Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Hace exactamente 13 días (miércoles 4 de marzo) el
presidente López Obrador dijo en su conferencia mañanera: “Lo del coronavirus y
eso de que uno no se puede abrazar… hay que abrazarse, no pasa nada”. El domingo en la Costa Chica de Guerrero
afirmó: “No nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso”.
Este lunes el subsecretario de Salud, Hugo
López-Gatell, hizo un comentario entre lambiscón y confuso al manifestar que: “La
fuerza del Presidente es moral, no es fuerza de contagio”. Esto en respuesta a
una reportera que le preguntó si AMLO podría hacer contagiadero de personas si
llega a ser portador del virus y visita zonas de alta marginación.
López-Gatell agregó: “Afortunadamente (AMLO) goza de
buena salud y aunque tenga 60 años no quiere decir que sea una persona de
especial riesgo”.
A ver, aclarando amanece. López Obrador no goza de
buena salud pues padece dolores crónicos de espalda; es hipertenso, ya le dio
un infarto y según él mismo, toma diariamente un coctel de medicamentos.
Además, el subsecretario le quitó más de un lustro ya
que no tiene 60 sino 66 años, aunque representa 78 muy mal llevados. Y por su
edad, sí corre el riesgo de contraer el Covid-19.
¿Qué nos dice todo esto?
Que Andrés Manuel se siente tocado por la mano de Dios
y esto lo hace inmune. Si Jesús anduvo entre infectados y jamás le dio ni un
catarro, AMLO piensa que puede hacer lo mismo porque es el Elegido para llevar
a cabo la Cuarta Transformación que le ordenó el Señor para este país.
El tabasqueño no se ve como Presidente sino como el mesías
que salvará a su pueblo. Por eso besa, abraza y se deja querer, en la
inteligencia de que Dios lo protege de todos los males para que cumpla su
misión cuyo premio será no sólo ganarse un lugar en la historia, sino la
mismísima eternidad.
El problema es que esto no lo ve el Covid-19 que este
lunes infectó a 82 mexicanos; 29 más que el domingo cuando se registraron 53
casos y 41 más que el sábado en que se registraron 41. Es decir, en 72 horas la
cifra aumentó un 100 por ciento y sigue hacia arriba.
Mientras los gobiernos del mundo están actuando en
concordancia con las orientaciones que reciben de científicos para combatir el
virus, en México las decisiones se están tomando de la mano de la fe.
Y tanta es la fe del Presidente en él mismo y en los
mensajes celestiales, que se pasó por el forro las recomendaciones de la ONU
que le está pidiendo que atienda los protocolos terrenales.
De acuerdo con especialistas el Covid-19 llegará con
fuerza a nuestro país en los próximos días y se irá relativamente pronto, pero
matará a muchos.
¿Por qué tan fúnebre el vaticinio? Por lo que digo líneas arriba; no se siguieron
a tiempo los protocolos y no se han seguido como debieran a pesar del inminente
riesgo.
Y al coronavirus hay que agregarle la caída en los
precios internacionales del petróleo, la probable recesión y lo que he escrito
aquí en otras ocasiones: el nulo crecimiento económico, la casi prescrita inversión
privada, el desempleo, el aumento de la violencia, la carencia de medicamentos,
el abandono al campo y otras calamidades que están haciendo de este 2020 otro
año en vías de echarse a perder.
Pero no hay que temer; Andrés Manuel es nuestro pastor
y nada nos faltará.
Uta mechas…
No pus, qué bien.