Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Alguna vez me tocó lidiar con un reportero flojo,
irresponsable y mentiroso. No cumplía con sus órdenes de trabajo y siempre
tenía una excusa, hasta que un día me colmó el plato y lo despedí. Un cuarto de
hora estuvo en mi oficina rogándome por una nueva oportunidad hasta que me
dijo: “Por qué no checa mi trabajo; ahí están mis resultados”. Fue entonces
cuando con más ganas le dije que estaba fuera.
Este martes el gobernador Cuitláhuac García me recordó
a ese reportero. A Cuitláhuac lo están corriendo casi desde que tomó posesión
de su cargo. Miles del millón 600 mil veracruzanos que votaron por él quisieron
recular apenas lo oyeron hablar en público, pero ya era tarde.
Conforme avanzó su gobierno el número de personas
pidiendo su destitución se multiplicó hasta convertirse en cientos de miles. Y
ahora son millones. Ocho de cada diez veracruzanos quieren que ya se vaya.
Pero no se va “porque estamos dando resultados”, según
dijo.
¿Cuáles resultados?
Se necesita estar ciego para no ver que Veracruz no
avanza porque está en el hoyo. No hay inversión y como consecuencia no hay obras
y como consecuencia no hay empleo y como consecuencia no hay gasto público y
como consecuencia hay pobreza y como consecuencia se disparó la inseguridad.
Las obras que ha hecho en sus primeros dos años de
gobierno representan apenas el 4 por ciento de las que hicieron sus antecesores
en ese mismo lapso de tiempo.
Los tramos carreteros que ha entregado, las escuelitas
que ha rehabilitado y las clínicas que ha remozado, eran la morralla de las
obras que se entregaban en el pasado. Un pasado donde había inversión, donde se
multiplicaban los grandes centros comerciales, los changarros, las estéticas,
fondas, restaurantes, hoteles y cien etcéteras, generadores de fuentes de
trabajo.
Si los veracruzanos (y no los periodistas ni
columnistas como mentirosamente lo dijo) quieren que se vaya Cuitláhuac García,
es precisamente porque no ha dado resultados. Y si no los dio en dos años no
los dará en los cuatro que le faltan de mal administrar un estado que no merece
gobernar.
Mi reportero tenía que entregar diariamente cuatro
notas a la mesa de redacción y entregaba una mal redactada… cada dos días. “Es
que fíjese que no lo encontré, que fíjese que no estaba, es que fíjese que no
había, es que fíjese…” eran sus excusas sobre las tres notas restantes.
Cuitláhuac es exactamente igual: “Es que nos
desfalcaron, es que se llevaron todo el dinero, es que nos dejaron un
cochinero, es que estaban coludidos con la delincuencia, es que es culpa del
Fiscal (antes de que corriera a Jorge Winckler). Es decir, puros pretextos para
justificar su inoperancia.
Bravo como un león mi reportero demandó al diario y
también a mi ante la Junta de Conciliación y Arbitraje. Pero lo batearon gacho cuando
el representante de la Junta conoció los argumentos documentados que le
presentaron.
A Cuitláhuac le puede pasar lo mismo, aunque no ante
la JCA.
Si se lleva a cabo la revocación de mandato, puedes
apostar lector que al menos la mitad de los 5 millones 784 mil 064 veracruzanos
inscritos en el padrón del INE, saldrán en bola a pedirle que se vaya. Y será
entonces cuando se dé cuenta que no dio resultados, como lo presumió ante los
reporteros.
Otra opción es que lo dejen los cuatro años que le
restan y la raza jarocha le ponga una tunda a Morena en el 2021 y otra a Rocío
Nahle (si es candidata a la gubernatura), en el 2024.