Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
De acuerdo con su autor, el pintor Fabián Cháirez, el
cuadro donde un sujeto muy parecido a Emiliano Zapata es representado desnudo,
sobre un caballo blanco, con un coqueto sombrero de charro color de rosa,
zapatillas negras, mirada caída y en una pose digamos que… muy sabrosa, no es
el Caudillo del Sur, sino un simple charro.
Pero para la raza de bronce ese individuo es Zapata en
una pose provocativa, que no la imagino en el héroe suriano ni después de
ponerse una de sus acostumbradas guarapetas; que es cuando a muchos que
presumen de hombres los traiciona su otro yo y sacan al gay que llevan dentro.
Si Francisco Villa es la imagen del furioso vendaval
que arrasaba pueblos enteros, Emiliano Zapata es el símbolo de la virilidad, la
hombría y el machismo de la Revolución Mexicana. De ahí la furibunda reacción
de los nietos y bisnietos del zapatismo al verlo tan… tan acá.
Una cosa es cierta, el cuadro de Cháirez pintado en
2014 ha disparado su precio debido al escándalo. El más llamativo hasta
ahorita, es el que integrantes de la UNTA (Unión Nacional de Trabajadores
Agrícolas), hicieron en Bellas Artes donde varios miembros de la comunidad LGBT
fueron agredidos a golpes.
Jorge Zapata González, nieto del caudillo, aseguró que
su abuelo no era un “pinche maricón” sino macho entre los machos, y que la
pintura de Fabián es denigrante y una aberración a la historia.
Pero la hija de don Porfirio, Amada Díaz, que se casó
con el potentado Ignacio de la Torre y Mier dice lo contrario.
En su libro “El álbum de Amada Díaz”, el escritor
Ricardo Orozco habla del diario que esta sufrida mujer escribió y donde deja
constancia de la relación entre su esposo con Emiliano Zapata. En ese tiempo se
dijo que en más de una ocasión Amada encontró a otros hombres en pleno jaleo
sexual con su marido.
Pero ni Amada ni Orozco no son los únicos; son varios
los que han comentado sobre el tema. Uno de ellos fue Manuel Palafox que por
años fue el hombre de confianza de Zapata.
En las altas esferas de la sociedad porfiriana eran un
secreto a voces las preferencias sexuales de Ignacio de la Torre y Mier, que
paradójicamente desconocía don Porfirio… hasta que el tipo se casó con su hija.
Durante el porfiriato, era algo más que un pecado
mortal que un matrimonio se divorciara, por lo que Amada estuvo casada con
Nachito hasta su muerte; aunque vivieron en casas separadas y sólo se les veía
juntos en reuniones de la socialité para guardar las apariencias, que en este
caso estaban muy ventiladas.
¿Dónde se conocieron Nachito y Emiliano? La versión
más fidedigna indica que fue en 1906 en la hacienda de San Carlos Borromeo, en
Cuernavaca. Cuatro años antes de que estallara la Revolución.
Aunque no hay nada más
sobre ese encuentro, es cosa de imaginar cómo se puso el cuarentón de Nachito
al ver a aquel mozo de 27 años que desparramaba virilidad por los poros; atlético
y ancho de espaldas, de facciones recias pero atractivas, tupido bigote y mirada
penetrante que salía de unos ojos negros como la noche. (Aunque algunos
historiadores dicen que eran verdes y otros color miel. Pero para las
necesidades de Nachito el color de ojos debió valerle gorro).
De lo que sí hay
constancia es que se lo llevó en calidad de caballerango a su residencia en
Plaza de la Reforma donde Zapata vivió por seis meses.
Las malas lenguas que nunca faltan murmuraron
por un tiempo que lo único que montó el joven caballerango fue a Nachito.
¿Zapata
era bisexual? Quizá nunca lo sabremos y eso propaga las especulaciones.
Pero
si lo fue o no lo fue eso qué; ese asunto pertenece a su vida privada y debe
quedar en ese terreno. Sobre todo si Zapata nunca lo hizo público.
La
vida sexual del caudillo como la de cualquier persona debe respetarse y punto. Lo
importante es lo que hizo por su gente en una de las gestas más emblemáticas en
la historia de este país. Por lo que los gritos, amenazas y golpes de sus nostálgicos
seguidores salen sobrando, entre otras razones, porque Zapata no es de su
exclusividad. Como héroe, Zapata es de todos los mexicanos.
Lo
único que lograrán como cruel contrasentido a su machismo es algo que ni el
propio Emiliano hubiera permitido. Y va de cuento.
En el
pasado desfile del orgullo gay en la Ciudad de México, ondeó la imagen de
Zapata en una bandera multicolor lo que provocó que más de una ceja se
levantara. A raíz del escándalo por la pintura de Cháirez entre zapatistas y
miembros de la comunidad LGBT, es seguro que para su marcha del próximo año éstos
multipliquen por cientos (o por miles) la imagen del caudillo en sus banderas.
Con
lo anterior, el viril recio y macho revolucionario de Anenecuilco, pasará a ser
uno de sus símbolos.
Y no
lo soltarán nunca; estará con ellos hasta el fin de los tiempos.