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sábado, 21 de diciembre de 2024

La otra Historia

El ámbito mexicano (parte 1)

Dejemos que las repúblicas socialistas soviéticas del Caribe, América del Centro y Sudamérica sigan con su camino de liberación del capitalismo; sigamos impulsando nuestro desarrollo, aunque tengamos gobiernos socialistas que quieran parecer muy revolucionarios en todo, menos en ser verdaderamente democráticos

Por Gral. de División DEM retirado Roberto Badillo Martínez

El ámbito mexicano es el lugar en el que México debe ubicarse de acuerdo con sus prioridades de Nación, Estado y gobierno para servir mejor a su pueblo. Ese lugar ha cambiado a lo largo de la historia del país.

La historia oficial es un conjunto de mentiras mayúsculas. que se esgrime (esa es la palabra adecuada) para tratar de privar a México del ámbito que le conviene.

La independencia que tanto festejamos es una de ellas. Nos dejó indefensos. Aislados. Con un vecino al norte acechándonos constantemente para robarnos territorio y desestabilizarnos por medio de sus logias masónicas.

El vecino del norte nos inoculó ideologías extrañas, ajenas a nuestra patria. Y se salió con la suya: nos quitó más de la mitad del territorio y evitó que la nación mexicana emergiera unida, poderosa, católica. Contó, para ello, con la complicidad de gobiernos corruptos y traidores.

Pero no solo fue nuestro vecino de las barras y las estrellas el que mancilló a nuestra patria. También lo hicieron los ingleses, los franceses y españoles sometidos a las logias masónicas europeas, las cuales se reorganizaron a partir de 1717.

Los peores, fueron los españoles que traicionaron a su reino y a su pueblo. Llegaron como maleteros o funcionarios de los últimos virreyes, algunos de los cuales también pertenecían a la logia.

Esta etapa nos costó más de tres millones de kilómetros cuadrados. Se perdieron, además, Alaska y América Central, que es mexicana. Y la onda expansiva afectó a América del Sur y Filipinas.

Esa fue la consecuencia desastrosa de la mal llamada independencia; ningún otro país la ha sufrido. Eso es lo que celebramos con la ceremonia del grito y la demagogia que la rodea.

Esa infección de México duró desde 1810 hasta 1876, es decir, ni más ni menos que 66 años, durante los cuales hubo muchas intervenciones, agresiones e intentos de quitarnos más territorio.

Lo peor fue que los gobiernos inútiles, traidores y vendepatrias que tuvimos hicieron poco o nada por impedir esas intervenciones de las potencias de la época. Más bien, fueron los pueblos de varios estados de la República los que se organizaron para defender nuestro territorio (acciones que prácticamente han olvidado todos los gobiernos de México, desde los de aquella época hasta nuestros días).

Se sabe, sin embargo, cuándo y dónde actuaron los héroes de la patria que la defendieron, muchos de los cuales murieron enfrentando al invasor. Tenemos pendiente darles el reconocimiento y rendirles los honores que se merecen. Algún día saldaremos esa deuda histórica. No lo dudo.

El general Porfirio Díaz sí defendió con valor, decisión y gallardía ─de palabra y con las armas en la mano─ a nuestro querido México y a su bendecido territorio. Por eso es el más grande mexicano y patriota que ha dado la tierra mexicana, pésele a quien le pese.

Gral. Porfirio Díaz 

En los gobiernos de la revolución, todos ellos entregados a los mandatos de los estadounidenses, hubo excepciones, aisladas.

Cárdenas, obsecuente en sus políticas sociales y económicas ─mismas que impidieron el desarrollo de México durante más de 30 años─ tuvo una excepción cuando, en la Segunda Guerra Mundial, hizo que el presidente Ávila Camacho lo hiciera comandante de la zona de operaciones del Pacífico.

El caso es que Cárdenas, por ignorancia o por su ideología comunista, se fue a la Península de Baja California y evitó que sus amigos gringos ingresaran a territorio mexicano para establecer bases militares con el pretexto de defender su seguridad nacional.

