Mutatis mutandis
Por Rafael Arias Hernández
Inocultable, la problemática en el país se
hace presente y no puede ignorarse o minimizarse, sobre todo porque se supone
que la conocida institución de educación superior, es distinguido espacio del
pensamiento y del conocimiento , sobre todo crítico y creativo, eficiente y
preventivo. 
Y además, porque se viven tiempos de
cambio múltiple y diverso,  de
transformaciones en todos los contextos mundial, nacional y local; mismos que
ocasionan modificaciones y  efectos, de
diversa intensidad y alcance en organizaciones, empresas e instituciones
públicas y privadas.
Consecuentemente, en términos generales,
 es natural y entendible, pero no
justificable y aceptable, que tanto en los mercados, pero sobre todo en dependencias
e instituciones oficiales, haya quienes defiendan (y se refugien en)
privilegios, beneficios  y ventajas,  hoy 
insostenibles e improcedentes, o cuando menos sujetos a revisión y
ajuste. Quien quiera escuchar que escuche y atienda. 
En este cambiante marco de referencia y
de operación. La Universidad Pública es espacio 
de las libertades y derechos individuales y colectivos;  y, sobre todo, órgano autónomo de  auténtica e ineludible responsabilidad
pública, ya que es la sociedad su origen y destino,  la que la apoya y sostiene a través del
Estado y sus ámbitos de gobierno. 
La sociedad ha estado y está, antes que
la Universidad que,  como toda
institución gubernamental, debe y  tiene
que ser fiscalizada y evaluada permanentemente, por su origen y destino; es
decir por esa misma sociedad. 
Responsabilidad institucional que, por
cierto, ineludiblemente empieza con verdaderas transparencia, rendición de
cuentas, fiscalización y evaluación ciudadana y social.  
Cualidades que se supone deberían caracterizarlas,
pero que en la actualidad, excepciones aparte, con frecuencia son cuestionadas,
por estar  ausentes o ser insuficientes
en su funcionamiento cotidiano,  en donde
persiste mediocridad y perversidad,  al
comprobarse que, en muchas formas, ha llegado a 
permitirse y facilitarse el uso y abuso  de atribuciones y recursos públicos,
ocasionando, numerosos casos de ineficiencia y corrupción. Casos que, incluso
han trascendido, para  convertirse en
históricos escándalos, hasta hoy en la impunidad.  
“La estafa maestra”, la privatización y
concesión de servicios universitarios, la disposición arbitraria o
injustificada de apoyos, estímulos y subsidios, el injustificado
enriquecimiento; y muchos otros ejemplos, muestran y demuestran que la
universidad pública puede ser  afectada,
de muchas formas, por ineficiencia y corrupción. 
Corrupción e ineficiencia que, como es
tradición o costumbre en los ámbitos gubernamentales, son  alentadas o apoyadas por procuración y encubrimiento
“carnal”;  por seguimiento y control a “modo”;
por contralorías internas auto designadas; y por la simulación y el
entretenimiento de hacer como que se hace.
Lamentable, que la problemática o
crisis, sin política financiera actualizada, ha llegado a afectar  o debilitar, la capacidad económica
institucional,  hasta suspender total o
parcialmente importantes gastos, como sueldos y prestaciones de los  trabajadores universitarios. 
Sin duda,  hay mucho de que hablar al respecto, y más
cuando, en muchas formas,  los cambios en
estructuras y funciones institucionales, se hacen presentes en casi todos los
frentes. Como los relacionados con la Reforma de Estado, a la que hay que
ajustarse; la actualización de la legislación en educación pública  vigente, para su reorientación  y fortalecimiento,  a todos los niveles. 
Oportuno y conveniente  aclarar  desde ahora,  que los efectos y daños causados, así como la
debilidad e ineficiencia, o la fortaleza y ventaja,  en su funcionamiento  y  capacidad de servicio,  no es igual en todas. Hay contadas
Universidades Públicas, con algunas ventajas. 
Importante diferenciar  situación y perspectiva de cada una, para fortalecer  estructura y funciones, así como  prever  y evitar daños mayores. 
Consecuentemente, para mejorar y
fortalecer, hay que apoyar y respaldar sus funciones, como sus contralorías
internas, protegidas y definidas por su carácter autónomo; y también, hay que
fortalecer la contraloría externa, establecida y aplicable a toda forma de
gobierno y sus instituciones, aspecto central de la fiscalización institucional
que es derecho y facultad irrenunciable de la sociedad.
EL TAMAÑO DE LOS DAÑOS.
Desde hace   años la crisis de la Universidad Pública,
primero se hizo  recurrente en algunas,
extendiéndose hasta afectar  a más de 25
instituciones,  destacándose la atención
inmediata y efectiva de la  problemática económica
y financiera, para no padecer las consecuencias,  como la paralización total o parcial, según el
caso.
No está por demás apuntar que el
subsistema de educación superior, requiere de atención;  y que están en puerta cambios importantes en
la legislación secundaria, que obligaran a realizar los ajustes internos
correspondientes
Las problemáticas referidas,  afectan de manera diferente, tanto a universidades
 federales, como a las estatales y al
subsistema referido. 
Identificándose en general, como   principales factores de decisión: el gobierno
federal, los gobiernos estatales, las autoridades universitarias,  y las organizaciones sindicales.  Todos, con capacidad de dialogo y solución,  sin excluir a la determinante  comunidad universitaria, muchas veces
marginada por la inexistente democracia; o manipulada y contenida, por la
absurda y obsoleta distorsión, en su interior. 
En los últimos años, el problema afecta
a más de 25 universidades y se estiman necesarios 17 mil millones de pesos,
para atender situación y reclamos en aumento,y evitar paro de actividades, o
movilizaciones de inconformidad y protesta.
Hasta hoy, los trabajadores
universitarios afectados, cuentan con  apoyo y solidaridad de organizaciones
sindicales, encabezadas  por la Confederación
Nacional de Trabajadores Universitarios (CONTU),  que han logrado soluciones momentáneas o
parciales.
Debe destacarse, que el gobierno federal
no adeuda y ha obligado a toda Universidad a mejorar su transparencia,
austeridad y eficiencia. Que en los conflictos suscitados  y presentes, la responsabilidad se concentra
en la capacidad de respuesta de los Gobiernos estatales,  en la 
eficiencia y honestidad de  las
autoridades universitarias, y en la representatividad y congruencia de  las organizaciones sindicales.
En  los casos de Nayarit, Michoacán, Oaxaca, Edo.
de México, Chiapas, Zacatecas, Morelos, Sinaloa y otros afectados por el paro y
la movilización por inconformidad, la intervención de la CONTU ha sido y es
determinante. 
En fin, tan solo por la afectación a
decenas de miles de trabajadores y sus familias, así como a cientos de miles de
jóvenes universitarios,  el problema
exige atención inmediata. Seguiremos.
-Academico.IIESESUV
@RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH