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lunes, 13 de octubre de 2025

Minimizar la catástrofe y ayudar con tenis blancos

 

En situaciones de catástrofe sale a flote lo mejor pero también lo peor de la sociedad y lo vemos otra vez con motivo de las torrenciales lluvias que están dañando a veracruzanos.

El pueblo sufre y las acciones de auxilio del gobierno van lentas. Unos han perdido casi todo y otros aprovechan para robar. Miles claman ayuda y algunos quieren sacar raja política. Y otros quieren ocultar o minimizar la destrucción para tapar sus incompetencias.

Dejó ya de llover torrencialmente y a rogar para que no venga otro temporal, porque ya murieron 15 veracruzanos –cifra oficial hasta la mañana de este domingo que ojalá fuera cierta- y la destrucción en comunidades rurales, en ciudades y en el campo es grande y quién sabe cuánto tiempo –años- lleve la recuperación.

Las redes sociales explotaron por los reclamos de la gente afectada. Los insultos hacia las autoridades son de todos los calibres y así seguirán pues, independientemente de que es muy complicado hacer llegar la ayuda a miles y miles de damnificados, está claro que las autoridades están rebasadas.

Si la ayuda va a fluir como fluyó para Acapulco tras la destrucción provocada en 2023 por el huracán Otis, la recuperación va para muy largo tiempo, porque no solo se trata de Veracruz, sino también hay daños severos en Puebla e Hidalgo y se necesitará una gran cantidad de dinero, primero para realizar las labores de rescate y limpieza, así como distribuir alimentos, después para ayudar con la compra de enseres domésticos y finalmente para apoyar a quienes perdieron sus sembradíos, ganado, casas y sus artículos en comercios.

Mientras tanto el pueblo reclama la presencia de sus autoridades. No las siente cercanas, sino como casi siempre sucede, si acaso en la lejanía de un centro de comando, sin saber la amarga y angustiante realidad.

Está claro que sucede eso por hechos que están a la vista de todos. Los elementos con los que se cuentan en la actualidad para realizar los pronósticos meteorológicos son buenos, sin embargo, fue hasta la noche del martes, ya tarde, cuando empezó a informarse de la suspensión de clases para el miércoles. También se avisó, después, con muy poca anticipación, que había que desalojar casas en Poza Rica, así que unos lo hicieron otros no. ¿Y en las otras poblaciones?

La información entre las autoridades fluyó mal, tan mal que a la gobernadora Rocío Nahle le hicieron decir, el jueves por la mañana que estaba en la ciudad de Veracruz: “Ahorita en la mañana, sí, tengo una situación de que se desbordó ligeramente el río Cazones…”.

Pero Poza Rica quedó en el caos, igual que Álamo, El Higo, Tempoal y otras poblaciones conocidas. Las pérdidas económicas son cuantiosas y hay angustia y desesperación entre miles de familias.

Sin embargo, hay más comunidades en situación similar o peor. Hasta el sábado se enteraron de lo que sufren en Ilamatlán y hasta el domingo empezó a fluir el apoyo, pero a otros sitios de la sierra de Huayacocotla no llegaba ninguna ayuda, como no había llegado ningún apoyo a otros municipios del norte de Veracruz que es casi seguro que son desconocidos para funcionarios.

La secretaria de Protección Civil estatal, Guadalupe Osorno, también ha recibido fuertes críticas y no es para menos. Suponemos que repitió en el cargo –está ahí desde el gobierno de Cuitláhuac García- porque Nahle creyó que tenía experiencia en esas tareas.

Hoy debió darse cuenta de su equivocación. La secretaria fue muy afortunada porque durante casi siete años no se presentaron huracanes ni fuertes vaguadas como la de ahora. Enfrentó algunas situaciones, pero no de grandes magnitudes. Tal vez por eso ahora no hubo siquiera alertamiento adecuado.

Por lo mismo su primera visita a la zona dañada de Poza Rica fue con tenis blancos muy limpios, pues seguramente sabía que evitaría hasta los charquitos.

En fin, a ver cómo fluye la ayuda, qué dinero hay y cuánto están dispuestos los gobiernos a invertir en apoyar. Por lo pronto, hay dependencias estatales que están pidiendo a los trabajadores que apoyen con víveres y artículos de primera necesidad para hacerlos llegar a la zona de desastre. Como siempre, el pueblo es el que ayuda al pueblo en desgracia, desgracia que, desafortunadamente, todo apunta que es mucho mayor a lo que oficialmente se informa.