Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Quizá para justificar el servilismo del que hizo gala
frente a Donald Trump, el presidente López Obrador nos regaló con un mensaje
sabatino oloroso a machismo ramplón y patrioterismo setentero: “Lo cortés no
quita lo valiente. México no es una colonia, no es un protectorado; es un país
libre, independiente y soberano”, aclaró, como si no lo supiéramos.
Y en efecto, una cosa es ser cortés y otra ponerse de
tapete.
Su discurso en la Casa Blanca iba casi perfecto hasta
que dijo: “En vez de agravios hacia mi persona y, lo que estimo más importante,
hacia mi país, hemos recibido de usted comprensión y respeto”. Semejante
mentira es indigna de un sujeto que quiere equipararse a Juárez. ¿Acaso desconoce
los epítetos oprobiosos que Trump ha endilgado a los mexicanos?
Nadie duda que México es un país libre, lo que está en
tela de juicio es la independencia de su presidente más cargado a servir a su
colega norteamericano que a ver por los mexicanos de aquí y de allá.
López Obrador nunca debió hacer ese viaje porque defraudó
a 36 millones de compatriotas que viven en Estados Unidos y han sufrido persecución,
desprecio y actos de deliberado racismo del güero belicoso. Del 26 por ciento
de esos mexicanos que con su voto lo llevaron a la Casa Blanca en 2016 ¿sabes
cuántos volverán a sufragar por él el próximo 3 de noviembre, lector?
La visita no le dará al racista ni un voto de la
paisanada (aunque prometa becas para los dreamers), pero deterioró la
popularidad de Andrés Manuel de aquel lado del río Bravo.
Como regalo por bien portado, Trump le obsequió con la
detención de César Duarte, que si se junta con la extradición de Emilio Lozoya
y las de Tomás Zerón y Kamel Nacif, serían excelentes distractores del caos económico
si el país no sufriera los azotes de la violencia y el coronavirus.
En 2019 el Sistema Nacional de Seguridad reportó 34, 608
homicidios dolosos en el país, lo que lo convirtió en el año más violento desde
que se llevan estos registros. Pero este domingo, la cifra de muertes por
coronavirus superó (en cuatro meses y días) a la de esos homicidios al
contabilizarse 35, 006 defunciones.
Otro presidente estaría decretando Estado de
emergencia por la pandemia y urgiría a las autoridades a implementar mecanismos
eficientes para contrarrestar los ataques de la delincuencia, (quizá
López-Gatell y Durazo ya se habrían ido a sus casas por ineptos). Pero a López
Obrador lo que le interesa es justificar su viaje para tratar de sacudirse el sambenito
de entreguista que le colgaron más de la mitad de los mexicanos.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, los estados con
mayor número de muertes por Covid-19 son la Ciudad de México, Estado de México,
Baja California y Veracruz.
Y ya que hablo de Veracruz, es más que sabido que
nuestra entidad ocupa los primeros lugares en feminicidios, secuestros, robos
con violencia y asesinatos. Pero hay que agregarle un primer lugar nacional en
secuestro infantil.
Una información del periodista Miguel Ángel Cortés
publicada como nota principal en El Dictámen de este sábado, da a conocer que Veracruz
va a la cabeza en secuestro infantil al sumar 104 plagios de niños y niñas en
el último lustro. En 19 meses del gobierno de Cuitláhuac García este flagelo promedia
3.3 menores secuestrados cada mes. Es decir, más de 45 en su administración.
“Del total de esos menores secuestrados entre el 1 de
enero del 2018 y el 31 de mayo de este año, 72 son hombres y 32 mujeres”,
indicó el periodista que tomó como fuente los datos proporcionados por el
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
México es uno de los tres países (los otros son
Estados Unidos y Brasil) que ha tomado las peores medidas para contrarrestar la
pandemia. Y es la única nación en el mundo que está regalando a los
delincuentes abrazos e impunidad.
Ya es hora que el presidente se ponga a gobernar y
deje de andar en campaña. No es justo, no es honesto y no es de Dios, que le
interesen más las elecciones de noviembre en Estados Unidos y las del 2021 en
su país, que la seguridad y la salud que juró brindar a los mexicanos.