Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Cuando José Ramón Fernández era director de deportes
en TV Azteca, los sets de la televisora en los Mundiales de Futbol eran de los
más elegantes, hasta que en la última emisión llegaba Andrés Bustamante
disfrazado de Hooligan y lo destrozaba todo. Así me imagino a Andrés Manuel
López Obrador, tirando mandarriazos a diestra y siniestra sin importarle el
costo ni el número de víctimas.
Tiró un aeropuerto, las estancias infantiles, el
Seguro Popular, la industria de la construcción, los fideicomisos, los
convenios con productores de energías limpias y con las farmacéuticas; mandó al
diablo a una cervecera, se peleó con los empresarios nacionales, corrió a la inversión
extranjera y no para. Cada hachazo, cada golpe provocó la quiebra de micro,
pequeñas y medianas empresas. De acuerdo con el INEGI un millón 10 mil cerraron
este año.
No contento con eso ahora se fue contra el Complejo
Petroquímico Etileno XXI ubicado en Nanchital, al sur de Veracruz.
La mañana de este miércoles el señor Presidente comió
gallo y dijo en su conferencia que el contrato con Etileno XXI se cancelaba “porque
es un contrato leonino”. Y se canceló.
Esto dejará sin empleo a 3 mil trabajadores y le pega
directamente a 100 proveedores locales y 400 clientes que Etileno XXI tiene en
todo el país.
¿Andrés Manuel presentó pruebas de su dicho? Por
supuesto que no, ¿cuándo las ha presentado?
Simplemente se limitó a decir: “Me informaron hoy en
la mañana que habían notificado a la empresa porque no se está corrigiendo el
contrato leonino que se suscribió desde el tiempo de (Felipe) Calderón, que es
contrario a la Hacienda Pública. Es un contrato con Odebrecht, esta empresa que
es famosa por las extorsiones y por la corrupción”.
¿Quién le informó? No lo dijo. Y el contrato no se
hizo con Odebrecht sino con Braskem Idesa que inauguró el Complejo el 26 de
julio del 2016 con una inversión de 5 mil 200 millones de dólares.
El Presidente indicó que Pemex ya no venderá gas
natural a Etileno XXI: “Porque se venció el contrato. No se interrumpió, sino
que llegó a su fecha límite y ya no se va a renovar”.
Falso, el contrato entre Pemex y Braskem Idesa tiene
una vigencia de 20 años y vence hasta julio del 2036. Además, contiene
cláusulas con multas multimillonarias a la parte que lo incumpla. Braskem Idesa
se defenderá en los tribunales internacionales y los mexicanos tendremos que
pagar como lo hicimos con el NAIM y lo haremos con la cervecera Constellation
Brands.
¿Qué pasará con los 3 mil trabajadores que se quedarán
sin empleo, con los proveedores y los clientes de Etileno XXI? Que se frieguen.
Aparte de la destrucción, la mentira se ha convertido
en una fiel aliada del Presidente que este martes la hizo brillar en su informe,
al asegurar que la pandemia del coronavirus “no nos ha rebasado” y “hemos
salvado miles de vidas”. Quizá tenga razón, se han salvado miles de vidas, pero
han fallecido cientos de miles de mexicanos. 107 mil 565 de acuerdo a cifras
oficiales de ayer por la noche. Aunque las cifras extraoficiales hablan de 275
mil fallecidos.
Dijo también que gracias al combate a la corrupción su
gobierno ha ahorrado 1 billón 300 mil millones de pesos. ¡Jesús María y José!
Si esto fuera verdad ese dinero serviría para hacer nuevos TODOS los hospitales
y clínicas dependientes del sector Salud que hay en la República y para equiparlos
con medicamentos. En cuatro palabras: para igualarnos con Dinamarca.
También servirían para pagar sueldos y aguinaldos de
todos los burócratas del país (en lugar de recortárselos) y sobraría una
piscacha para comprar al contado otro avión presidencial.
Mientras escribía esta columna recordé que pocas semanas
antes de tomar el poder, el tabasqueño declaró que su idea para transformar al
país era “desmontar” el sistema que prevaleció en México por décadas. Pero no
lo está desmontando, está arrasando con todo y no lo está sustituyendo con algo
mejor. O de plano no lo sustituye con nada.
Al igual que el Hooligan de Bustamante, López Obrador
es un destructor nato, es el Hooligan de la 4T. La diferencia entre ambos es
que si el comediante nos hacía reír, Andrés Manuel ha hecho rabiar de
impotencia y frustración a millones de mexicanos.