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viernes, 22 de octubre de 2021

La Catrina Monumental de Misantla visitada por el grupo de periodistas de los 10

 Fotos de Sociedad 3.0 y Bulmaro Bazaldúa. 

Jaime Ríos Otero

Misantla está espectacular. Las calles muestran una vitalidad multicolor que transmite bienestar. La afabilidad de la gente es contagiosa, y aunque no deja de resentirse cierto recogimiento de los misantecos por la pandemia, los comercios empujan una actividad febril, como en los antiguos tiempos en que era el centro del cantón, adonde acudía toda la región.

No hay descuido municipal. Las vías urbanas del centro se ven ordenadas, bien revestidas y limpias; las casas antañonas presumen épocas de riqueza, con una arquitectura particular que bien la debe conducir a ser “Pueblo Mágico” del país. Tiene Misantla una peculiar disposición geográfica, ya que parece o es un pueblo serrano, rodeado de cerros y montañas, donde la neblina aparece fácilmente, pero con una altitud de 400 metros sobre el nivel del mar que la hace calurosa.

Al alcalde Othón Hernández Candanedo se le ocurrió el proyecto de impulsar una vertiente turística en la Ciudad Señorial. Y para ello, junto con sus colaboradores y un par de artistas de la zona, planeó la elaboración de una muñeca gigantesca vestida de catrina, según la concepción de José Guadalupe Posada y que ahora es empleada como un icono de los Días de Muertos. Cada año de este régimen municipal la han elaborado, variando el vestido. En este 2021, la inspiración fue en Diego Rivera con su obra de Vendedora de Flores.

El alcalde Othón Hernández Candanedo.

La misanteca es una Vendedora de Alcatraces, una flor que se da mucho en la zona. Al borde de la carretera desde Xalapa, numerosos vecinos tienen puestecitos donde ofrecen esa flor espectacular. Y, lo que es la riqueza y abundancia de nuestra tierra: el rollo cuesta ¡15 pesos!

Acudimos algunos representantes del Grupo de los Diez a presenciar el encendido de la iluminación de este monumento temporal, que anuncia el inicio de las festividades de Todos Santos. La ceremonia fue una sorpresa. En la terraza frontal de una bella quinta que fue albergue para sacerdotes y que según la historia tiene túneles que conectan con la Iglesia de la Asunción, había nada menos que una Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil, que es auspiciada por el propio municipio.

Un joven artista la dirige. Se llama Christian Teczon. Los arreglos son fabulosos, una combinación de música folclórica, Son de la Negra, La Zandunga, etcétera, cantados por una talentosa joven, y con los bailables de dos ballets, en un caso con evoluciones como de danza clásica.

Se rindió homenaje al máximo impulsor de la cultura, fallecido el 13 de octubre, el profesor Martín Andrade Arcos, creador del ballet Nimbe, el cual recorrió 4 continentes y más de 80 países. Y se reconoció la labor de los constructores de la Catrina, Martín Rodríguez Domínguez y José Álvarez.

La escultura mide 30 metros. Se ocuparon 400 metros de tela para vestirla y pesa más de 6 toneladas. Está colocada en la Plaza de la Concordia. El vestido, la combinación de los colores y la disposición de las luces dominan el cielo serrano, y son un foco que ilumina las noches misantecas, visible desde la lejanía.

El alcalde Hernández Candanedo espera que sea un atractivo que invite a la gente de la región para acudir a Misantla, donde, por cierto, la empapatada es fabulosa y el vino de capulín compite con los mejores del país.

Seguramente no se equivocan los misantecos al presumir que es la catrina más alta del mundo (por cierto, no fue inscrita en el Récord Guiness por el alto costo de ese registro, que ronda el medio millón de pesos).

La catrina es una idea genial que debe consolidarse para que continúe el fraternal encuentro con los pueblos de la región, la gente de Misantla disfrute de bella música, danza y tradición, y sea a la vez un símbolo de identidad y orgullo.