ORQUESTA SINFÓNICA DE XALAPA
15 de febrero de 2019
Sergio Román Alva Lozano
Club de Embajadores de la
OSX, Miembro
El concierto del pasado viernes 15 de febrero fue
verdaderamente uno de los mejores conciertos de la OSX que he presenciado, si
acaso el mejor de la era de nuestro magnífico Director Lanfranco Marcelletti. Lo
califico sin reservas como un concierto ¡sen sa cio nal!
Empezó con la obra Andenes del Joven y muy talentoso
compositor Gustavo Adolfo Larrea. Escuché esta corta pieza con mucha atención.
Retrata el ajetreo de los andenes principalmente de la provincia mexicana, al
estilo genial de Silvestre Revuelta, u otro autor sobresaliente nacionalista
mexicano, pero con notable inspiración propia que nos permitió apreciar su muy
buena orquestación y moderna temática musical. De manera instantánea mi mente
se trasladó a las costumbres, paisajes y diversas actividades que aún podemos
ver en las estaciones principalmente de autobuses en poblaciones donde
frecuentemente se puede ver a gente humilde llevando consigo todo tipo de cosas;
es decir, que conceptuarla como una pieza costumbrista y paisajista.
Primeramente inicia con fuerza destacando la
participación de flauta, trombones y trombón bajo, apoyados excepcionalmente
por percusiones, campanas tubulares, timbales y el clarinete que le da un toque
muy del México de hace un siglo. Luego de ubicarnos en su escenario, entramos a
un comento de calma y serenidad, que se me antoja hasta nostálgica, incluso un
tanto triste. Pero de nueva cuenta prosigue con fuerza, ahora subrayando su
música con la intervención del notable Maestro Jeffrey Bernard Smith que
encabeza la también magnífica sección de trompetistas. Así, con derroche de
energía, terminó ésta obra introductoria que produjo un estrepitoso aplauso que
continuó por buen tiempo, y que ameritó que el Maestro Marcelletti llamara al
pasillo frontal al joven Maestro Compositor Larrea, recibiendo aún más cantidad
de aplausos.
Todo el público quedamos más que a tono para escuchar el
concierto para trombón* del polifacético, interesantísimo y prolífico compositor,
director, coreógrafo y pianista aún poco conocido Henri Tomasi (https://www.edrmartin.com/es/bio-henri-tomasi-7984)
a cargo del prestigiado trombonista Jacques Mauger.
Empezó el primer movimiento I. Andante et Scherzo.
Tiempo de Vals. Desde la primera nota de entrada, intensa y cristalina, invade
nuestra sala Tlaqná de una sonoridad que invadió nuestro ser aperturando todos
nuestros sentidos. La bella armonía la establecieron nítidamente además de las
cuerdas, brillantes participaciones de maderas, flautas y cornos, pues en este
concierto no participaron instrumentos de viento como trompetas, y trombones. Pudimos apreciar
la exactitud de ejecución del solista pues así lo permitieron la partitura y la
fuerza e intensidad de su magnífico instrumento. En el Tempo de vals nos
regalan un precioso tema que nos invita a bailar y que inconscientemente nos
genera movimientos imperceptibles que sentimos vívidamente como si fueran olas
melódicas que en constante vaivén nos mueven azarosamente ya en calmas, ya en
corrientes, ambas generadoras de virtuales y notables experiencias breves como
si fuéramos seres acuáticos rodeados dentro de un océano sinfónico que nos
mueve flotando o sumergidos cual delfín retozante, gozosos y juguetón.
El segundo movimiento II. Nocturne, Andante, nos sitúa
en un escenario de noche, noche inquietante que induce pensamientos apacibles,
que a veces son sonoros haciendo uso también de diferentes sordinas, pero
siempre con gran inspiración. Escuchamos una trompeta lejana que cual suave
eco, pasan a la última parte del Andante dejándonos escuchar muy quedito, con
la sordina mayor, una bella coda final orgánica.
En el último movimiento III. Tambourin, Allegro
Giocoso, la orquesta interpreta con prestancia un tema que Tomasi construye con
una hermosa armonía acentuándola con la participación de timbales, percusiones
y pícolo. La melodía la liderea el trombón con aplomo y determinación
artísticos que en crescendo va acercándose a un emotivo final escalando una
cumbre demandante de rapidez precisa, intensidad y maestría técnica. El público
se manifiesta con una ovación estruendosa, el aplauso no cesa ni los gritos de
bravo, qué hacer para premiar suficientemente la forma como se dieron todos y
cada uno de los integrantes de la orquesta, el fabuloso y energético trabajo de
Marcelletti Jr., así como la magistral interpretación del Maestro Mauger, todo
se conjugó para crear un bellísimo concierto que a Tomasi, sin duda, lo hubiera
dejado plenamente satisfecho. Y en gentil respuesta, todos los participantes
nos obsequiaron con una breve suite orquestal, con la transcripción para
trombón del tema del Maestro Ennio Morricone usado en la cinta “La
Misión”, que con el arte del director y
de la orquesta, así como de la sonoridad de su instrumento y calidad artística
de Mauger nos estremeció muy profundamente.
