En su edición del viernes, el diario El País dio a conocer que el 30 de octubre la Central Nuclear de Laguna Verde sufrió “desperfectos serios” que llevaron a su paralización temporal. Las averías fueron en la Unidad 2 cuando uno de los reactores de la estación sufrió una pérdida de electricidad externa (LOOP por sus siglas en inglés), por la inoperatividad de uno de los transformadores eléctricos.
A las 19.53 horas se produjo el “disparo”
(aceleración) del transformador que desencadenó el LOOP, por lo que entraron en
operación los tres generadores diésel de emergencia que posee la planta. “Los
operarios tuvieron que utilizar lámparas de mano y de sus celulares para
trabajar y se generó muchísima contaminación radiactiva”, dijo al diario un trabajador
que pidió el anonimato.
Pero no es la primera vez que sucede una falla
similar. El 29 de diciembre del año anterior, se registró un LOOP por la salida
de operación de un transformador auxiliar, que regula la corriente del sistema
eléctrico de la Central Nuclear.
Esto es muy serio lector, porque se pone en riesgo la
vida de personas y fauna marina por la cantidad de radioactividad que se
desprende. Así lo dijo el físico Rubén Dorantes investigador de la UAM: “Esos
eventos son de alta preocupación. Cada vez que la planta tose es para
preocuparse, porque es una planta de más de 40 años. Preocupa mucho el
mantenimiento que recibe por los recortes presupuestarios”.
¿Y qué dijo la CFE? Dijo que no pasó nada, pero no es
verdad. Pasó mucho y puede pasar más si la planta sigue tosiendo.
Esa planta se construyó en 1969 en el gobierno de Díaz
Ordaz y a punto inaugurarla, alguien le dijo a don Gustavo que las nuevas tecnologías
estaban dejando obsoleta a la Central Nuclear por lo que se abstuvo de cortar
el listón y la planta estuvo parada 18 años. Miguel de la Madrid ni la volteó a
ver en su sexenio, pero cuando le faltaban cuatro días para dejar la
presidencia ordenó que la echaran a andar y se fue.
Hay una caricatura del genial Naranjo en el semanario
Proceso donde Miguel de la Madrid está a punto de tomar unas maletas y alguien
le grita: “¡Ya vámonos, viejo!”. En ese momento el presidente ordena “Ahora sí,
echen a andar Laguna Verde”.
En aquel entonces se dijo que a pesar de ser obsoleta
la Central funcionaría, lo que en efecto sucedió. Pero la gente de los
alrededores no está tranquila.
Hace veinte años unas señoras muy dignas se plantaban en
la Plaza Lerdo con unas mantas donde denunciaban el riesgo en Laguna Verde. No
armaban panchos ni alboroto, simplemente extendían sus mantas frente a Palacio
de Gobierno cada sábado, pero nunca les hicieron caso.
En ese entonces, el diario para el que trabajaba
denunció en más de una ocasión el deplorable estado de las rutas de evacuación,
que no son otra cosa que brechas enmontadas y disparejas en riesgo hasta para las
patas de los caballos.
La Central de Laguna Verde nunca debió echarse a
andar, pero ya que está andando necesita cuidados que no tiene. Como estamos en
austeridad le tumbaron un cuarto del presupuesto en 2020 y otro tanto este año.
Y eso puede costar muy caro.
De acuerdo con expertos, la planta puede seguir en operatividad
siempre y cuando le den mantenimiento. “Es como un ancianito que puede alargar
su vida si le brindas los cuidados necesarios, pero si no, se muere. En el caso
del ancianito lo sepultas y ya; pero si la planta sigue tosiendo los sepultados
nos vamos a contar por cientos. Si no le dan mantenimiento esa madre va a
tronar”, me dijo un ingeniero jubilado que trabajó 30 años en la Central de
Laguna Verde y la conoce “más que a mis hijos”.
El gobierno de la 4T ya dio muestras de que no le
interesa la planta. En mayo de este año anunció que invertiría 600 millones de
pesos en su mantenimiento cuando mínimo, necesita el doble de esa cantidad.
El problema es que si truena nadie se hará
responsable. Fiel a su discurso López Obrador se encargará en sus mañaneras de
echarle la culpa a Díaz Ordaz, a Miguel de la Madrid y a los gobiernos
conservadores del reguero de cadáveres.