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sábado, 12 de diciembre de 2020

“ESTÉN SIEMPRE ALEGRES”

COMUNICADO DOMINICAL
Arquidiócesis de Xalapa
13/11/2020
El tercer domingo de Adviento se conoce en la liturgia de la Iglesia católica como el DOMINGO DE LA ALEGRÍA. En efecto la antífona de entrada contiene esta invitación del apóstol Pablo: Estén siempre alegres en el Señor, les repito, estén alegres. El Señor está cerca (cfr. Flp 4, 4.5).

El profeta Isaías por su parte, lo aborda de esta manera: "Que se le alegre el desierto y se cubra de flores… que se alegre y dé gritos de júbilo… he aquí que su Dios viene ya para salvarlos (Is 35, 1-6). En ambos casos la razón de esta alegría es la cercanía o proximidad del Señor. Dios es la fuente de la alegría.

En el contexto del tiempo del Adviento, la invitación del apóstol Pablo como la del profeta Isaías, coincide con la cercanía de la navidad. Debemos estar alegres porque ya vamos a celebrar la Navidad. La expectativa de la Navidad genera en nosotros una actitud de alegría interior.

En efecto, nos encontramos ya a unos cuantos días de la celebración del nacimiento de Jesús. Jesús es nuestro salvador y nosotros nos estamos preparando para recibirlo. Esa es la razón por la que debemos estar siempre alegres. La llegada de Jesús por lo tanto es motivo de alegría para todos los que creemos en él.
La contemplación del portal de Belén nos permite darnos cuenta de lo que Dios ha hecho por nosotros. La imagen tierna de un recién nacido nos hace pensar en el amor de Dios por nosotros. Dios se hace pequeño para engrandecernos; se acerca a nosotros para transformar nuestra vida.

Ciertamente este ambiente cristiano de alegría por la cercanía de la navidad se contrasta con la realidad que la gente de nuestro pueblo vive todos los días; y es que no hay reunión, encuentro o conversación donde el pueblo no lamente la situación de crisis que estamos viviendo; se observa mucho desconcierto e incertidumbre, hay un ambiente de desánimo y descontento social, aunque en los discursos oficiales se diga lo contrario.

La alegría cristiana se produce principalmente de la experiencia de encuentro con Dios a través de su Palabra, los ejercicios de oración, la participación en los sacramentos y las prácticas de caridad. La oración fortalece nuestro espíritu; Siempre que hacemos un bien experimentamos un gozo interior que nada ni nadie nos puede robar.

Estamos llamados a experimentar la alegría de Dios. Esta se produce aún en los momentos difíciles o de obscuridad, en tiempos de tribulación o incluso de persecución como nos cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles: "Los apóstoles después de haber sido azotados, salieron del sanedrín contentos de haber sido considerados dignos de sufrir por Jesús" (Hech 5, 40-41).

La alegría cristiana se produce cuando cultivamos la comunión con Dios; cuando la misericordia divina toca nuestra vida y desde dentro nos transforma. De ahí la súplica del salmista "devuélveme la alegría de la salvación" (Sal 51, 14). Esta alegría es fuente de paz, de armonía y de serenidad.

Vivir con alegría es vivir en comunión y en gracia de Dios. Como María de Nazareth a quien el arcángel Gabriel saluda de esta manera "Alégrate María, llena de gracia". La alegría de María es porque está rebosante de gracia.

Las experiencias de incertidumbre y de miedo que producen las situaciones externas que estamos viviendo, no deben robarnos la alegría ni la paz interior. Recordemos que Dios está siempre cerca para guiarnos, para consolarnos y para fortalecernos. Mantengamos la alegría porque Dios está cerca.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes

EL DOMINGO DE LA ALEGRÍA CRISTIANA.

Hemos llegado ya al tercer domingo de este tiempo del Adviento y la nota dominante que la palabra de Dios destaca es el tema de la ALEGRÍA. En efecto esta es la palabra que más se repite en las lecturas bíblicas que escucharemos en la liturgia de la Iglesia Católica en este domingo, de ahí que el tercer domingo de Adviento sea conocido como el domingo de la Alegría. En el caso de la corona de Adviento, se enciende la tercera vela que es de color rosa. La alegría se justifica porque ya está muy próxima la Navidad.

En la primera lectura (Is 61, 1-2.10-11), el profeta Isaías habla de un alegre anuncio que será dirigido a los pobres, a los humildes, a los oprimidos y eso provoca como una explosión de júbilo de parte del Profeta: "me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios porque me revistió con vestiduras de salvación". Estas palabras preparan a su vez el cántico de la Santísima Virgen María. De ahí que el salmo retome las palabras que María Santísima expresa en el himno que dirige a Dios, "mi espíritu se alegra en Dios mi salvador". En la segunda lectura (1 Tes 5, 16-24), San Pablo empieza con esta invitación: VIVAN SIEMPRE ALEGRES. El apóstol de los gentiles nos invita a preparar la venida de nuestro Señor Jesucristo y nos exhorta a cultivar tres actitudes fundamentales que deberían ser nuestras actitudes habituales: la alegría constante, la oración perseverante y la acción de Gracias continua. Incluso llega a decir: "esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús sobre ustedes": Dios quiere que seamos alegres, que oremos y que demos gracias continuamente.

Por su parte el evangelista San Juan (Jn 1, 6-8.19-28), nos ofrece la razón de por qué un Cristiano debe mantenerse siempre alegre. Cuando los fariseos fueron a Juan al Bautista si él era el mesías, Juan dio la razón a la que nos referimos: "En medio de ustedes hay uno al que ustedes no conocen". Es decir, DIOS ES EL ENMANUEL, ÉL ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS. El mismo Juan Bautista señala un peligro. Está en medio de ustedes pero no lo conocen. Este es el riego que vivimos en la actualidad, celebrar la navidad pero sin Jesús. Es decir quedarnos sólo en el aspecto comercial de los regalos, las fiestas, los encuentros familiares y dejar afuera a Jesús. Por eso este tiempo de Adviento busca hacernos conscientes de la llegada de Jesús. El centro de la Navidad es el nacimiento de Jesús no hay que olvidarlo. Todo debe girar en torno a esa bella noticia. La llegada de Jesús y su estancia en medio de nosotros es lo que origina la alegría cristiana. El Nacimiento de Jesús es lo que ha inaugurado la presencia continua del Señor; Dios está en medio de nosotros y hay que reconocerlo.

Es por ese motivo que María Santísima exulta de gozo porque sabe que en su interior está presente el verbo de Dios que se ha encarnado; el hijo de Dios que realizará las promesas de salvación hecha a los hombres.

La alegría entonces debe ser un rasgo característico del ser cristiano, una nota de toda persona creyente. Debemos estar siempre alegres, incluso cuando las cosas no suceden como las esperamos. Nosotros los creyentes tenemos una gran razón para esta alegría. Es el hecho de que nuestro Salvador viene, vendrá y se hace presente continuamente. El Adviento es motivo de alegría. Porque la alegría cristiana no es una alegría superficial; se trata de una alegría que inunda el alma y que se expresa en el comportamiento. La alegría cristiana no llega por el hecho de poseer abundantes bienes materiales o terrenales, sino cuando nos damos cuenta de la grandeza de Dios en nuestra vida; la alegría cristiana se vive cuando estamos en comunión con Dios.

En definitiva se es alegre cuando experimentamos la presencia de Dios. Experimentamos la alegría cristiana cuando tomamos conciencia de que somos hijos amados de Dios; cuando experimentamos el perdón divino; porque la reconciliación con Dios nos devuelve la alegría de la salvación.

BUEN DOMINGO!