
Les diré el eventual desenlace de la epidemia surgida en
diciembre del año pasado en un poblado de China y propagada a velocidad
endemoniada a nivel mundial hasta haberse convertido en pandemia. Mientras en
la mayoría de las naciones se tomaban medidas extremas para enfrentar esta
caótica situación, en México el mismísimo presidente Andrés Manuel López
Obrador le restaba importancia, continuaba en sus giras encabezando actos multitudinarios
y ofreciendo abrazos como retando al COVID-19.
El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatel, se atrevió a
insinuar la conveniencia de que AMLO se contagiara del virus para que al sanar resultara
inmune… cual moderno mesías criollo.
Por fortuna, igual que en el resto del mundo, aunque a
regañadientes el gobierno mexicano se vio obligado a adoptar poco a poco las
medidas necesarias para paliar la crisis.
Hoy vemos calles vacías, espacios públicos y centros de diversión sin gente, oficinas con pocos
empleados, compras de pánico, desabasto de productos, rumores catastrofistas,
actitudes y acciones irresponsables y también muchas personas que sí toman en
serio el problema que ha afectado no sólo la salud de los humanos, sino la
economía mundial.
Según López Obrador, en México no hay por qué preocuparse. Una
parte de los mexicanos le cree o desea creerle. Otra considera que el
presidente y el gobierno no están preparados para la espantosa epidemia que nos
azota, que se nos oculta información y que existen más casos positivos de los
que oficialmente se reconocen.
Los infaltables rumorólogos no han resistido la tentación de
dar vuelo a la imaginación y sueltan hipótesis fantasiosas en redes sociales y
otros medios. Por ejemplo:
--Que lo predijo Nostradamus hace casi 500 años.
--Que Estados Unidos creó el virus para perjudicar y frenar a China porque va derechito
a convertirse en la primera potencia mundial.
--Que los chinos crearon el coronavirus y también la vacuna.
Así infectan a los demás países y con el antídoto en su poder, terminan por
dominar el orbe.
--Que se trata de un diabólico y estratégico plan maquinado
por los poderosos para diezmar la creciente población mundial, porque ya somos
muchos, más de 7 mil millones.
En conclusión, opino que esta pandemia, que flagela por igual
a pobres y ricos, impactará en la economía global, acabará con millones de
mujeres y hombres, disminuirá de manera importante el número de habitantes del
planeta… y al final será controlada.