Para la segunda parte del concierto también tuvimos
dos obras, ahora de dos compositores rusos, el primero Alexander Boródin
(1833-1887), con su obra ahora denominada “En las Estepas de Asia Central”.
Este compositor, integrante del grupo de los cinco, es menos interpretado que Músorgsky
y Rimsky Kórsakov ambos del mismo grupo llamado también “El Gran Puñado”, pero
de gran inspiración como lo demuestra en esta composición.
Inicia suavemente el clarinete, con el talentoso
Maestro Solís que propone el tema principal y que lo va desarrollando lenta y románticamente por
medio de flauta y fagot, para ceder luego la
entrada a la dulce melodía en la voz del oboe, tema que con la
interpretación de la orquesta llevan nuestras mentes hasta las estepas del otro
lado del mundo. Así entonces pudimos ver y sentir a través de nuestros oídos la
apacibilidad de las llanuras estando en un tranquilo atardecer a la entrada de
una tienda de los antiguos nómadas, y envueltos en un agradable calor
aletargante que nos acaricia e invita al amor tierno y sublime. Vemos también
la majestuosidad de la campiña y luego nuevamente entra el oboe principal, el
joven y siempre atinado Maestro Bruno Hernández, para volver al romántico tema
con el cual, en un suave decrescendo, nos conducen dulce y románticamente, al
final a cargo de la magnífica flautista Lenka Smolcakova.
El siguiente ruso es Alexander Scriabin (1872-1915)
que con su extraordinaria y preciosa composición “Poema del éxtasis” (Le poème
de l´extase) Op. 54, nos muestra su elevada calidad espiritual y musical. Cabe
aquí comentar que en su búsqueda por su superación musical, migró sus ideas
musicales, tal como lo dice el español Leiter: “Alexander Scriabin fue uno de los
compositores que mejor percibieron el fin del sistema tonal y que más cerca
llegó a las puertas del atonalismo. Pasó del romanticismo de Chopin a una
especie de misticismo salvificador con el que se encontró a sí mismo como
compositor” (https://leitersblues.com/) y continua
diciendo: “su música forzó los límites de la armonía y de la interpretación.
Con todo, su utópico misticismo le hizo perder toda influencia sobre unos
compositores más jóvenes e interesados en éxitos más inmediatos. Sirva desde
aquí nuestro humilde homenaje a su figura”.
De una breve y suave introducción pasa a una expresión fuerte
para luego quedar en un nivel intermedio bien matizado por toda la orquesta
dentro del cual se nos lleva por un escenario incierto e intrigante. Entra
entonces el tema principal que esclarece paulatinamente un entorno que frase a
frase nos introduce a un espacio, un entorno jovial, acaso juguetón e inquieto
pero blanco e inocente para luego abordar el tema romántico. El autor lo
concibió para presentar el concepto de la obra como una trilogía, y ésta sería
tan solo una tercera parte. También imaginó la interpretación de su poema
musical junto con la lectura del poema literario que hizo con profunda
inspiración, que en efecto refiere el éxtasis, pero un éxtasis compuesto de la
parte humana y de la parte espiritual, es decir con mayor completes. Estas
inspiraciones nacen de su acercamiento y estudio de la Teosofía, incorporando
el pensamiento oriental a sus conceptos artísticos y entorno occidental. Fue
así como asomó al mundo extático que en India se lograba a través de la
meditación profunda, pero que también se puede alcanzar en una relación amorosa
consecuente de un amor verdadero. Y así, de lleno en un torbellino de
emociones, integrados a una dimensión extática, con nuestros sentimientos exaltados,
en pleno apogeo interno, sintiéndonos en el Olimpo, llegamos al apoteótico y
fabuloso final.
¡Bravo! gritamos muchos, otros aplaudiendo saltaron de sus
asientos para ponerse de pie, todos en un júbilo general agradecimos el
magnífico concierto que nos compartieron. ¡Gracias OSX!
Sergio Román Alva Lozano.