ADELANTE
Pepe Valencia
Desde hace años y de manera silenciosa han venido preparando
el terreno. La oportunidad se les presentó cuando el entonces presidente Felipe
Calderón declaró la guerra al crimen organizado y se apoyó en las Fuerzas
Armadas.
La semana pasada los senadores aprobaron la creación de la
Guardia Nacional con mando civil, conformada por las policías federal, militar
y naval.
El clamor de los mexicanos es la seguridad. Las policías de
todos los niveles han fracasado en la lucha contra la delincuencia. El Ejército
y la Marina participan en acciones no reguladas por la ley. Ahora por fin contarán
con un marco jurídico.
Se había armado un debate en el que sobresalía la oposición a
la militarización del país. Intelectuales y diversas organizaciones civiles se
resistían a que el Ejército controlara la Guardia Nacional, porque podrían
violentarse los derechos humanos por parte de militares y saldría peor el
remedio que la enfermedad.
Las posiciones estaban encontradas y parecían irreductibles
en el Congreso de la Unión y en distintos foros. El propio presidente Andrés
Manuel López Obrador, quien en campaña se comprometió a regresar el ejército a
los cuarteles, se empeñó en fundar la Guardia Nacional con mando militar.
De pronto y como por arte de magia las partes en conflicto se
pusieron de acuerdo y los senadores aprobaron por unanimidad la iniciativa
presidencial, no sin antes corregirla. Habrá mando civil, no militar.
Hasta aquí, todos contentos, con la salvedad de que AMLO
reiteró que sí podía haber mando militar. Se prevé que los diputados aprueben
mañana o el jueves la creación de la Guardia Nacional sin modificaciones, sin
suprimir ni agregar una coma.
Vendrán las leyes secundarias y reglamentarias. Hasta hoy todo
ha sido aplausos y felicitaciones y qué bueno. La sociedad desea y exige seguridad.
Basta de tantos asesinatos, desapariciones forzadas, extorsiones, robos,
asaltos, secuestros, violaciones y demás hechos violentos.
La gente anhela vivir en paz. Salir a pasear y trabajar sin
zozobra. Sin miedo de que su familia pueda sufrir atentados. Sin la angustia de
perder a sus hijos u otros seres queridos.
Si el Ejército garantiza la seguridad, ¡bienvenido! Si con la
Guardia Nacional se reducirán los índices de violencia, ¡enhorabuena! Si la
encabezan militares o civiles, es lo de menos. Lo importante es que funcione
con eficiencia.
Pocos perciben que la Guardia Nacional será controlada por
militares aunque el mando formal sea civil. Y cuando transcurran los primeros 5
años y el Ejército deba volver a los cuarteles, de todos modos habrá quedado
militarizada.
Si para entonces han disminuido los índices de delitos
violentos, si hay tranquilidad en el país, y se consulta al pueblo para decidir
si las Fuerzas Armadas ya no deben participar en tareas de seguridad pública,
júrenlo ustedes que la mayoría de los mexicanos opinará que continúen los
militares.
De esta forma, el Ejército y la Marina habrán tomado de manera
pacífica el control total… sin golpe de estado. ¿Será para bien de México?
