Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra

La víspera, los alcaldes prometieron de todo, desde
llevar a sus municipios al paraíso del Primer Mundo, hasta meter en la cárcel a
quienes saquearon al erario.
A partir de hoy comienzan formalmente dos cosas: los últimos
amarres para las campañas y la corredera de ex alcaldes y ex regidores que
saben que cometieron chanchuyos y están en riesgo de ir a prisión.
Este es el último año de las Legislaturas local y
federal y al menos cinco diputados federales veracruzanos del PRI, comenzarán a
sufrir los estragos del insomnio porque tienen perfectamente claro que una vez
que se queden sin fuero, serán perseguidos como invaluables piezas de
caza.
Por primera vez en su historia el PRI hará una campaña
cuesta arriba en Veracruz, y la cuesta estará más pronunciada que la que tuvo
que subir Héctor Yunes Landa, cuyo esfuerzo no le alcanzó para ganar la
gubernatura.
El año anterior el tricolor perdió por patiza las
elecciones y quedó casi en la indefensión al dejar en manos de la oposición los
municipios más importantes.
Volvió a perder en Tantoyuca, perdió Tuxpan, Poza
Rica, Martínez de la Torre, Xalapa, Veracruz, Boca del Río, Coatzacoalcos y
Minatitlán, ciudades que son la columna vertebral del estado; que aglutinan al
mayor número de habitantes y, sobre todo, donde está el dinero.
Dura batalla es la que tendrá que dar el aspirante del
PRI, José Yunes Zorrilla si quiere salir con el brazo en alto. Como dura será
la pelea que dé Miguel Ángel Yunes Linares, operador real de la campaña de su
hijo del mismo nombre, y la que dará Andrés Manuel López Obrador como manager
de Cuitláhuac García.
Dejando de lado lo que serán las campañas a nivel
nacional, el duelo en Veracruz será bárbaro y hasta brutal si tomamos en cuenta
que el PRI no quiere volver a perder el bastión jarocho, Yunes Linares quiere
continuar en el poder por otros seis años y Andrés Manuel quiere dar un
campanazo nacional con Cuitláhuac como gobernador de la entidad.
Los cinco diputados federales a los que les quedan
unos meses antes de caer en la más ignominiosa de las desgracias, serán tema
recurrente en los discursos de los tres abanderados que invariablemente
prometerán meterlos en la cárcel.
¿Yunes Zorrilla prometerá lo mismo? Pero por supuesto
que sí. Los cinco son connotados duartistas con probable responsabilidad en el
saqueo y con los que el peroteño no tiene ningún nexo político.
El nombre de Karime Macías Tubilla también sonará con
fuerza en las campañas, tomando en cuenta que ocho millones de veracruzanos la
quieren ver extraditada y tras las rejas.
De hoy en adelante comenzará la guerra de lodo, guerra
que se acrecentará conforme se acerque el día de la elección y que convertirá a
Veracruz en un chiquero político.
¿Quién ganará? El que se embarre menos y logre colar,
en medio del lodazal, al menos un par de propuestas que lleguen al corazón de
los veracruzanos.
Esas propuestas forzosamente deberán pasar por los
renglones de la inseguridad y la violencia que azotan a una ciudadanía que ya
no quiere oír banalidades retóricas.
Deben ser propuestas concretas y creíbles. Aquel fulano
que prometa acabar con la inseguridad en unos días, que se vaya despidiendo de
la gubernatura porque perderá irremediablemente.