Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Siempre he dicho que Juan Antonio Nemi Dib es un político
honesto y lo seguiré diciendo mientras no se demuestre lo contrario. Así lo da
a conocer su impecable hoja de servicios cuyo primer renglón lo escribió en
1984 como director del CREA en su natal Córdoba, siendo un joven de 22 años.
Cuando lo detuvieron acusado de abuso de autoridad al
permitir -presuntamente- un fraude con la construcción de la Torre Pediátrica
de Veracruz (en tiempos en que fue Secretario de Salud), di por hecho que ni
siquiera pisaría la cárcel porque ni es fraudulento y menos ladrón. Pero al
enterarme que la jueza Alma Aleida Sosa le había empujado un año de prisión
preventiva, no dudé que aquello era una venganza orquestada por Miguel Ángel
Yunes Linares.
Ya encerrado Nemi demostró una y otra vez (con pruebas
documentales) su inocencia en el delito que le achacan. Y una y otra vez la
jueza hizo como que la virgen le hablaba.
Durante su estancia en Pacho Viejo fue golpeado,
torturado psicológicamente y amenazado con que borrarían del mapa a su familia
si no declaraba en contra de Javier Duarte y Karime Macías, hechos que nunca le
constaron de ese par de sujetos despreciables.
Debido a lo anterior su salud se deterioró hasta
agravarse, pero eso le importó pura corneta a doña justicia. Tuvieron que
intervenir la Comisión Nacional y Estatal de Derechos Humanos para que después
de cinco semanas enfermo en el penal, autorizaran su traslado a un hospital y a
los pocos días le dictaran prisión domiciliaria.
Con la puesta en libertad, la semana anterior, de tres
auténticos ladrones del duartismo para que sigan su proceso desde sus hogares,
pensé que Juan Antonio correría con la misma suerte, pero no fue así. El ex
funcionario sigue prisionero en su domicilio… y recibiendo amenazas.
Este miércoles envió una carta a los medios de
comunicación donde dice que hasta el martes anterior elementos de la Fiscalía
de Investigaciones Ministeriales acudieron a interrogarlo sobre las agresiones
que sufrió en Pacho, después de tres meses que presentó la denuncia.
En su misiva responsabiliza al Fiscal Jorge Winckler de
las aberraciones judiciales de las que ha sido objeto, de las golpizas y: “Por
tenerme preso por delitos que NO AMERITAN PRISIÓN, además de que NO LOS COMETÍ
y, sobre todo, por PROTEGER A LOS VERDADEROS RESPONSABLES de la corrupción,
fabricándome averiguaciones falsas y manipuladas”.
Agrega que servidores de la propia Fiscalía le hicieron
saber que Winckler estaría promoviendo una nueva carpeta de investigación en su
contra para prolongar su estancia en prisión y remata:
“No cometí ningún delito. Soy preso político y víctima
de un proyecto de odio, infamia, destrucción y muerte. Le recuerdo a Winckler
que yo presenté más de 300 denuncias por los actos de corrupción en SESVER
(Secretaría de Salud de Veracruz) y que él se encargó de desaparecerlas. Pero
llegará el tiempo en que pague por sus infamias”.
Se entiende el resentimiento de Juan Antonio contra el
abusivo Fiscal que ojalá y en efecto pague por sus infamias. Pero no es un
preso político.
No fue a prisión porque sus ideas, pensamientos,
escritos o acciones pusieran en riesgo la estabilidad del Estado. Fue víctima
de una venganza (a todas luces detestable) de un tipo infame y rencoroso que se
valió de un lacayo habilitado como Fiscal y de una jueza a modo para lograr su
cometido.
Nemi Dib nunca debió pisar la cárcel y sin embargo la
sufrió; nunca debió estar en prisión domiciliaria y ahí sigue, encerrado en su
casa. Por el bien de la justicia es necesario que se decrete su libertad
inmediata, aunque sea bajo caución.
Si bien es pertinente reiterar una y otra vez que es
un político preso de la injusticia, la iniquidad, la ilegalidad y la sevicia; siempre
será oportuno subrayar que no es un preso político.
Espero que la justificada animadversión
y ojeriza que siente por sus verdugos, no le hagan perder la cabeza a un hombre
como Juan Antonio Nemi que aparte de honesto, se ha caracterizado por darle su
verdadero sentido, dimensión y valor a las palabras.