Con Manuel Ávila Camacho, los estadounidenses, por lo demás, trataron de agraviar menos a México, su vecino, porque ─en realidad─ necesitaban brazos para recoger sus cosechas y para los trabajos fuertes en sus ciudades.

Eso continuó con Miguel Alemán, quien además procuró el desarrollo del país por medio de la única manera en que se puede lograr: con libertades individuales, sociales y empresariales. Permitió el movimiento de capitales ─su entrada y salida─ y, con ello, impulsó el capitalismo mexicano.

A todas esas libertades se oponen precisamente los sistemas socialistas y comunistas. Por ello, han fracasado estruendosamente en todo el mundo, comenzando por su gloriosa Unión Soviética.

La caída de la URSS se debió a la corrupción de su sistema, a la ineficacia del régimen y al salvajismo del partido comunista. En nuestra área latinoamericana, los fracasos más palpables del socialismo y el comunismo ocurren en Cuba ─país que vive de la rapiña y de la caridad─, Venezuela y Nicaragua.

Chile pudo librarse gracias al general Pinochet, quien hizo a un lado a los comunistas y forjó ─con los cambios favorables al libre mercado─ la que fue la economía más fuerte y estable de Latinoamérica durante muchos años.

Gral. Augusto Pinochet 

Cuando los bribones socialistas y comunistas recuperaron el poder en Chile, luego de una conjura internacional leguleya contra Pinochet, mantuvieron todas las políticas económicas del pinochetismo. Se dedicaron a insultarlos a él y a su familia, pero siguieron gobernando cínicamente con el exitoso sistema que dejó Pinochet. Pronto habrá cambios en Chile y los comunistas se irán para siempre de ese país.

Pero retomemos el tema de México. Nuestro país siguió su desarrollo después de los gobiernos de Ávila Camacho y de Miguel Alemán aprovecharon las distracciones del imperio, el cual se había involucrado en otras guerras como la de Corea e Indochina (Vietnam).

México tuvo, pues, un desarrollo sólido durante poco más de 40 años. De hecho, tuvo etapas verdaderamente luminosas y ejemplares en los sexenios de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, lo que aumentó el prestigio de México a nivel mundial.

De los 40 a los 80 del siglo pasado, México creció y se desarrolló. Inició una intensa industrialización. Afortunadamente, nunca quiso asumir el liderazgo de América Latina, la cual estuvo sometida a constantes vaivenes políticos y económicos; a bruscos cambios de la derecha a la izquierda y viceversa; a injerencias externas, tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética; a golpes de estado y a regímenes militares, los cuales ─excepto el de Pinochet─ fueron un fracaso.

Adolfo López Mateos 

En ese proceso de consolidación mexicana sin afanes internacionalistas hubo una excepción, la del gobierno de Luis Echeverría, quien trató de construir un liderazgo mundial porque quería ser secretario general de las Naciones Unidas, lo cual, desde luego, no logró.

Durante todos esos años, de 1940 a 1980, se puede decir que nuestro país fue invitado por Estados Unidos a comenzar una época de más intercambios bilaterales. México mejoró en todos los aspectos de la vida nacional. Las condiciones sociales cambiaron y las expectativas de vida de la población aumentaron en más de 25 años.

La población aumentó considerablemente y hubo un cambio en la fisonomía del país. Se construyeron carreteras, puertos, aeropuertos, centros de salud, hospitales regionales y nacionales; las universidades públicas y privadas cambiaron la fisonomía intelectual de la población; se desarrollaron centros turísticos que llegaron a ser de clase mundial.

Lo anterior, sumado a la continua inestabilidad gubernamental de América Latina, nos distanció ─sin que nos lo hubiéramos propuesto─ de los países localizados al sur de nuestra frontera (y sin que ellos lo quisieran tampoco)

Gustavo Díaz Ordaz 

Nos alejamos de los países latinoamericanos y nos acercamos a Estados Unidos. Llegaron las maquiladoras, y el comercio con ese país se intensificó con nuestra creciente industrialización.

