Se reconoce, desde tiempos inmemoriales, que es muy difícil que alguien haga bien, lo que no sabe.
Y también que, por sus
costos y consecuencias, se dice que echando a perder se aprende. ¿Cueste lo que
cueste?
Además, hay quienes, en el
descaro, insisten en afirmar y pregonar, que la ignorancia es la madre de la
felicidad; y, por lo tanto, se eligen o imponen, para hacer feliz a quien se
deje.
Así la pregunta se repite,
casi desde siempre: ¿Saber, o no saber?
Vieja y ancestral
enseñanza que no se acaba de asimilar y aplicar lo suficiente.
Enseñanza que, en muchos
casos, sobre todo en política y representación gubernamental, no siempre se
utiliza y aprovecha; ya que, a interesados o afectados, poco o nada les importa;
saben que se aplica solo a conveniencia.
Claro que, en la
democratización del no saber, hay quienes sostienen que, hasta un ignorante,
tiene derecho, a elegir y ser electo; incluso, para ocupar un cargo que
requiere de responsabilidad y conocimiento. Es más, nada raro encontrar, a
quienes no saben leer ni escribir y fueron electos o nombrados, para hacer,
reformar o derogar leyes; o incluso, hasta para gobernar.
Caro y lamentable, se
prueba y comprueba, que se comete el error, lo demás son consecuencias.
Una vez más hay que
insistir que, los actuales, son tiempos de hablar con la verdad, identificar
causas y razones, de las adversas condiciones del hoy y los enormes retos del
mañana; y, desde luego, de denunciar responsables y señalar beneficiarios.
Así, nada nuevo bajo el
sol, es decir y repetir, que la ignorancia es una desventaja y una de las
principales causas, de engaño, abuso, y explotación. Lo es, de aprovechamiento
ventajoso; y, hasta de injusticia, arbitrariedad, atropello e ilegalidad; causa
de desventaja, fuente de pérdidas, menoscabos y detrimentos; así como, de
desperdicio o pérdida de oportunidades, ventajas y potencialidades; y, de exclusión,
eliminación o supresión de derechos y libertades.
Por lo general, es
ignorante quien no tiene el conocimiento, el saber, la capacidad o la habilidad.
Incluso, debe resaltarse, su uso ofensivo, humillante y de denigración, para
insultar, ofender y denostar.
Así,
es frecuente escuchar que se señale a alguien como ignorante y se le llame
burro, retrasado, mediocre, idiota o necio.
DERECHOS
Y DEBERES
En
el contexto político y social. ¿Cómo se le llama a quién ignora y no quiere
saber de sus derechos y obligaciones? ¿Y a la que no le importa cumplir y hacer
cumplir las leyes vigentes?
Es
más, en una perspectiva más amplia, que va más allá de lo individual y
caracteriza al todo.
¿Cómo
se le debe llamar, a quien no exige que sus representantes, gobernantes y
funcionarios públicos, cumplan bien y a tiempo, con el trabajo por el que se
les contrata y paga; y por el que con puntualidad cobran? ¿O cómo denominar, a
quienes padecen y soportan, pero sostienen y apoyan a quienes usan y abusan, de
la representación pública y gubernamental?
Esto
solo para señalar que la ignorancia, en muchos aspectos, no tiene límite y se
puede extender, hasta caracterizar de múltiples formas a individuos,
instituciones, dependencias y organizaciones.
Además,
puede ser identificada también, como sinónimo de desconocimiento, incultura,
analfabetismo, incompetencia, Lo contrario a conocedor, sabio, letrado, estudioso,
instruido, ilustrado, y otros.
Luego entonces, la
cuestión central es que se oculta, distorsiona e impide, identificar y conocer
lo que constituye origen y esencia de la problemática en cuestión-.
Así, por ejemplo, en gran
parte se desconocen las causas más importantes, las indiscutibles y
determinantes influencias: hechos, acciones, actividades y, desde luego, las
políticas y programas de los gobiernos. Luego entonces, como reconocer y apoyar
a los buenos; y cómo, señalar, denunciar y castigar a los malos y peores.
Dia a día, se identifican
responsables y culpables. Se desenmascaran y exhiben a los que encubren,
distorsionan y ocultan; se señalan a los que simulan, disimulan y engañan; a
los que omiten, encubren y participan en la delincuencia dentro y fuera del
gobierno.
Abunda información de los
que usan y abusan de cargos, instituciones, recursos públicos y atribuciones y poco
o nada se hace.
Más bien, esos personajes,
trascienden y son conocidos, por su comportamiento, actitud y resultados en la
función pública, la actividad empresarial o la participación social.
Ellos son las causas; pero
también, sin duda, en muchas formas, también lo somos, todos los que permitimos
y solapamos a irresponsables y parásitos, saqueadores y delincuente en los
gobiernos. Lo somos, porque no reaccionamos, ante las inaceptables condiciones
de una injusta realidad.
Esto solo para señalar
que la ignorancia, no tiene límite y se puede extender, hasta condicionar y caracterizar,
de múltiples formas, a individuos, instituciones, dependencias y
organizaciones.
OTROS TIPOS DE
IGNORANCIA
Época
de innumerables llamadas, mensajes, chats, avisos, señales, signos,
indicadores, etc. De una actualidad caracterizada por una revolución
tecnológica que facilita comunicación
instantánea, acumulación de información,
uso de lenguajes, y cobertura creciente
o máxima a disposición.
Tiempo
de fortalecimiento de otros tipos o formas del no saber.
Recuérdese
que, en apretado, breve y directo resumen ignorancia es falta de conocimiento o
información.
Actualmente,
ignorancia también puede ser exceso o abuso de información y conocimiento.
Es
más, en todo caso debe tenerse presente, que son tiempos de crecimiento y
fortalecimiento de la enajenación, la distracción y el entretenimiento, como
formas de imponer y fortalecer el ocultar, ignorar, y no saber.
¿Cuál es el límite de resistencia y supervivencia, si ignorancia,
desinterés y pasividad persisten y dominan el comportamiento individual y
social?
¿Hasta dónde deben llegar, notorios abusos e inaceptables injusticias, con
crecientes carencias, privaciones y sacrificios sociales?
La ignorancia no es la madre de la felicidad verdadera, lo es del engaño,
manipulación, enajenación y explotación.
-Academico.IIESESUV
@RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH