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domingo, 22 de junio de 2025

EL CUERPO DE CRISTO

 

RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS


La expresión “el cuerpo de Cristo” reviste diferentes sentidos; unas veces signa el cuerpo de Jesús, otras, otras, su cuerpo eucarístico, o se refiere también al cuerpo del que nosotros somos miembros: la iglesia. El cuerpo de Jesús tuvo nuestra anatomía, nació de una mujer, estuvo sujeto al hambre, a la fatiga, a la sed, al sueño, al sufrimiento, y vivió en carne propia la realidad humana. Este fin trivial, idéntico al de todos los hombres, tiene un significado particular en la salvación, pues entregó su vida por nosotros, sin embargo, con su muerte no terminó todo. Este final se consumó con su resurrección, dando lugar a un cuerpo glorioso, un cuerpo claro y luminoso como un sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tiniebla, en sombra de muerte.

Por consiguiente, ¿qué significa que Jesucristo esté presente en la Eucaristía bajo la apariencia de pan y el vino? Jesús se da a nosotros como alimento espiritual en la Eucaristía porque nos ama. Si estamos unidos a la humanidad de Cristo, también lo estamos a su divinidad. Nuestra naturaleza mortal y corruptible se transforma al unirse a la fuente de la vida, pero para obtener el beneficio espiritual es necesario creer que Cristo Jesús, nuestro Señor, completamente presente en la Eucaristía.

Con su Presencia Real, Cristo cumple su promesa de estar con nosotros todos los días, como la amistad que los amigos deben vivir juntos, compartiendo la vida de cada día en nuestro caminar hacia la vida eterna. Con este don de la presencia de Cristo en medio de nosotros, la Iglesia es verdaderamente bendecida. Ahora bien, ¿qué debemos hacer nosotros ante la grandeza de la eucaristía? Debemos responder con profunda reverencia, recogimiento y gratitud. Es fundamental prepararnos para recibir la Eucaristía con un corazón dispuesto y participar activamente de la celebración, ya que nos une a Cristo, a la Iglesia y a su vez nos impulsa a llevar su amor a los demás; en lo personal, me agrada cuando el sacerdote, al terminar la misa, da la bendición y dice “vayamos en paz, esta celebración ha terminado, vayan a servir a Dios y a los hermanos”, refiriéndose a que hagamos vida en los ambientes en donde nos desenvolvemos, lo que aquí hemos celebrado. Hay que dar razón de lo que somos, cristianos comprometidos con Cristo.

En efecto, el cuerpo de Cristo también se refiere a que somos miembros de la Iglesia y de un solo cuerpo; cada persona que ha recibido a Jesucristo como su Señor y salvador es un miembro del cuerpo de Cristo. La metáfora del cuerpo de Cristo se refiere a la Iglesia, la comunidad de creyentes en donde cada individuo es una parte vital y necesaria, considerando que no hay una parte específica más importante que otra, todos los miembros son esenciales. Esta unidad en la diversidad le da sentido y vitalidad al cuerpo que es la Iglesia, no obstante, como en un cuerpo vivo, ningún miembro se comporta de una forma meramente pasiva, sino que participa también de la actividad y la vida de este. Por tanto, el cuerpo de Cristo es individual, eucarístico, glorioso y de miembros, es decir, la iglesia.