Con Adolfo López Mateos llegó la industria automotriz. Esa etapa se puede definir como la del acercamiento ─que convenía a los dos países─ y la de un intenso desarrollo nacional. Hubo, además, un fuerte crecimiento poblacional.

López Portillo estableció un punto de inflexión cuando concluyó que el periodo revolucionario había terminado e hizo candidato presidencial a Miguel de la Madrid Hurtado, quien ─en un solo sexenio─ hizo todas las reformas necesarias para que México se incorporara al mundo y viceversa. La entrada de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) formalizó la apertura de México al mundo.

La incorporación al GATT hizo posible que Carlos Salinas de Gortari firmara el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos y Canadá. Fue esto un salto al vacío porque los mexicanos desconocíamos qué resultados iba a tener dicho tratado tripartita.

Evidentemente, fue exitoso para los tres países. Por eso, Enrique Peña Nieto, el presidente Trump y el primer ministro Trudeau firmaron su renovación en Argentina.

En eso estamos ahora. México exporta más que toda Latinoamérica, produce más vehículos que toda Latinoamérica, tiene más tratados comerciales que cualquier país de Latinoamérica. Sin duda, es el país más influyente de Latinoamérica en el mundo. Tiene la cultura más fuerte de todas las américas. Tiene más visitantes turísticos que toda Latinoamérica. Nos hemos quitado muchos complejos y ataduras. En el aspecto económico, si incluimos a los mexicanos de México y a los que radican en Estados Unidos, nuestro Producto Interno Bruto duplica al de Brasil.

Observemos con detenimiento: Brasil contaba en 2023 con 216 millones de habitantes y México, con 128 millones. Brasil tiene una superficie de 8.5 millones de kilómetros cuadrados y México, de 1 millón 973 mil kilómetros cuadrados.

Nuestra única competencia comparativa en América Latina es con Brasil, el gigante sudamericano. Todos los demás países se quedaron atrás debido a sus politiquerías de izquierda o comunistas, y a sus constantes cambios de objetivos nacionales.

Al mismo Brasil lo superamos en Producto Interno Bruto per Cápita. En 2023, el PIB per cápita de México fue superior a 13 mil 920 dólares; el de Brasil, en ese mismo año, apenas rebasó los 10 mil dólares.

El ámbito natural de México es América del Norte. Dejemos que las repúblicas socialistas soviéticas del Caribe, América del Centro y Sudamérica sigan con su camino de liberación del capitalismo y sigamos impulsando nuestro desarrollo, aunque tengamos gobiernos socialistas que quieran parecer muy revolucionarios en todo, menos en ser verdaderamente democráticos.

Sigamos adelante a pesar de estos gobiernos que quieren ser como el de China y hacen todo para imitarlo: tener libre mercado que les genere producción y divisas, pero controlando ─desde el partido único─ todos los poderes habidos y por haber para mantener su dictadura

Sí, mantener su dictadura a pesar de sus contradicciones (las que tanto evocan en sus discursos marxistas, leninistas y maoístas) porque el libre mercado les produce bienes y servicios, y les genera divisas.

Régimen comodino y cínico que utiliza los tratados comerciales firmados con gobiernos democráticos que no coartan las libertades de los individuos ni de las empresas; que no persiguen a la propiedad privada; que permiten el libre desarrollo de las personas, de las ideas y de los capitales.

¿Qué hicieron los recientes gobiernos para concretar los casi 50 acuerdos comerciales que han permitido a México ser importante a nivel internacional? ¡Nada!

Así estamos hoy, en diciembre de 2024.

¿Ya vieron, por ejemplo, que el socialismo ha hecho que México tenga que comprar más maíz a Estados Unidos? Le echan la culpa, claro, a la creciente siembra de berries…

Ha llegado el tiempo y el espacio de ubicarnos en otro ámbito. Sin complejos ni prejuicios; sin ataduras y sin miedos. 

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