RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS
La Pascua es una celebración religiosa que conmemora la Resurrección de Jesucristo. Es la fiesta más importante de la Iglesia cristiana, es el suceso más maravilloso y extraordinario en la historia de la humanidad, pues Jesús volvió a la vida de entre los muertos, con su muerte ha vencido a la muerte y a los muertos ha dado la vida. Si nosotros hemos muerto con él viviremos también con él, ¿Cómo puede ser esto? Cuando cada uno de nosotros se arrepiente de corazón de las faltas cometidas contra la razón, la verdad y la conciencia, en ese momento muere el hombre viejo para dar vida a un nuevo hombre.
La Pascua no es simplemente una fiesta, es el misterio de la Resurrección en el cual Cristo ha pasado de la muerte a la vida y ha triunfado, es representación del paso de Cristo, el Señor, que regresa a su pasado, a su existencia definitiva y gloriosa, por lo que ha querido quedarse para siempre con nosotros. “Hay un doble aspecto en el misterio pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su Resurrección nos abre el acceso a una nueva vida” (CIC 654).
Cristo resucitó y vive en tú corazón porque reconoce tu dignidad. Ahora que has sido testigo de su Resurrección no vuelvas a la bajeza de tu vida pasada, recuerda llevar una vida decorosa de quien eres como hijo querido de Dios, conformando tus pensamientos, tus palabras y tus acciones con los sentimientos que tuvo Cristo y siguiendo su ejemplo. Hay dos caminos, uno que lleva a la vida y otro que lleva a la perdición, ¡tú decides cuál tomar!, porque se debe reconocer que el hombre, desde su concepción, está ordenado a Dios, a un Dios vivo y resucitado, no obstante, deja al hombre tomar su propia decisión para hacer esto o aquello, para creer o no creer en la Resurrección de Cristo.
Señalo al corazón del hombre como la fuente de donde brota el movimiento de las pasiones y los deseos aberrantes, pero también de donde brotan los buenos sentimientos, porque en él esta Dios. Por ello, será bueno buscarle en tu interior, ahí está aguardando, pues ha dado la vida por ti, así espera a que tú le hables y lo puedas encontrar para mantener una relación viva y cálida. Si después de varios intentos has logrado tener una experiencia con Jesús resucitado, la vida no puede ser igual. No tan solo para reivindicarte o atender tus necesidades, sino para reconocerte como Hijo de Dios, vivo y resucitado.
Tener una experiencia con Jesús resucitado implica un encuentro personal y transformador que va más allá de la retórica de la resurrección, es una experiencia que ha marcado toda mi vida, por lo que puedo exclamar que ¡Jesús ha resucitado, aleluya, verdaderamente ha resucitado! Por momentos se apareja en mi camino, y a la hora de descanso aguarda conmigo, está vivo y resucitado. La muerte y la resurrección de Jesús son el acontecimiento más importante en la vida de la Iglesia, Jesús demuestra que Él tiene poder sobre la vida y la muerte, y por ende, sobre la vida eterna. Mi Pascua es el paso de la muerte del hombre viejo al nacimiento del hombre nuevo.