsabilidad, ética y respeto a la vida. En el servicio
público, ese compromiso no solo es moral, sino legal: toda omisión
ante un riesgo conocido constituye una falta grave que vulnera
derechos humanos fundamentales.
Cuando una autoridad calla,
niega o llega tarde, no solo falla el sistema: se traiciona el
juramento más básico del servicio y la profesión. Y, como reza la
fórmula universitaria: si así lo hace, que la sociedad se lo
premie; si no, se lo demande.
⸻
Posdatas
PD1.
La ingeniería es la disciplina que aplica conocimientos científicos
y matemáticos para diseñar, construir y mantener sistemas,
estructuras, máquinas y procesos que resuelven problemas prácticos
de la sociedad.
PD2. La ciencia es una disciplina
sistemática que construye y organiza conocimiento en forma de
hipótesis y predicciones comprobables sobre el universo.
PD3.
Lo menos que se le pide a un profesional es que aplique los
conocimientos obtenidos en su carrera universitaria, técnica o
empírica. Qué paradoja del destino que ambas servidoras públicas
provengan de áreas técnicas que obligan —por principio
profesional— a consultar a los expertos antes, durante e incluso
después de tomar decisiones… y sea lo menos que hacen.