Ruan Ángel Badillo Lagos
Este
tipo de acompañamiento busca el crecimiento y la maduración personal. Su fin es
atender las dimensiones del ser humano y conducir al acompañado hacia un
encuentro con Dios. Para lograrlo se apoya el discernimiento por la vida y por Dios
en ella. El objetivo es que la persona descubra su camino, tome decisiones y articule
un proyecto personal en el cual integre todas sus potencialidades.
El acompañamiento
también ayuda a superar las heridas, asumir responsabilidades y mirar el futuro
con esperanza. Impulsa a soñar escenarios deseables, factibles y alcanzables.
Así se inicia la construcción de un proyecto de vida coherente e íntegro, el
cual, con la gracia divina, permite descubrir el hilo esencial de la
existencia.
La escucha
atenta y respetuosa es fundamental. Se centra en la historia personal, las
experiencias fundantes, los sentimientos y las vivencias conscientes o
inconscientes de la persona acompañada, considerada como tierra santa.
Si
bien se enfatiza en el acompañado, el acompañante también debe poseer un perfil
adecuado.
Cada
etapa de la vida representa una oportunidad para el crecimiento humano,
espiritual y en otras dimensiones. El proceso depende de la etapa en que se
encuentre el acompañado. En esta ocasión, se aborda un esbozo del
acompañamiento en la adolescencia y en la etapa intermedia de la vida.
El
acompañamiento en la adolescencia. Esta inicia alrededor de los
12 años de edad. Su meta es alcanzar la autonomía personal y social propia de la
etapa adulta. En este periodo se presentan cambios fisiológicos, adquisición de
la lógica formal, construcción de la identidad personal y una mayor socialización
con amigos y grupos de pertenencia.
· Objetivos.
Lograr una identidad personal sólida que permita el reconocimiento personal.
Desarrollar una personalidad propia con conductas acordes a la madurez adulta. Elaborar
un proyecto de vida con sentido y mantener una comunicación íntima con otros como,
por ejemplo, la pareja, los amigos y los adultos significativos.
· Medios.
El acompañante debe ser mayor de edad, cuidar su testimonio y mantener
cercanía, profundidad, experiencia y coherencia personal.
· Dificultades.
Cada generación de adolescentes presenta características diferentes.
El
acompañamiento en la transición de la mitad de la vida. Comienza
alrededor de los 40 años de edad. Surgen los primeros signos de pérdida de
vigor físico y de envejecimiento, como las arrugas. En algunos casos la salud empieza
a decaer. El aprendizaje se vuelve más lento y arduo, aunque la experiencia
compensa esas limitaciones. La sexualidad suele tornarse más serena, con mayor expresión
de ternura y sentimientos.
· Objetivos.
Brindar apoyo en el afrontamiento sano de crisis concretas, como la soledad, la
depresión, los conflictos matrimoniales o las dificultades laborales. Acompañar
el proceso de individuación y guiar hacia una unificación de la vida que supere
la simple resolución de conflictos pendientes.
· Medios.
Aprender a gestionar de manera sana la propia historia persona.
En
otro momento se desarrollarán las etapas siguientes.