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domingo, 29 de junio de 2025

Los pobres también son mexicanos


La Iglesia Católica se llena de venerable y santa alegría por la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo pues Cristo, a través de ellos, ha difundido la propagación de la fe y de las enseñanzas divinas. 

Pedro fue el primero en confesar la fe en Jesucristo; Pablo el defensor que la anunció con claridad; Pedro consolidó la primitiva iglesia con el resto de Israel; Pablo, maestro y doctor, la extendió entre los paganos llamados a la fe verdadera. De este modo, el Señor Jesucristo congregó , por medio de ambos y por caminos diversos, su única Iglesia y coronó a Pedro y Pablo con el martirio para ser venerados por toda la Iglesia Católica.


Pedro y Pablo aceptaron donar su vida en el martirio por la persona y el proyecto de Jesucristo, que consiste en establecer el reino de Dios en el corazón de los hombres y en las estructuras sociales para conseguir una vida individual y colectiva en la justicia, la paz y la verdad. La situación de violencia e inseguridad, de exclusión y de marginación de millones de mexicanos requiere que cada ciudadano mexicano y veracruzano tomen conciencia de la grandeza y de la misión común que cada uno tiene para transformar las situaciones estructurales de pobreza y exclusión en condiciones de desarrollo auténtico para todos. El camino más seguro para alcanzar el desarrollo integral es que cada ciudadano reconozca ante todo su grandeza y dignidad para ser constructor de justicia y de paz.


La construcción de un país y un estado democrático que genere un auténtico desarrollo para todos debe estar basado en el reconocimiento permanente y 

recíproco de la dignidad y misión común de cada ciudadano. Por esto mismo, el respeto, el reconocimiento y la promoción de los derechos humanos fundamentales es de vital urgencia, para que México incorpore a tantos ciudadanos excluidos al desarrollo del que gozan una clase privilegiada. Es urgente que cada mexicano conozca y respete las leyes que hacen posible una sana y auténtica convivencia. Es urgente que todos respeten las leyes y la dignidad de cada persona para vivir en un estado de derecho que favorezca una cultura de paz y justicia.