Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Digo, nadie puede decir que el tipo no cumple, que
nomás ladra pero no muerte. Donald Trump cumplió y mordió con un 25 por ciento
de aranceles a los productos mexicanos, 24 horas después de que el secretario
de Economía, Marcelo Ebrard, dedicara su participación en la mañanera del
viernes a decir lo mal que le irá a la sociedad norteamericana si su presidente
hacía efectiva sus amenazas, pero olvidó decir lo pésimo que nos irá a los
mexicanos.
O ignora o no quiere ver que mientras México exporta a
Estados Unidos 48 mil millones de dólares, es decir, el 34 por ciento de su PIB
y el 80 por ciento de sus ventas al exterior, Estados Unidos exporta a México
el 1.3 por ciento de su PIB que representa el 8 por ciento de sus exportaciones
totales.
Que alguien le diga a Marcelo que los problemas están
aquí porque el país está en riesgo de entrar en una brutal pesadilla económica.
¿Qué tiene que andar sudando calores ajenos con los gringos? Allá ellos y sus
broncas, incluso allá los canadienses y chinos a los que también van a
aranzalear.
De entrada, nomás de entrada, los aranceles afectarán
al sector manufacturero que representa el 90 por ciento de las aportaciones
mexicanas y aporta (valga la redundancia) el 20 por ciento del PIB. También le
pegará al sector automotriz que exporta a Estados Unidos 86 mil millones de
pesos en vehículos y al sector de autopartes que exporta 64 mil millones. Todos
le van a tener que entrar con el 25 por ciento de aranceles.
El futuro que les espera a las empresas extranjeras
establecidas en nuestro territorio es cerrar o mudarse al otro lado del Bravo
donde no pagarán aranceles, pero en ambos casos se perderán miles de empleos en
nuestro país.
A esos males hay que agregar la avalancha de
connacionales que se vienen para acá. El 94 por ciento enviaban a sus familias
las remesas que tanto ponderó y pontificó López Obrador. Pero con las
deportaciones las cosas cambiarán drásticamente; mientras más crezca la
avalancha menos remesas habrá.
El peso será otro damnificado. De hecho, como que
empieza a cascabelear pues el fin de semana cerró en 20.38. Pero de acuerdo con
Standard and Poor’s pronto rondará los 22.38 lo que es una pésima noticia.
Sé que no faltará un chairo de esos que sólo leen El
Libro Vaquero y mis bodrios para reclamarme: “Gozas vaticinando lo que le puede
suceder a México, ¿verdad chinche conservador? Te solazas profetizando un
futuro más negro que la noche, porque aún no asimilas que perdiste tus
privilegios como jilguero de los gobiernos de antes, que mira nada más el
tiradero que nos dejaron”.
No hombre, por Dios.
Me preocupó el sábado en Chalco (a donde fue a
entregar tarjetas del Bienestar) la reacción de la presidenta Claudia
Sheinbaum, que soltó uno más de sus discursos patrioteros.
“Yo no tengo preocupación porque la economía de México
está muy fuerte, muy sólida, y eso es gracias al pueblo de México, al pueblo
trabajador que trabaja todos los días para sacar adelante a nuestro país.
Además, por este modelo de desarrollo económico que apoya principalmente a la
gente pobre y que, a partir de ahí, crece y florece nuestra economía”.
Futa…
A ver. ¿Dónde está la fortaleza de la economía cuando
el crecimiento en el obradorato ha sido el más bajo en 40 años y se contrajo
0.6 por ciento en el último trimestre? ¿Esa es la solidez de la economía
nacional? ¿A poco los apoyos sociales son un modelo de desarrollo económico?
De que los mexicanos son trabajadores, vaya que lo son.
Y le entran a todo cuando las erráticas políticas económicas de los gobiernos
ocasionan el cierre de empresas y fábricas y los dejan sin chamba.
Sin darle muchas vueltas, son parte sustantiva de la
economía nacional, pero desde la informalidad y en desventaja porque carecen de
seguridad social y prestaciones. La bronca de los aranceles le pegará a cientos
de miles que si pierden su empleo informal lo perderán todo, lo que aumentará
el desempleo que anda en el 55 por ciento.
Bien asesorada, la presidenta dijo este domingo que
México responderá con aranceles a los productos de Estados Unidos lo que
apretará al gobierno de Trump. ¿Qué tanto? Ya se verá, pero la respuesta fue
sensata.
Nomás que…
Al margen de lo anterior y más allá de los aranceles, lo
que provocó una alarma mayúscula; quizá la más grande de nuestra historia
reciente, fue la acusación de Trump de que el gobierno de nuestro país está
coludido con el narco, aderezada con un provocativo tuit que Elon Musk subió a
su cuenta X: “Dudo que los cárteles (mexicanos) sean derrotados sin Estados
Unidos”.
La presidenta recibió apoyo hasta de sus críticos que
calificaron las palabras del mandatario norteamericano de “declaración
demoledora”.
Claudia no debe temer porque no está embarrada en el
ajo y eso lo sabe hasta el propio gobierno de los Estados Unidos. Pero de que
hay narcofuncionarios como el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, hasta
por sabido se calla. Y es uno de los que Trump quiere ver en una prisión de
Estados Unidos.
Claudia está entrampada; por un lado está la exigencia
de Trump: “Mándamelos a todos y te quito (o rebajo) los aranceles”, con el
riesgo de que ordene invadir nuestro país si la presidenta se hace la remolona.
Y por el otro, la orden de Andrés Manuel de que no toque a nadie y menos a su
amigo Rubén Rocha Moya.
Vaya bronca.