Pepe Valencia
No hay nada
nuevo bajo el sol, expresó hace siglos el rey Salomón y es verdad. En México ha
habido desde golpes de estado hasta magnicidios. El más reciente cuartelazo y
asesinato presidencial ha sido el de Francisco I. Madero perpetrado por
Victoriano Huerta en 1913.
Años después serían ultimados el presidente Venustiano
Carranza, el electo Álvaro Obregón y el candidato Luis Donaldo Colosio.
Pues bien, recurriendo a esa gran “maestra de la vida” que es
la historia, vayamos por partes:
--Últimos meses de 1976, el presidente Luis Echeverría estaba
enfrentado con los empresarios y en un ambiente de efervescencia y conflictos
sociales, políticos y económicos, el entonces embajador de Estados Unidos en
México, Joseph John Jova, envió un despacho a su jefe inmediato, Henry
Kissinger, en el que alertaba:
--“Crecen los rumores de que el presidente Luis Echeverría
podría estar conspirando para asesinar al presidente electo José López Portillo
para poder extender su período en el poder”. (Periódico La Jornada, 10 de abril
de 2013).
Se comentaba también sotto
voce sobre un eventual autogolpe que ejecutarían militares el 20 de
noviembre de 1976 para imponer un presidente interino y perpetuarse Echeverría de
facto en el poder.
--Viernes 3 de noviembre de 1995, la agencia inglesa de
noticias Reuters publicó:
--“Una serie de rumores, entre ellos el de un golpe de estado
en México (contra el presidente Ernesto Zedillo), sacudieron hoy el mercado de
divisas…” y añadía que las versiones circulaban tanto en Europa como en Estados
Unidos y México. (Revista Proceso, 4 de noviembre de 1995).
Volviendo al convulso presente, el presidente Andrés Manuel
López Obrador difundió este fin de semana en redes sociales lo siguiente:
--¡Qué equivocados
están los conservadores y sus halcones!
--Pudieron cometer la
felonía de derrocar y asesinar a Madero porque este hombre bueno, Apóstol de la
Democracia, no supo, o las circunstancias no se lo permitieron, apoyarse en una
base social que lo protegiera y respaldara.
Y agrega AMLO:
--Ahora es distinto.
Aunque son otras realidades y no debe caerse en la simplicidad de las
comparaciones, la transformación que encabezo cuenta con el respaldo de una
mayoría libre y consciente, justa y amante de la legalidad y de la paz, que no
permitiría otro golpe de Estado.
Y más adelante remata López Obrador:
--Aquí no hay la más mínima oportunidad para los
Huertas, los Francos, los Hitler o los Pinochet. El México de hoy no es tierra
fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren.
--Por cierto, les
recomiendo leer la fábula de Esopo “Las ranas pidiendo rey”.
Hasta aquí lo dicho el sábado por AMLO. Acaso en la conferencia
mañanera de hoy ampliará lo escrito y explicará el porqué.
Nadie en su sano juicio desea un golpe de estado. Ni siquiera
los adversarios ni los que critican al gobierno obradorista. No nos conviene.
Sería una insensatez, una locura. ¡Dios nos libre!
Por cierto, ¿saben qué ocurrió con las ranitas que pidieron a
Zeus les enviara otro rey porque despreciaban al que tenían? Pues les mandó una
serpiente y ésta se las botaneó a todas.