Más allá de narco delincuencia organizada en los partidos
políticos, de corrupción de los órganos electorales, la principal causa de la
perdida real de municipios por MORENA en Veracruz ha sido la división política
de este partido en los municipios donde fueron derrotados.
La Gobernadora, es la Gobernadora, no tenía porque andar
en el batidero de lodo de la contienda defendiendo a su partido ante la derrota
en los principales municipios de la entidad.
La derrota morenista en Veracruz en algunos municipios se
ha dado por la división interna de las bases morenistas, factores internos de
su partido, no externos.
Donde no hubo división en el seno de MORENA como en el
caso de Tuxpan, el candidato morenista tuvo una victoria clara aún contra
candidatos de otros partidos experimentados, y con posible apoyo de la
delincuencia organizada, la unidad de las fuerzas reales morenistas
potencializó a su candidato a la presidencia, dejando mudos a sus adversarios
por el resultado electoral.
En Poza Rica, por citar un ejemplo, se dio la división
política en las corrientes morenistas, la dirigencia estatal y nacional de ese
partido auspicio la división, no la integración morenistas, no buscó acuerdos
para la unidad, la soberbia es mala consejera.
En suma, el pasado proceso electoral es una lección
política para Morena, debe tomar en cuenta la posición de las principales
corrientes políticas morenistas, no imponer con soberbia y prepotencia, se debe
fortalecer y alentar a las verdaderas bases morenistas, no ignorarlas para
darle gusto a los grupos de poder.
Por eso las elecciones municipales del pasado 1
de junio, mostraron que el partido oficialista Morena había perdido 944,142
votos (44%) de los obtenidos en la elección para gobernador del año pasado
donde Rocío Nahle consiguió 2 millones 124 mil 130 sufragios, los morenistas
fanatizaron sus declaraciones, activaron a sus propagandistas de cuarta y aun
así la locomotora morenista se detuvo.